Capítulo 2

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Las gotas de lluvia invaden con furia el parabrisas del auto de Tobías. Él no para de quejarse de que llegará tarde a su importante reunión.

Como si me importara

Lo observo con detenimiento y me quedo sorprendida de lo pulcro y elegante que está este día. Me río tan solo de imaginarme a dónde se dirigirá.  

Tobías no tiene un trabajo fijo, ni dinero a quién dar. Mamá nunca ha tenido problemas en mantenerlo, ni siquiera se queja cuando trae mujeres “alegres” a la casa y las mete a su cuarto. ¡Por supuesto que ella no se molesta! Además, tiene mi cuarto para ir a llorar y a contarme lo mal que la pasa.

Como si fuera mi problema

Desvío mi vista de Tobías a un panorama más alentador, exactamente hacia la ventana de la derecha, observando como las gotas de lluvia caen lentamente hasta yacer más abajo, allí en el borde negro. Me pregunto si este frío clima es un mal indicio del mal que me espera al llegar al “Colegio de arte de Liverpool”.

¿Qué puedo ser peor que vivir con Tobías y mi sufrida madre?

Mi dedo se desliza y toca una extraña gota, una rebelde que va hacia otra dirección, rápidamente le sigo el ritmo y mi dedo sigue la dirección hacia la derecha dónde…

— Deja ya eso —me exige Tobías molesto

Agarra mi brazo con violencia y lo deja a tan solo unos centímetros de su pecho, específicamente al centro del auto.

— ¡Es que no puedes dejar de pensar en ti por una vez en tu vida!

— ¿Es eso lo que te molesta realmente? —sonrío. Y disfruto de la rabia contenida de Tobías — ¿O que me importe más una gota de lluvia insignificante que tú?

Se ríe, imagino que por nerviosismo

— Dejaré a un lado mi respuesta por caballerosidad —suspira y suelta mi brazo, acomodándolo en la parte baja de mi vestido —He hablado con tu madre ayer en la noche, Lay

Se contiene, lo sé. Ya estamos en la entrada de “El colegio de artes”, no le conviene armar un escándalo.

— ¿Problemas en el paraíso? —le pregunto con una pizca de sarcasmo

— ¿Disfrutas de ver a tu madre sufrir, no? —Me observa con total desprecio —Definitivamente no la mereces

— Ni tú

— ¿Sabes que dice ella de mí? Que soy el amor de su vida, la persona a la que espero por años y con quien desea compartir siempre su existencia —Mis ojos se tuercen a un costado, menospreciando sus palabras — ¿Sabes que dice de ti? Simple y llanamente, que eres solo un maldito estorbo en nuestra vida, que debió haberte dejado con tu padre en el inmundo basurero donde vivía, pero no, le diste lástima y te acogió

Asiento y le regalo mi mejor sonrisa, esa que Tobías conoce a la perfección, y que siempre lo hace enojar: ´

— Entiendo —suspiro — Y realmente me afecta. ¿Puedo irme ya?

— Te he visto mirándome, niña —gruñe — ¡Y ya basta! ¿O aprendes a comportarte de una buena vez o vas olvidándote de esta maldita manía de estudiar?

— Yo no soy el que destruyó una familia completa por su ambición, Tobías.

— Cállate de una puta vez, te lo advierto

— Yo no soy la que trae a sus amantes a la casa para demostrar su “hombría”

— ¡Layla!

— Yo no soy el borracho que invita a sus amigos para…

— ¡Suficiente!

Mi mejilla arde de dolor por el golpe que me propina Tobías. Con rabia muerdo mi labio y lo observo con total excitación al ver la amplitud del dolor en sus negros ojos.

— Sal de mi carro —murmura, escondiendo su rostro detrás del volante

Como dije, este día no podía mostrar un panorama peor. ¿Qué me esperará adentro? No lo sé realmente, lo que sí puedo asegurar es que no dejaré que una decisión difícil me carcoma por dentro; si tengo que elegir entre sufrir y no sufrir, elegiré siempre no hacerlo, porque al fin y al cabo, solo me tengo a mi y a nadie más. 

 

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