-Me he dado cuenta de que has cambiado mucho. -Le informó, mientras Anastasia armaba un informe en su computadora. -Y eso está bien. Solo falta el vestuario.

- ¿Vestuario? -Preguntó confundida, mirándola a los ojos, quitándose sus lentes.

- ¡Sí! ¿No has pensando en cambiar pantalones por faldas?

-No me gustan mucho las faldas.

-Bueno, en ese caso, podríamos cambiar las camisas y las chaquetas. Tienes un bonito cuerpo, ¿por qué no sacarle provecho?

-Caro...

- ¡Mira! Hoy voy de compras, mañana tengo una cena con mi esposo, ¿por qué no vamos juntas?

-Carolina, no te lo tomes a mal, pero...

- ¡Vamos! -Exclamó, presionándola y mirándola amenazadoramente.

-De acuerdo, de acuerdo. -Alzó sus manos en señal de rendición. -Vamos.

******

-Aun no entiendo cómo lograste convencerme para que comprase todo esto. -Dijo Anastasia, señalando las bolsas que tenía en la silla de al lado. Estaban en el sushi de la ciudad. Dos sillas eran ocupadas por ellas y dos más por la ropa que habían comprado.

-Lo más importante son las faldas. -Dijo con una sonrisa. - ¡Muero por vértelas puestas!

Anastasia solo le sonrió con fingido reproche, mientras esperaban que su cena fuese servida. Después de aquello, pidió un taxi que la llevase a su apartamento y al llegar, se sorprendió como nunca lo había hecho.

- ¡Te lo juro! -Le dijo él a Kate, mientras ella se carcajeaba, sentada a su lado en el sofá.

- ¿Jose? ¿Kate? -Preguntó ella, desconcertada. Kate se colocó de pie inmediatamente, sonrojada, como si hubiese estado haciendo algo malo.

-Oh, Ana. No sabía que volvieses tan temprano.

-Ni yo. -Susurró ella, dejando las bolsas de sus compras en las sillas del comedor. - ¿Qué hace aquí? -Preguntó, señalando a su colega.

-Pues vino a buscarte y como no estabas, lo invité a cenar.

-Ya.

-Espero no te moleste. -Habló él.

-No, para nada, solo me sorprendió. -Susurró, mirándolos con el ceño fruncido. -Bueno, los dejo solos. -Les comunicó, tomando sus bolsas y perdiéndose por el pasillo.

Cerró la puerta de su cuarto, comenzando a sacar su nueva ropa de las bolsas, pero, antes revisó su celular, dándose cuenta de que tenía un par de llamadas perdidas de Christian.

Christian.

Sonrió al leer el número de él en la pantalla.


No había vuelto a hablar con él desde que lo habían hecho en el hospital. Él no la había llamado y ella tampoco. Varias veces Anastasia pensó que quizá Christian se había arrepentido de su decisión. Aun cuando ella ya le tenía una respuesta. El teléfono volvió a sonar y ella lo atendió sin siquiera mirar la pantalla. Ya sabía que era él.

-Hola, hermosa. -Habló Christian. Ella sonrió inmediatamente al escuchar su voz.

-Hola, Christian.

- ¿Cómo estás?

-Muy bien. -Ahora que te oigo. - ¿Y tú?

-Excelente.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now