Nuestro bosque

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Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

Nota de autora: Dedicado a Mrs_Wheeler. Gracias por seguir mis historias desde el comienzo

|Nuestro bosque|

― Ya casi termino ― le dijo Newt a Tina, mientras le daba de comer a un Murdnap con cuidado para evitar ser mordido por él.

― No te tardes mucho ― contestó ella, volviéndose hacia la pequeña oficina en el interior de la maleta que contenía la salida hacia el mundo exterior.

El magizoólogo se apuró a terminar su tarea y ordenó rápidamente todo en su oficina. Ambos estaban de viaje pues el trabajo de Newt como investigador de criaturas mágicas lo hacía recorrer el mundo constantemente. Su esposa, Tina, iba con él siempre que dispusiera de tiempo libre de su trabajo como auror en el Ministerio de Magia en Inglaterra. Ya llevaban casados cinco años pero para ellos era como si el tiempo no pasara.

Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos se había convertido en un best-seller desde su primer día a la venta y cada año desde entonces, Newt se encargaba de publicar una nueva edición. Como lo había prometido, el hombre había vuelto a Nueva York a entregarle personalmente una copia de su libro a Tina, quien lo recibió con una inmensa felicidad. No pasó mucho tiempo hasta que compartieron su primer beso, sentados en una banca en Central Park, suficiente para hacerlos confesar sus sentimientos y comenzar una relación amorosa. Para él, haber conocido a esa mujer había sido la casualidad más grande de su vida pero también la más afortunada.

Newt suspiró serenamente mientras terminaba de ordenar las cosas en su oficina, poner la pila de papeles en un rincón de su escritorio, fijarse que los frascos con venenos de animales estuvieran tapados, lo que solía hacer desde que era más joven y comenzó sus viajes de investigaciones. En aquellos momentos, siempre viajaba solo. Sonrió al pensar que ahora había ocasiones en que estaba acompañado por Tina y en el caso de no poder viajar con ella por su trabajo, siempre sabía que había una persona esperándolo en la casa que compartían en Dorset.

Se encontraban en un bosque en las afueras de Londres. A pesar de haber recorrido juntos los lugares más recónditos del planeta buscando animales, siempre terminaban visitando aquel lugar pues era muy importante para ellos. En ese bosque, Newt se armó de valor cuando aún eran novios para pedirle a Tina que fuera su esposa. Tartamudeó, se puso colorado y le costó hacer contacto visual, como era usual en él, pero ella lo cortó con un repentino beso y luego le dijo que sí. Jamás hubiera pensado que escuchar a alguien decir que sí le causaría tanta felicidad. Ese lugar había sido también en dónde habían celebrado su boda y dónde habían pasado su luna de miel.

Otra sonrisa se le escapó mientras subía las escaleras para salir de la maleta hacia la tienda que se habían armado. Para su sorpresa, todo estaba a oscuras afuera y no vio a su esposa por ninguna parte. Era de noche y había hecho calor durante el día, así que quizás ella había salido a tomar algo de aire fresco. Salió de allí por la entrada de la tienda y sus ojos encontraron a su mujer que estaba de pie, mirando hacia el cielo. Las estrellas brillaban en el cielo despejado de una noche tranquila de verano. La brisa fresca del bosque apaciguaba el calor que había hecho durante todo el día y hacía placentero estar en la penumbra con la luna como sola fuente de iluminación. Newt se detuvo en seco y se limitó a mirar a Tina.

Ella llevaba unos pantalones de color marrón similares a los de él, bostas de explorador y una camisa blanca con las mangas arremangadas. Cabía decir que ambos vestían igual cuando hacían viajes de exploración. Sus ojos color avellana brillaban con intensidad y sus cortos rizos negros ondeaban junto con la brisa nocturna. Tina le había dicho una vez que ella no se veía a sí misma atractiva, que su forma de vestir era muy seria y que nada destacaba en ella. Sin embargo, Newt estaba muy en desacuerdo porque pensaba que ella era la mujer más hermosa que hubiera visto jamás. Antes de poder detenerse, sintió la necesidad de abrazarla. Se acercó despacio y la rodeó con sus brazos, besándole cariñosamente el cuello. Ella se sobresaltó pero un segundo después se relajó.

― Me asustaste ― dijo ella, acariciándole los brazos ―. ¿Terminaste de alimentarlos?

― Sí, también ordené un poco la oficina. Mañana tenemos que irnos, debo seguir explorando África.

― Al menos pasaremos esta noche aquí.

― ¿Tú qué hacías?

― Miraba el cielo. La noche aquí es muy bonita.

― No tan bonita como tú.

― Cállate ― soltó ella, dejando salir inmediatamente una risita.

― Tina... ¿Acaso estás avergonzada de ser bonita? ― bromeó él, sosteniéndola más fuerte entre sus brazos.

― No es eso...

Newt hizo que ella se girara y, a pesar de la luna como única fuente de luz, supo que Tina estaba sonrojada. No le veía las mejillas coloradas pero sabía la expresión que ponía su esposa al sonrojarse. El corazón se le envolvió de ternura y le besó la frente con suavidad.

― No sólo pienso que eres hermosa, Tina ― murmuró él, mirándola a los ojos, algo que había tardado años en poder hacer cómodamente ―. Pienso que es fabuloso que una persona tan hermosa me haya elegido a mí.

― Traté de arrestarte la primera vez que te vi porque pensé que eras un criminal ― dijo ella, mordiéndose el labio inferior ―. Los chicos malos siempre enamoran a las chicas.

― Oh, sí. Soy un criminal ― afirmó él, poniendo una cara graciosa. Ella comenzó a reír con ganas y él se contagió de su risa. El tono de las risas fue bajando con los minutos y el matrimonio se quedó en silencio unos segundos.

― Te amo, Newt ― murmuró ella, dándole un beso en los labios. Newt volvió a rodearla con los brazos y la besó con más deseo. Fue en ese mismo bosque en dónde habían compartido la primera noche juntos.

― Y yo te amo a ti, Tina.

Sin más palabras, volvieron a besarse y luego entraron en la tienda para ir a acostarse. Sin encender las luces, se tendieron en la cama y se desvistieron en silencio. Sólo se oían suspiros y el sonido de las sábanas moviéndose mientras los amantes buscaban sus cuerpos desnudos. Porque ese bosque era suyo y en ese bosque ambos eran del otro y de nadie más.

Fin.

Gracias por entrar a este escrito. Si quieres leer más sobre el mundo de Animales Fantásticos, entra a mis historias "Crónicas de un magizoólogo", "Café frío" y "Chocolate caliente". Los comentarios serán apreciados.

Cereza Queenie

Nuestro bosque [Newtina]Where stories live. Discover now