Capitulo 11 (Bonus)

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Pero, ese agrado se vio opacado por algo muy desconocido por él, por algo poco agradable, al observar cómo Anastasia subía las escaleras con Jose detrás.

Se bajó del auto, decidido a hablar con ella. La siguió, pero la perdió al llegar a su edificio pues no alcanzó a sostener la puerta; afortunadamente, una anciana que iba pasando por allí, le abrió la puerta con toda la amabilidad del mundo. Él entró, dándose cuenta de que el ascensor funcionaba con llaves. Le preguntó al conserje en qué piso vivía la señorita Steele, él le contestó que el cinco, el cinco A. Christian comenzó a subir las escaleras con resignación. Tras unos pocos minutos, pues, asombrosamente había subido de la forma más rápida posible, como si no pudiese esperar ni un segundo más para verla, llegó al piso.

Se colocó en frente del que sería el apartamento de ella, escuchando cómo una risa se expandía por todo el lugar. Afincó más la oreja a la puerta, dándose cuenta de que aquella risa era de mujer, algo ronca, algo sexy. Inmediatamente supo que una risa así solo podía pertenecerle a Anastasia.

Y entonces supo otra cosa.

Nunca antes había escuchado la risa de ella, bueno, un par de veces, pero nunca la había escuchado con tanta intensidad, nunca antes había sido tan energética. Y se sorprendió al escucharla ahora, pero se sorprendió más al saber que Jose era el provocador de aquella melodía.

Sí, tenía que ser él.

Pero, ¿qué haría Jose allí? ¿Por qué estaba haciéndola reír?

¿Por qué se hacía tantas preguntas? ¿Por qué estaba sintiendo aquello?

Estaba a punto de tocar el timbre, cuando una tímida voz llegó a sus oídos.

– ¿Puedo ayudarlo en algo? –Preguntó ella.

Christian se giró hasta poder verla, era algo alta, supuso que si se quitaba aquellos tacones de cinco centímetros llegaría a medir un metro sesenta y cinco, tal vez. Su cabello rubio caía liso por su cuello y hombros, llegándole hasta debajo del pecho, ondulándose un poco en las puntas. Traía una camisa fucsia, con una falda y chaqueta negra. Sus rasgos eran finos, su color de piel algo morena, pero aquellos ojos intensos color café lo miraban con desconfianza y recelo.

– ¿Aquí vive Anastasia, cierto? –Le preguntó.

– ¿Qué se le ofrece? –Contestó con otra pregunta, mirándolo desconfiadamente.

Soy Christian Grey, el jefe de Anastasia, necesito hablar con ella. –Declaró pacientemente.

Ah. Christian. –Contestó ella, como si estuviese recordándolo. –Sí. Yo soy Kate, la hermana de Anastasia.

– ¡Kate! –Exclamó, extendiéndole la mano y analizándola de nuevo, tratando de buscar algún parecido con el aspecto de Anastasia, pero simplemente no encontró ninguno, aquella mujer no parecía la hermana de su colega. –Anastasia me ha hablado mucho de ti. –Le informó con una sonrisa.

Lo mismo digo. Un placer conocerlo. –Declaró. – ¿Quiere pasar?

–Si no es molestia.

– ¡Por supuesto que no! –Kate se colocó delante de él, comenzando a abrir la puerta. – ¡Llegué! –Exclamó, encontrando a su hermana llorando de la risa, sentada en la mesa con un apuesto caballero a su lado, mientras tenían unos documentos regados sobre la superficie. Ella tenía su mano sobre la de él.

– ¡Pero es que no viste su cara! –Exclamó Anastasia, volviendo a reír mientras que con su mano libre secaba alguna de sus lágrimas.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now