XIII- Modern Day Cain

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—Spencer, estaba ebrio.—trató de hablar, pero el otro volvió a cortarlo. Ya se estaba exasperando.

—¿Y eso que importa? Se supone que cuando alguien está borracho siempre dice la verdad, y eso significa que sí tenía interés en saber sobre el caso... No. Definitivamente.

Dallon rodó los ojos.

—¿Me vas a dejar hablar?—alegó, amargura en su voz.

Spencer pronunció un pequeño "Mhm" como respuesta. Por fin, podría decir por qué pensaba de esta manera. Tampoco era estúpido. Si no tuviera ningún argumento en que basar su opinión, no lo diría, pero creía que había agarrado el hilo de algo que se supone que debería ser secreto. Si es que era verdad y lograba comprobarlo, todo el mundo lo amaría por su gran trabajo. Solo necesitaba que Spencer lo apoyara.

—Se supone que Ryan estaba obsesionado con este caso. En el fondo, si es que lograba matar a Brendon, después no habría nada más entretenido que hacer. Me refiero que no habría ningún caso más grande que este en Los Ángeles. Brendon es el jefe de todos ellos. Ryan siempre ha sido conocido por obsesionarse demasiado con los casos. No le convenía matarlo.—planteó su primer argumento, esperando la respuesta de Spencer.

—¿Y eso que tiene que ver con la acusación que estás haciendo?

—Que podrían haber llegado a algún tipo de acuerdo—explicó—. Después de esa noche en que Ryan te dijo que iba a ir al hotel, renunció automáticamente, como si hubiera cambiado de opinión muy rápido. Ambos sabemos que Ryan no hace ese tipo de cosas. Él reflexiona. ¿No te parece sospechoso?

Spencer dejó la línea en silencio, cuestionando lo que le decía Dallon. Sonaba muy evidente, pero el punto es que, viniendo de Ryan, nada podría ser así de claro. Si es que Ryan quisiera esconder algo, lo haría mucho mejor. Y aunque sonara contradictorio, era verdad. Sin embargo, había un pequeño destello de inseguridad sobre creerle o no.

—Ayer, ayer dijo: "Brendon, espero que lo encuentres"—citó las palabras de Ryan, frunciendo el ceño—. ¿A qué se refiere? ¿Él ya lo encontró?

Spencer frunció el ceño también, sin saber que contestar.

—Estaba ebrio—comenzó, tratando de formar un argumento—, estaba hablando incoherencias.

—Te estás contradiciendo—susurró Dallon, ya harto de Spencer. ¿Le iba a creer o no?—. Recuerda, los ebrios siempre dicen la verdad.

Después de aquello, cortó la llamada. Si es que Spencer no le quería creer con esos argumentos, lo probaría. Condujo hasta el edificio central, y subió. Al pasar por el pasillo, notó que Ryan seguía en la oficina. Solía marcharse alrededor de esta hora. Esperaría hasta que se fuera y lo seguiría. Había estado revisando el GPS de su auto, pero siempre salía que despuéd de que se iba de la oficina de iba directo a su departamento. No estaba del todo seguro si es que podía confiar en eso.

Su mente le decía que su argumento era positivo, que podía probarlo. Si es que lograba convencer a Spencer, podrían convencer a todo el equipo. Entró a su oficina y esperó, mirando por la pequeña ventana que daba al pasillo. Su oficina estaba más cerca del ascensor que la de Ryan, entonces si es que el castaño se marchaba, Dallon lo vería pasar por el pasillo. Leyó lentamente unos papeles, una sonrisa ensimismada en sus labios. Sabía que podía probarlo. Ya podía saborear el dulce sabor de la victoria.

Esperó alrededor de media hora hasta que vio la delgada silueta de Ryan pasar por el pasillo. Se paró de su asiento y salió de su oficina, aparentando naturalidad. Se paró junto a Ryan, que esperaba el ascensor. Miraba la pantalla del ascensor como si quisiera quemarla. Se encontraba ensimismado y Dallon podía notar que no se había percatado de que él estaba ahí. Su peso estaba apoyado en su pierna derecha, acentuando sus caderas y su chaqueta colgaba de su brazo con indiferencia. A pesar de que hacía frío, Ryan siempre parecía andar muy desabrigado.

Bajaron juntos en el ascensor, en silencio. Cuando llegaron abajo, Ryan se bajó tranquilamente y caminó fuera del edificio. Dallon aguardó unos segundos antes de salir detrás de él.

Los pasos del castaño eran rápidos, caminaba con la cabeza en alto y las manos en los bolsillos. No se esperaba lo que vendría. Dallon lo seguía a una distancia respetable, caminando entre la multitud. A esa hora —la hora de almuerzo, aproximadamente—, había mucha gente, lo que dificultaba su tarea. En una forma igual le servía, por si Ryan se daba vuelta, podría esconderse entre la gente.

De repente, Ryan comenzó a andar más rápido. Dallon aceleró su paso, tratando de no perderle de vista. No había nada muy sospechoso en su manera de caminar, pero seguía pensando que si lo perseguía tal vez podría conseguir algo.

Ryan dobló por una esquina, el ojiazul perdiéndolo de vista. Aceleró el paso para asegurarse de no perderlo, que no se escapara. Al llegar al callejón donde Ryan había doblado, no lo encontró. Una sensación incómoda lo recorrió. No, no podría haberlo perdido así de fácil. Comenzó a dar pasos más lentos, mirando hacia todos lados. ¿Hacia dónde había ido?

De repente sintió un golpe en la parte de atrás de su rodilla, lo daban vuelta con violencia y su cuerpo se estrellaba en el suelo. Había sido entrenado para esto, podía derrotar a cualquier persona. El punto es que solo alguien que también perteneciera al Karma Police podría vencerlo, y el hombre que que encontraba encima suyo agarrando ambos de sus brazos era Ryan, el mejor agente del Karma Police. Obviamente se había dado cuenta que lo seguía. No era estúpido. Por su parte, Dallon sintió un escalofrío en todo su cuerpo. No podía defenderse. Era incapaz. Su mente se estremeció al reconocer que le tenía miedo a Ryan. La manera que lo miraba directamente a los ojos lo estaba matando. Entrecerró sus ojos, sus palmas abriéndose en señal de rendición. El castaño no lo tomó en cuenta.

El puño de Ryan decendió sobre su rostró con fuerza sorprendente. Desde ahí en adelante todo se le hizo muy confuso. Lo único que sentía era el dolor incesante sobre su rostro. Era como si se cayera una y otra vez, sin contar con sus manos para evitar chocar su rostro con el suelo. En una intentó agarrar a Ryan para darlo vuelta para él quedar arriba y poder defenderse, pero en lo único que resultó fue recibir un codazo en su cuello, dejándolo sin respirar por unos cuantos segundos y después las dos manos de su adversario tomándolo por los hombros y empujándolo contra el suelo con mucha fuerza. Vio las manos del castaño caer sobre sí más veces de las que pudo contar. Sin embargo, no se defendió. Ya no sabía que hacer. Estaba petrificado.

Ryan rió para si mismo al ver al ojiazul en un estado tan vulnerable. Se puso en pie ágilmente, colocó las manos de Dallon en su espalda y las sujetó con su pie, pisando sobre ellas. Estaba inmovilizado otra vez. La sangre caía desde su frente, su nariz y sus labios. Eso pasaba cuando alguien se metía con Ryan; no podía salir bien.
Se agachó ligeramente, para que Dallon pudiera escucharlo mejor.

—No se te ocurra volver a seguirme, ¿Entendiste?—lo amenazó, escupiendo las palabras como veneno. Estaba harto de toda su mierda. Lo único que hacía era estorbar.

Dallon asintió, tratando de mantenerse conciente. Había perdido todas sus fuerzas. Su cara dolía extremadamente.

—Muy bien. Muy. Bien.—finalizó el menor, agachándose y tomando la mano de Dallon, para rápidamente dibujar en esta con una navaja. Dallon gimoteó con dolor—. Para que aprendas. Feliz año nuevo, idiota.

Dallon sintió la presión del pie de Ryan desaparecer mientras la cabeza le seguía dando vueltas. Se miró la mano, en la que tenía una letra K cursiva dibujada con gracia. Se estremeció en ira.

Lo último que escuchó fue la risa amarga de Ryan, quien volteó y se marchó antes de que pudiera si quiera dirigirse a él.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now