Capitulo 8 Maraton 1/?

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Vaya. No sabía que supieras pasarlo tan bien. –Susurró peligrosamente. Raúl se giró al notar que Anastasia no seguía a su lado, sorprendiéndose al encontrar a Christian. –Y mucho menos con este caballero. –Susurró de nuevo, clavándole las uñas en el brazo.

Christian. –Susurró ella, incómoda.

– ¿Quién es? –Preguntó Raúl.

–Christian Grey, es mi jefe.

–Oh, vaya. –Susurró Raúl.

–Así es. El jefe de la señorita. ¿Y usted quién es? –Preguntó, mirándolo con un fuego especial en la mirada.

Raúl Moncada. Bailarín. –Se presentó, extendiéndole la mano.

– ¿Bailarín? Qué interesante. –Dijo con sarcasmo, dejándolo con la mano extendida. –Anastasia, conseguí un vuelo para Miami. Nos vamos dentro de tres horas. –Susurró, mirándola peligrosamente. Ella asintió levemente.

Fue un placer pasar estas horas contigo, Raúl. –Ella intentó acercársele a darle un abrazo, pero aún seguía con la mano de Christian en su brazo. Se encargó de mirarlo, él la miró fijamente y la soltó con lentitud. Anastasia abrazó a Raúl, tomó su bolso y se encaminó a la salida del restaurant. Poco después volvió a sentir la mano de Christian en su brazo.

Te estuve buscando por todo el maldito pueblo. –Le susurró, halándola de nuevo del brazo.

¡Maldita sea, suéltame, me estás lastimando! –Le gritó con decisión. Él se sorprendió al notarla así y la soltó. Anastasia comenzó a caminar más rápido, evitándolo.

– ¿Con él estuviste ayer también? –Preguntó con malicia, yendo detrás de ella.

–Sí. –Contestó cortantemente.

****

Tras llegar al aeropuerto y asegurarse de que aquel vuelo sí iba a Miami, abordaron su respectivo avión. Ella se colocó sus audífonos, escuchando música a todo volumen. Varias veces Christian intentó hablarle pero ella lo ignoró, honestamente seguía molesta por aquel espectáculo que él le había montado. Pronto se quedó dormida. Solo despertó al sentir cómo Christian la llamaba y le decía que ya habían llegado a su destino. Recogieron su equipaje y tomaron un taxi al hotel en donde se quedarían. Anastasia supuso que esta vez sí tendrían habitaciones separadas, y efectivamente, así fue. La de ella estaba en el piso diez y la de él, en el piso doce. Tomó su equipaje sin dirigirle palabra alguna a Christian. Con su llave en mano, subió en el ascensor, dejándolo a él en recepción.

Llegó a su habitación y se sorprendió ante el lujo de aquella. Inmediatamente se refrescó con el aire acondicionado que había allí. Corrió las cortinas, observando el hermoso atardecer. Sonrió al verlo. Comenzó a desempacar y se perdió en el hermoso baño. Se relajó en la tina, tomándose su tiempo para asearse. A las ocho ya estaba envuelta en su pijama. Se recostó boca abajo en la cama, sacando su libro de su bolso, colocándose de nuevo sus audífonos y perdiéndose en el mundo de la lectura.

Despertó con un incesante ruido. Trató de detectarlo, dándose cuenta de que era el teléfono. La música de su iPod había cesado, pues aquel aparato se había descargado. Atendió el teléfono y se dio cuenta de que era el servicio de despertador. Observó su reloj; las seis y media de la mañana.

Se colocó de pie, yendo al baño a darse una ducha y a alistarse para ir a los tribunales.

Media hora después estaba saliendo del hotel. Por un momento pensó que quizá Christian la estaría esperando en recepción pero no fue así. Le preguntó a una de las empleadas que había allí, quien le comunicó que el Señor Grey ya se había ido hacía un par de minutos. Ella colocó los ojos en blanco y le pidió a la señorita que le llamase a un taxi. Un par de minutos después, estaba llegando a los tribunales, el ascensor se abrió, dejándola en el cuarto piso. Se encaminó hacia la sala en donde se llevaría a cabo el juicio, sorprendiéndose al ver un gran tumulto de gente en círculo, observando algo en el centro. Buscó con la mirada a Christian, hasta conseguirlo, se veía consternado e incluso preocupado. Anastasia corrió hacia él, observando con más claridad lo que estaba en el centro de aquel círculo de gente; Alaska. La niña estaba abrazada a sus rodillas, algunas lágrimas corrían por sus mejillas mientras se mecía de adelante hacia atrás.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now