Se dijo a sí mismo que tenía que reparar lo que había dañado. Así que antes de ir al bufete, decidió ir a una de las tantas tiendas del centro en donde vendían celulares. Le compraría algo bonito. Bonito y último modelo. Ella se merecía lo mejor.

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Anastasia comenzó a redactar uno de los tantos informes que tenía pendiente, hasta que se vio interrumpida por el toque de la puerta. Era Andrea.

-Doctora Steele, la busca una tal... -Se vio interrumpida por Alaska, quien entró corriendo hasta el escritorio de ella.

-¡Anastasia! -Gritó. Ella se colocó de pie, mientras era abrazada por la niña.

-Discúlpeme, doctora pero es que... -Comenzó a decir la recepcionista, apenada.

-No importa, Andrea. Déjanos solas. -Le contestó sin darle importancia. - ¡Alaska! ¿Qué haces aquí?

-Mamá vino a arreglar unas cosas con Christian, sobre el caso o algo así. Y mientras hablan yo vine a verte. -Le dijo con una sonrisa, sentándose en la silla de Anastasia, comenzando a dar vueltas allí. Ella sonrió al ver la alegría de la niña.

-Me alegro tanto de que hayas venido.

-¡Y yo! Te extrañaba. Deberíamos volver a ir al cine.

-¡Claro que sí! -Le contestó con una sonrisa, sentándose en una de las otras sillas que había en frente del escritorio. - ¿Qué tal has estado estos días?

-¡Muy bien! Me he sentido bien. No he visto a Marcos y ya sabes.

-Me alegro mucho, nena. -Le dijo con una sonrisa ladeada.

-¿Y tú qué tal? Te ves mucho más guapa, ¿qué te hiciste?

-Nada en realidad. Solo fue un pequeño cambio de look, pero gracias. -Le contestó con una sonrisa.

-¿Y qué tal tú con Christian?

-¿A qué te refieres?

-Te dije que ustedes se miraban así raro. ¿Ha pasado algo?

-No, nena, nada. -Susurró incómoda.

-Pero te gustaría que hubiese algo.

-Nena...

-O sientes algo por él. -Le dijo ella, mirándola fijamente. Ella sintió cómo se sonrojaba. - ¡Sí es eso! ¡Lo quieres!

-¡No!

-¡Sí lo quieres! ¡Díselo!

-No voy a decir algo que no siento, Alaska, y terminemos con el temita de una vez. -Concluyó seria. La niña asintió levemente, apenada. Cambiaron radicalmente de tema. Anastasia se carcajeó un par de veces al escuchar las ocurrencias de Alaska. A los pocos segundos apareció Tania, llevándosela.

Ella volvió a concentrarse en su trabajo, pensando cada vez más en cómo las ganas de tener un hijo, iban en aumento. Pero no. Si llegaba a tomar aquella decisión, le gustaría que su hijo tuviese una familia feliz; con mamá, papá, hermanos e incluso un perro. Y ella no podría darle aquello.

Siguió trabajando por un par de horas más, hasta que volvió a verse interrumpida por Andrea.

-Doctora Steele.

-¿Ahora qué?

-Es que la buscan.

-¿Quién?

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