Capítulo 4: Dolor.

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¡Hola! ♡
Este es el segundo y último capítulo especial, esta vez teniendo a Dean como total protagonista, sólo que su historia completa se verá en próximos capítulos.
¡Saludos!

☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆☆
D:

Dolor.


Dean rodó los ojos con una media sonrisa, escuchando aquella inconfundible y escandalosa risa al otro lado del teléfono.

Había estado hojeando una revista porno, cómodamente acostado en su cama, cuando su amigo Ash decidió molestarlo con una inesperada llamada aquel tranquilo sábado a las 18:00 hs de la tarde.

—Te recuerdo que me cobraste las cervezas. ¡E incluso tuve que limpiar el baño de tu mugre de bar!

Dean se defendió, recordando uno de los "favores" que su amigo lo obligó a realizar tras este haberle ayudado con un problema que el rubio estaba atravesando en ese entonces.

¿Qué decirte? Fueron épocas difíciles.

—Si, si, claro. —Negó en lo que observaba distraído la ventana, logrando visualizar a un joven corredor trotar por su vecindario.

A proposito de eso... —Su amigo carraspeó, llamando su atención. —¿Cómo van las cosas con papi Winchester?

Dean dejó escapar un suspiro pesado y abatido, lo que Ash comprendió pese al silencio.

Entiendo, Dean, no te preocupes, sólo recuerda que no fue tu culpa. Nada de lo que pasó fue tu culpa.

Dean sonrió agradecido, sintiéndose feliz por contar con la compañía indiscutible de su amigo. Ash siempre estaba ahí para molestarlo o quitarle dinero a base de "me lo debes, yo hice esto por ti", pero también estaba para apoyarlo y escucharlo, aún sabiendo que el rubio no se abría fácilmente a cualquiera, y eso lo incluía. Nunca lo admitiría abiertamente, pero lo extrañaba.

—Gracias, Ash.

Ambos siguieron hablando entre risas y bromas hasta que el rubio cortó la llamada con una sonrisa; fue cuando el sonido de la puerta principal llenó sus oídos y, con ello, el silencio de la casa.

Su padre había llegado.

Dean desvió la mirada para tomar la fotografia que se hallaba sobre el velador, observando con angustia a las personas sonrientes en ella. Ocho años transcurrieron desde aquella visita familiar a la playa, donde la felicidad del pasado contrastaba con la tristeza del presente.

Dean, mi amor, no corras o te harás daño.

—Mamá... —Susurró con dolor ante el recuerdo de su dulce voz, y con absoluta suavidad acarició el rostro de Mary, su madre, mientras se mordía con fuerza el labio inferior, cerrando los ojos al oír a su padre llamarlo desde, lo que parecía, el inicio de las escaleras.

Dejó la fotografía en su sitio y se dirigió con pasos lentos hacia el pasillo.

—¡Dean!

—Ya voy. —Respondió con fastidio, terminando por bajar las escaleras.

El joven se paró en seco al ver a la tercer persona en la sala. Su padre, John, se giró a verlo con su chaqueta negra en mano.

—Hola, Dean.

De la A hasta la Z: Destiel.Where stories live. Discover now