❥Prólogo

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En la vida siempre es ganar o perder. Todo o nada. Lamentablemente yo aprendí esto de una forma muy dura. ¿Quién me lo enseño? Fácil, el amor. Yo nunca creí que podía enamorarme, las chicas para mí sólo representaban un juego, una distracción que de un día para otro se acabaría.

Cada que tenía la oportunidad de tener una cita la tomaba, sin apuros, sin tapujos y también sin interés. Nunca me importaron los sentimientos de las chicas con las que salía, se podría decir que yo tenía una novia diferente cada semana, aunque cuando me lo proponía podía llegar a salir con dos al mismo tiempo. Era demasiado descarado, no me importaba que mis "novias" fuesen a la misma escuela o al mismo salón, simplemente cuando me fastidiaban o me aburrían las terminaba sin ninguna explicación, sabía que les rompía el corazón al igual que las otras chicas que rechazaba cruelmente solo por no cumplir con mis requisitos físicos.

Me gustaban las chicas de pecho plano y caderas estrechas, pero sobre todo que fueran mujeres de piel blanca y bajas de estatura; era una especie de fetiche que debía conservar, aunque muchas veces mi amigo me tachaba de enfermo, no toleraba a las chicas que no cumplían con esto, tal vez las tendría de amigas pero jamás como novias.

El verme como un bastardo jamás me importó. 

ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora