Capítulo 13

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Marina ya había estado en esta celda antes.

Era una de las tres que era específica para mujeres, y a ella ya la habían metido allí antes.

La última vez que había estado en la ciudad, hacía casi dos años.

Ella y Toulour habían discutido, así que se fue con un grupo de futbolistas italianos muy guapos y ahogó las penas en alcohol. Por supuesto, bebió tanto que la arrestaron por indecencia pública ya que había intentado empezar un trío con dos de los futbolistas en una fuente pública.

Lo cual significaba, que su cara debía estar en el sistema. Les había dado un nombre y un pasaporte falso a los policías aquella noche, pero probablemente la habían procesado. Y su nombre real los llevaría sin ninguna duda a su padre. Pero los lazos con su padre eran más de cómplices que de familia para la policía.

Marina descubrió eso mientras estaba sentada en el banco, mientras que dos prostitutas a su lado compartían un cigarrillo.

Una de ellas se lo ofreció y Marina arqueó una ceja. Entonces, se encogió de hombros, lo cogió y se lo agradeció en italiano, dando una calada.

Linus, Basher y Turk aun estaban fuera de la cárcel, pero se suponía que Marina debía estar con ellos. Había sido una parte crucial del plan para sacarlos a todos de la cárcel ya que todo el plan dependía de ella haciendo un Phillip Morris. Pero parecía que esa idea ya no era posible, ahora tendría que improvisar.

No tenía ninguna forma de contactar a su padre o al resto del equipo, ya que todos estaban encerrados al otro lado de la gran cárcel. Conociendo a Linus, probablemente ya estaba al teléfono llamando a su madre para que se subiera al primer vuelo hacia Roma.

Ahora, ella tenía que hacer algo.

Devolviéndole el cigarrillo a la prostituta y agradeciéndoselo de nuevo, se levantó del banco y caminó hacia las puertas de barrotes.

Las dos chicas la miraron con curiosidad, preguntándose qué estaba haciendo. Marina levantó un dedo mientras miraba el techo, haciendo que lágrimas aparecieran en sus ojos.

Hablando con un pesado acento del sud de América, lloró en un italiano pasable.

"¡Por favor! ¡Necesito hablar con mi marido! ¡Es una emergencia! ¡Por favor!" lloró, con las manos agarrándose a los barrotes con fuerza.

Continuando con su farsa, un joven policía sudoroso se le acercó. Cuando sus ojos la vieron llorando, con una cara histérica, pareció entrar en pánico.

"¡Por favor!" lloriqueó, "Mi marido está fuera por negocios, necesito llamarle para que me saque. ¡Necesito volver a casa con mi be-bebé!" hipó la palabra bebé para darle énfasis, y el joven policía parecía aun más preocupado.

Habló suavemente en italiano, intentando calmarla. Ella lloró aun más fuerte en respuesta.

Sin ver otra opción, le abrió las puertas de la celda. Le esposó las manos al frente y la llevó hacia donde había un teléfono en la pared.

Ella se lo agradeció, susurrándole "Grazie, grazie, grazie," hasta que se ruborizó. Una vez que se dio la vuelta, levantó sus manos esposadas al teléfono y llamó rápidamente al número, sabía que tenía que trabajar rápido.

Llamar a un teléfono americano tardaría un rato, pero en cuanto se puso en contacto con la mujer que necesitaba, Marina sabía que todo iría bien. Dio un suspiró muy audible y real de descaso cuando el acento de chicago respondió al teléfono.

"Jefe de sección al habla, ¿en qué puedo ayudarle?"

***

Aproximadamente siete horas más tarde, Marina estaba sentada junto a las dos chicas, quienes habían sacado los dieciséis cigarrillos que tenían entre todas, y estaban lanzando un euro al aire para apostar quien se los ganaría. Marina estaba perdiendo, solo tenía uno.

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⏰ Last updated: Aug 18, 2017 ⏰

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La ladronaWhere stories live. Discover now