Hope es todo lo contrario a su nombre, a sus dieciocho años siente que no puede más y se arrepiente de la vida que le ha tocado vivir, un día, ahogada en una profunda depresión intenta acabar con su vida después de que su padre le da la órden de...
Siete días han pasado desde que besé a Hope, y no me he podido sacar ese momento de la puta cabeza, me despierto en medio de la noche con una erección que duele y no me queda de otra que desahogarme solo, pero no es solo un deseo sexual ilógico, es también las ganas de cuidarla que me surgen y que lo había sentido con Danielle, la veo tan frágil y delicada que eso me está volando los sesos.
Trato de no pensar en eso en este momento, estoy en un avión rumbo a la casa de Danielle, tenemos que empacar para su traslado a Canadá, ella no insistió mucho, parece aferrarse a cualquier posibilidad con tal de poder salvar su vida y yo agradezco eso, siempre se ha mostrado independiente y fuerte, pero a veces su enfermedad le deja ver la vulnerabilidad que habita en su corazón.
Cuando salí rumbo a Italia no dije nada a Hope, nos hemos dedicado a ignorarnos aunque por dentro yo quiera meter mi lengua en su boca y dejarla ahí unos buenos minutos, actuamos cuando es necesario, como cuando la vecina del piso de abajo llegó con un pie de manzana, una anciana que se ve más vital que yo, le pasé mi brazo por los hombros, a hope y la acerqué a mí con la excusa de que teníamos que parecer enamorados, ambos agradecimos y al final la actuación fue tan buena, que nos echó todo un discurso de como su esposo y ella duraron sesenta años casados y solo la muerte pudo separarlos.
Finalmente, el avión aterriza y se siente bien estar de vuelta en mi lugar, todo es familiar y me gusta la sensación, aunque me perturba un poco el hecho de que me sienta como si algo me estuviera faltando y no comprender muy bien de qué se trata.
Llego al pequeño departamento de Danielle, ese solía ser mi lugar favorito en mi adolescencia, quedábamos aquí con algunos amigos de la escuela para beber y pasar el rato, cuando al fin maduramos un poco seguía viniendo con regularidad para pasar el tiempo con mi mejor amiga, llegué a sentirlo más como mi hogar que mi propia casa.
A penas tiene una habitación, un pequeño baño y una cocina decente, pero Dani le da un toque femenino con sus decoraciones y lo mantiene limpio, toco la puerta de su habitación y ella casi sin aliento me indica que puedo pasar.
Su imagen me rompe en pedazos el alma, aquella mujer vital y llena de carisma, con sus mejillas sonrosadas y su cabello rubio perfectamente peinado y cuidado no está, tiene unas ojeras negras y profundas y está prácticamente en los huesos, acostada en su cama me mira y me regala una sonrisa que me termina de quebrar.
-Preciosa- Me acerco y tomo su mano delicadamente para posar un beso en ella.
-Mi Sol- Me saluda con el cariño que siempre la ha caracterizado
- ¿Cómo te va preciosa? – Cuestiono
-Estoy feliz porque ya casi nos vamos ¿Me ayudas a empacar? – Asiento y me indica donde tiene su maleta, guardo todo con premura y la ayudo a vestirse, con mucho respeto y delicadeza, como se lo merece.
El vuelo es al siguiente día en la noche así que me dedico a ser su compañía, le cocino, le doy de comer como a una bebé y le regalo las atenciones que sé que necesita.
Al día siguiente pasamos gastándonos bromas y recordando los viejos tiempos, en la tarde vemos la película de el niño de con el pijama de rayas y como siempre, ella termina llorando, para cuando se termina es hora de partir a Canadá, tomo su maleta de viaje negra y la maleta rosa de mano me la cuelgo, antes de pasar la puerta ella que viene detrás de mí me sujeta la mano y extrañado volteo a mirarla; hoy tiene mejor aspecto que ayer, sus mejillas tienen más color y su poco cabello que se ha negado a rapar, parece más brillante, tiene una sudadera que le queda gigante pero eso solo la hacer ver más tierna
- ¿Qué pasa, estás bien? - Cuestiono frunciendo el entrecejo con preocupación
-Quiero pedirte algo antes de irnos Solecito – Me indica y asiento antes de que me diga qué es.
-Por supuesto Dani, Dime qué necesitas – bajo la maleta al suelo y suelo la de rodachines.
- ¿Me podrías besar? - Y su pregunta me agarra desprevenido, pero tampoco lo pienso demasiado, me acerco a ella, acuno su rostro entre mis manos y acerco mis labios a los suyos.
Esperé este momento por mucho tiempo hasta que me acostumbré a la idea de que nunca pasaría, aprendí a ver a Danielle como lo que es: mi mejor amiga, su petición me tomó por sorpresa, pero no tanto como comparar el beso que le estoy dando, con el que nos dimos con Hope, busco en Danielle sentir lo mismo que sentí con aquella pequeña que me hace los días divertidos, me separo y nos miramos por un segundo
- No me quería morir sin hacerlo – lo dice a forma de broma, pero no me da risa – Al menos ya sabemos que no soy yo – Sonríe y sale en busca del ascensor.
Datos y cifrasEn 2020, 685 000 personas fallecieron por cáncer de mama en todo el mundo.Aproximadamente la mitad de todos los casos de cáncer de mama afectan a mujeres que no tienen factores de riesgo específicos aparte del sexo y la edad.El cáncer de mama se da en todos los países del mundo.Aproximadamente entre el 0,5% y el 1% de los casos de cáncer de mama afectan a varones.
