Capitulo 2

1.7K 102 2
                                    

Otra mañana en el que ese molesto despertador inundó mis oídos. Sin quejarme lo apagué y me dirigí al baño. Luego de salir de este coloqué una bata de tela rosa sobre mi cuerpo y me puse las pantuflas a tono con esta.
Cepillé mi cabello y volví a acomodarme sobre la cama, solo que esta vez me dispuse a tomar mi celular y a abrir algunos mails de trabajo.

Así transcurrieron unos cuantos minutos, hasta que sin previo aviso la puerta se abrió.
Solté un suspiro, ya frustrada y algo enfurecida por esa actitud. Levanté la mirada y allí estaba. Lo primero a lo que atiné fue a taparme por completo con las sábanas blancas que anteriormente cubrían mi cuerpo.

Esbozó una pequeña sonrisa para luego decir...

-Buenos días Linda.

Solté un sonoro suspiro mientras intentaba, en un intento fallido, arreglar mi cabello.

-Aquí se toca la puerta antes de entrar. Si valoras tu trabajo te recomiendo que comiences a hacer lo que te digo.

Volvió a sonreír.

-No se preocupe, haré todo lo que usted quiera.

No sé por qué, pero esas palabras tomaron un sentido desviado en mi cabeza. Cerré los ojos frustrada y cuando los abrí él ya no estaba.

Algo confundida por su presencia decidí levantarme de la cama, claro que no bajé sin antes vestirme.

Una vez en la planta de abajo volví a la rutina de contestar con leves movimientos de cabeza a los saludos de mis empleados. Cuando estuve en la cocina me senté en la barra y esperé a que el nuevo inquilino apareciera otra vez.
Al cabo de unos minutos en efecto apareció, con una taza de café en una mano y un plato con dos media lunas en la otra.
Las puso delicadamente en frente de dónde estaba sentada y se dispuso solo a verme, a volverme loca con esos faroles que no dejaban de observarme siquiera para pestañear.
Cerré los ojos algo frustrada y los volví a abrir para clavarlos en los de él.

-¿Planeas quedarte ahí toda la mañana?- dirigí mi vista otra vez a mi desayuno. Lo miré de reojo.

-Estoy esperando- esbozó media sonrisa.

Lo volví a mirar.

-¿Esperando qué?

-A que me des las gracias por el desayuno.

En cuando terminó de pronuncias esas palabras me atoré con un pedazo de mi media luna y sin poder evitarlo comencé a toser. Se puso al lado mío y cuidadosamente dejó un par de golpecitos en mi espalda. Una vez que regulé mi respiración lo volví a mirar.

-Veo que su majestad no está acostumbrada a dar las gracias.

Achiné un poco más mis ojos. ¿Este tipo me está hablando así en serio?

-Si aprecias tu trabajo te recomendaría que...

-Lo sé, pero como dije antes, señorita, estoy esperando a que me de las gracias por el desayuno.

Su mirada era intensa y se notaba en sus ojos que hablaba en serio. Así permanecimos por unos cuantos segundos, con los ojos clavados en los del otro. Hasta que suspiré frustrada y hablé...

-Gracias...por el desayuno.

Sus comisuras fueron subiendo cada vez un poquito más hasta que una enorme sonrisa quedó plasmada en su perfecto rostro.

-De nada, preciosa.- y así sin decir nada más, se retiró, dejándome con un gran debate en mi cabeza. ¿Qué había sucedido recién?

•••

Bajé del ascensor y caminé sin mirar a nadie hasta llegar al mostrador de mi secretaria. Le extendí unos papeles y seguí caminando.

-Buenos días Señorita.

-Buenos días- cerré la puerta.

Me senté en mi cómodo asiento de terciopelo gris y me dispuse solo a observar la pila de papeles que yacía sobre mi escritorio. ¿Cuándo terminará todo esto?

Sin quejarme tomé el primero y comencé a leer.

Al cabo de unos minutos tocaron la puerta, y la vos de mi secretaria se hizo presente.

-Adelante.- pronuncié sin apartar mis ojos de los documentos.

-Aquí le traigo el modelo de la nueva revista. Ya está lista, solo es necesaria su aprobación para así poder publicarla.

-Okay, gracias, déjala aquí-dije mientras golpee un par de veces un lugar vacío en mi escritorio. Sin decir nada, apoyó los papeles donde le indiqué y se retiró.

Así transcurrieron las siguientes cinco horas, hasta que terminé de firmar y leer los papeles que antes yacían sobre mí escritorio.

Acomodé todo, tomé mi saco de vestir negro y mi cartera. Con la otra mano agarré mi celular y salí de mi oficina, no sin antes dar una rápida revisión a todo. Pasé por los pasillos otra vez asintiendo a modo de respuesta a los saludos de mis empleados y una vez en la recepción esperé a que Kelly llegara para abrirme la puerta del gran edificio. Una vez fuera me extendió un vaso con café amargo, le di mi cartera y esperé a que mi chofer me abriera la puerta.

Al cabo de unos minutos ya estábamos pasando por el gran portón gris que separaba mi casa de las demás. Otra vez esperé a que me abrieran la puerta del auto y luego la de mi casa. Kelly me extendió el bolso, yo le extendí el café y sin decir nada caminé hacia mi cuarto. Lo primero que hice al llegar fue cambiarme los tacones que llevaba para trabajar, usando en su lugar unas pantuflas rosa. Desabotoné los primeros dos botones de mi camisa y cepillé mi cabello. Dejé mi saco y la cartera sobre la cama y volví a bajar.

Caminé hasta llegar a la cocina, donde me encontré con el nuevo inquilino. Tengo que admitir que me sorprende como un hombre se puede ver tan bien en un delantal negro con unas cuantas manchas en él. Sin decir nada pasé por su lado y tomé una botella de agua de la heladera.

-Hola nena.

Mi respiración se cortó y la botella se resbaló de mis manos, cayendo al piso.
Una pequeña carcajada salió de sus labios y se acercó hasta mí para tomar la botella. Al pararse se quedó mirándome fijamente a los ojos.
Estaba tan cerca de mí que hasta me incomodaba. Nadie solía corromper mi espacio personal en esta casa.
Di un paso atrás y el otro hacia adelante en respuesta.

-¿la princesa se encuentra bien?- susurró sin sacar su mirada de la mía.

Tragué duro y como pude arrebaté la botella de sus manos, retrocedí cuatro pasos y sin decir nada salí de la cocina.

-De nada!- gritó.

Suspiré frustrada y me dirigí a mi despacho. Siento que me voy a terminar arrepintiendo de esta elección.

Dilo Una Vez MásKde žijí příběhy. Začni objevovat