Capítulo 5.

316 29 10
                                    

          
—Será mejor que te acuestes — se acercó a ella e intento tocarla para ayudarla.
— No me toques — le apartó, pero un mareo la dejo sin fuerzas y las piernas se negaron a sostenerla... iba a caer pero él la sujetó.
— Vamos no seas cabezota, deja que te ayude — y la bajo para tumbarla en el sofá — te voy a preparar un buen desayuno, verás cómo en cuánto comas algo te sientes mejor.

No tenía ganas, ni fuerzas para discutir, así pues se dejó cuidar.

Manuel se puso una camisa a cuadritos encima de una remera blanca, unos jeans apretados negros y unos borceguís de cuero negro...

-La verdad es que no está nada, nada mal... eso no puede estar pasando deben ser los efectos del dichoso cloroformo.. – pensó Mayte.
Le preparo un café, tostadas y un jugo de naranja...— ¿Mermelada de durazno? – se sorprendió.
— Es la que te gusta, ¿no?
— Si, pero...
— Llevo mucho tiempo observándote, sé que no te gustan los champiñones, ni los guisantes; no soportas la leche entera, tu colonia es de Dior y te gusta Carolina Herrera para hombre. ¿Me equivoco?
— No, en nada, pero, ¿cómo has llegado a saber tanto de mí?- quiso saber Mayte.
— Llevo siguiéndote varios meses, te conozco mejor que tú: ese pelo rubio, la forma que tienes de morderte el labio o tocarte la cadena cuando estas nerviosa...- intento acariciarle la mejilla pero Mayte se apartó, recelosa.
— Tranquila, no voy hacerte nada... come — dijo apartándose un poco.
Ella le hizo caso y se lo comió todo, y parecía que funcionaba. Ya se sentía mejor.
— Te estás recuperando, ya veo que vuelve el color a tus mejillas. Ahora... te voy a pedir un favor.
— ¿Cuál? - pregunto ella, recelosa.
— Dame tiempo —dijo suavemente.
— ¡¿Pero cómo quieres que te dé tiempo?!, por favor entiende que lo que estás haciendo está mal. Si querías salir conmigo me hubieras invitado a cenar, a salir, al cine; yo que sé pero no así —dijo levantándose, airada.
— ¿Tú hubieras aceptado? Vamos, sé sincera. ¿Cuánto hace que no sales con un chico? ¿Cuánto hace que no das oportunidad a alguien como yo para conocerte...? — se levantó y la siguió por el salón.
— Eso no es cierto, si me lo hubieras pedido puede que te hubiera ido mejor, de esta forma no vas a conseguir nada –Mayte se sentía furiosa con él, pero no quería reconocer que tenía toda la razón.
— ¿Crees que no es verdad? Por favor no intentes engañarme, cualquier hombre que ha intentado acercarse a ti, se ha golpeado con ese muro de piedra detrás del que te escondes.
— Intentas justificar lo que estás haciendo, pero no tiene justificación. Esto vuelvo a repetirte es un secuestro, me estas reteniendo en contra de mi voluntad y así nunca podré enamorarme de ti.
— Eso no es cierto, esto es lo más cerca que has estado de una relación en mucho tiempo y es porque te has vuelto una cobarde, te da miedo afrontar cualquier relación. Pero yo aquí voy a obligarte hacerlo, no vas a tener más remedio que afrontarla.
— Pero ¿A ti quien te ha pedido que me salves de mí misma? —dijo empujándole furiosa — me gusta como soy y quiero seguir así.
— Así, ¿cómo? ¿Siendo una solitaria amargada toda tu vida?, ¿eso es lo que quieres? —dijo sujetándola por los hombros para obligarla a mirarle.
— Tengo familia, amigos y nunca me he sentido sola, ni he echado de menos a un hombre. ¿No te has parado a pensar qué si soy así, mis razones tendré? —dijo ella soltándose.
— De acuerdo, de acuerdo. Eso no nos lleva a ningún sitio. Si piensas que realmente no podrás enamorarte de mí, sal por esa puerta ahora.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 10, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Secuestrada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora