Veo la ferretería, tiene la fachada deplorable. Se supone que es de un blanco hueso y lo que veo ahora es totalmente gris, hay bastante basura afuera ¿hace cuánto no pasaba por aquí? Hay variedad de neumáticos viejos apilados entre el espacio que queda de la ferretería y el taller mecánico contiguo.

Tengo la sensación de recordar algo de ese lugar, pero no sé el qué. Mi mente bloquea muchas cosas de aquella época tormentosa.

—  Buenas tardes -saluda un hombre viejo detrás de un enorme mesón al final de su local- ¿en qué puedo ayudarla?

—  Hola, estoy buscando una ampolleta -el hombre se mueve a su izquierda y abre un mostrador. Me deja apreciar su colección a la venta- es esa, la de abajito.

—  ¿Normal o de ahorro de energía? -Me enseña las dos.

—  de ahorro, quiero dos -le pido, se que tengo dinero suficiente.

Me da un papel con el valor total y dice que vaya hasta la caja a pagar, lo hago, y la señora cajera me envía a retirarlo con el hombre de antes. Salgo de allí para volver a casa.

—  ¿Denia?

Y el recuerdo me inmoviliza y me invade el miedo. No quiero voltearme a verlo, pero él se pone delante de mi con rapidez, sabe que lo he reconocido.

—  Si, eres tu -me dice- no estaba seguro. Tu cabello es marrón ahora, te queda mejor que el negro y... has ganado peso -está mirándome detenidamente ¿cómo puede...?- Oh, no, estás bien así, antes estabas muy delgada, ahora estás mejor.

—  Mejor -repito con un hilo de voz.

—  ¿Me recuerdas verdad? -Y claro que lo hago. Él es como la versión limpia de Max, si no fuera por el hecho de que tenía las manos engrasadas y negras, manchas en su frente y en su cabello rubio, obviamente. Theo, su hermano menor.

—  Si, ¿cómo...? -Siento una punzada en la cabeza- ¿Cómo va todo?

—  Mejor -sonríe, es la sonrisa de Max, demonios- ¿Recuerdas a Jay? Su padre nos dio trabajo aquí, no es el empleo soñado pero...

Jay era el mejor amigo de Max, nunca me agradó, nunca le agradé tampoco. Recuerdo que una vez Max me contó que vio a su amigo inyectándose cristal, beber alcohol y jalar coca durante toda la noche ¿como se vive así? Escucho a Theo decir que lo llamará para que lo salude y se que es mala idea.

—  Debo irme, Theo, será para otro día -la sonrisa no me sale. Espero no volver a verles jamás. Empiezo a caminar, a huir.

—  Me alegra verte bien, Denia -dice el que fue mi cuñado. No lo soporto y echo a correr aferrándome a lo único que tengo en las manos: las ampolletas.

Para cuando estoy llegando a mi casa me doy cuenta de que me tiemblan las piernas y se me nubla la vista por las lágrimas. Me apoyo en la puerta principal mientras intento fallidamente meter la llave en la cerradura. Creo que la temperatura podría haber bajado unos cuantos grados porque tengo mucho frío, quizás por eso tiemblo. No logro abrir la puerta y las llaves caen a mis pies. Lágrimas cálidas caían por mis mejillas y la vista se me nubla pero ya no lloro. Me fallan los sentidos y me desvanezco.

—  ¿Dev? ¿Estás bien?

—  Debemos llevarla al hospital, está muy pálida.

—  Llama a su madre.

—  Ella estropeó mi celular, genio.

—  Denia...

Podía sentir que me acariciaban la cara con manos torpes ¿quien? Un hormigueo empieza a recorrerme el cuerpo y tengo escalofríos. Siento que tengo el pecho apretado con algo que me impide respirar con normalidad, necesito espacio. Toso.

Dame una razón.Where stories live. Discover now