{treinta}

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A ella la cogió del pelo y la sacó a rastras de la casa, dejándola tirada en el patio trasero. Cerró las puertas del piso de abajo y volvió a mi cuarto. Creo que te imaginas lo que ocurrió después, pero prefiero no contarlo más.

Estaba asustada, la poca felicidad que conseguí se desvaneció de nuevo y con ello también las pocas esperanzas que tenía en que me ocurriera algo bueno.

No me hacía falta la ayuda de un psicólogo para saber que estaba sumergida en la depresión y en una rueda de continuas desgracias.

problems. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora