7º El plan de Wickham

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7º El plan de Wickham

Darcy permaneció quieto, mirando fijamente hacia la entrada de la casa, sin poder evitar aquella mirada que destilaba tanta animadversión hacia aquel hombre que años atrás había considerado su compañero de juegos.

Elizabeth, al percatarse de que su esposo no estaba sosteniendo su brazo, algo casi obsesivo en él durante los últimos meses desde que se enteró de su estado, se giró, descubriendo que todavía permanecía cerca del carruaje. Lo observó examinando un punto fijo, y al seguir su mirada, fue cuando descubrió a Wickham.

Rápidamente volvió a mirar a su marido, viendo en sus ojos la determinación de quedarse fuera y no compartir el mismo aire que aquel hombre al que despreciaba. Y temiendo que decidiera partir hacia Bunratty ese mismo día, regresó hasta donde se encontraba, cogiéndole la mano con firmeza. Al sentir el contacto de su amada, Darcy apartó la mirada de Wickham y enfocó sus ojos en ella. Su rostro mostraba ansiedad, preocupación y temor. Con tan solo mirarla supo que era lo que pasaba por su mente.

-No te dejaré sola con ese rufián en casa- Le devolvió el apretón que ella le daba en la mano- Esta noche me quedaré contigo, y hablaré con tu padre antes de partir- Ella asintió, con algo de alivio. Él tomó aire y, haciendo acopio de todo su auto control, se decidió- Vayamos dentro.

Por fin, reanudaron el camino hacia la casa, mirándose el uno al otro, dándose fuerza para soportar aquella velada. Cerca de las escaleras del porche, Darcy volvió a dirigir la mirada hacia aquel indeseable que era su cuñado. Wickham, que esperaba que Darcy se marchara para así no tener que soportar su presencia, se amilanó al ver como se acercaba el matrimonio, teniendo que apartar la vista para evitar los ojos del hombre al que tanto odiaba.

Los dos pasaron por su lado. Elizabeth le dedicó una leve mirada sombría, pudiendo ver como Wickham le correspondía con una reverencia.

-Que gusto volver a verla, Elizabeth- Ella se tensó al escuchar como la llamaba de aquella forma tan familiar- Me alegra saber que voy a tener el placer de su compañía durante algunas semanas- Prosiguió sin borrar la sonrisa, a lo que ella respondió con una mueca- Es una lástima que el señor Darcy no pueda acompañarnos.

-Para usted es señora Darcy- Respondió Fitzwilliam en un tono gélido- Y no se preocupe por mi ausencia. Mi buen amigo, el señor Bingley, me ha asegurado que vendrá todos los días para llevarla junto a su señora, así que no hará falta que le haga compañía- Y pasando de largo continuó hasta el pie de la escalera donde, deteniéndose junto a Lizzy, continuó- Debería estar más pendiente de su esposa y dejar a las de los demás en paz si no quiere verse en una situación desventajosa para usted.

-¿Me está amenazando, señor Darcy?

-Nada más lejos- Lo miró una vez más- Solo es una advertencia.

Y sin más, se giró de nuevo hacia la escalera y subió junto a Elizabeth, dejando a Wickham mucho menos cómodo y tranquilo de lo que esperaba unas horas antes, al saber que iba a ver de nuevo a aquel matrimonio.

Los Darcy no bajaron hasta la hora del té. Fitzwilliam, que había decidido que era mejor descansar tras el agotador viaje, había puesto como excusa el embarazo de su esposa. Pero la verdadera razón era evitar cruzarse con George Wickham.

Cuando por fin bajaron, y al entrar en el salón, Lydia saltó a los brazos de Elizabeth, abrazándola con fuerza y hablando atolondradamente, como era característico de ella.

-¡Oh, Lizzy! ¡Cuántas ganas tenía de verte!- Tiró de su mano y la hizo sentar a su lado, dejando a Darcy de pie, junto al sillón donde ella se encontraba- Me han contado lo que te sucedió y aun no puedo creerlo. ¡Jamás había ocurrido nada parecido por aquí!- Y cambiando la entonación de su voz, como si fuera a llorar prosiguió - ¿De verdad no puedes hablar?- Lizzy asintió, sorprendida de la preocupación de su hermana pequeña, con la que nunca se había llevado demasiado bien- ¡Eso es terrible! Con lo que te gustaba conversar- Entonces Lydia puso aquella sonrisa que Elizabeth tanto conocía, la sonrisa de burla que ponía siempre que hablaba de alguien cuando no debía- Pero todo tiene algo bueno, así no podrás regañarme como siempre hacías.

A pesar de todo, te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora