Capitulo II: La Reina

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Nami amaneció en aquella hermosa habitación de hotel hermosa de blancos muebles y con un ventanal doble del que entraba la suave luz de la mañana, sola, en una cama hermosa y grande tamaño King size de suaves sábanas color verde agua y un cobertor de lino, sola, dormida apenas en su ropa interior blanca de seda de encaje, y otra vez, completa-mente-sola.

Le dolía la cabeza un poco por la ingesta excesiva de alcohol y los recuerdos de la noche anterior vinieron a su mente, Luffy, inerte en un charco de su propia saliva con la cabeza en la mesa y la panza asquerosamente llena de tanto comer.

Se empezó a cabrear... acaso no eran algo así como pareja ahora? Durante la noche, mientras aún estaban en plena celebración, le había susurrado en el oído luego de servirle un trago.

-Luffy, le he solicitado al personal del hotel que nos prepare una habitación... para los dos-

Y nooooo, el impedido mental de su capitán solo había sonreído y le dijo, "Genial! Gracias Nami" como si la gran cosa, seguro había entendido que era una habitación para cada quien o alguna otra confusión, la cosa es que se había metido en la cama esperando que aquel se le apareciera a la mitad de la noche, hasta le había informado al staff del hotel que si el Rey Pirata preguntaba por ella, que le dieran la llave de su habitación.... Solo para despertar... por supuesto, SOLA.

Se vistió con la ropa nueva que compró el dia anterior, un atuendo de lo más veraniego, una mini falda blanca que tenía tres capas de tela y volados y le llegaba a la mitad del muslo y un top amarillo que tenía cuentas coloridas colgando y sandalias amarillas con suelas corridas.

Se veía muy fresca y con aspecto de turista, más que de pirata, aunque se colocó su cinturón en el que cargaba su clima tact enfundado en tres partes.

Al salir de la habitación, su humor se tornó más sombrío cuando se topó en el pasillo con Robin, que se veía de lo más relajada y feliz, con un vestido de verano carmesí con lunares y hasta se había recogido el pelo en una coleta alta dejando dos mechones caer a cada lado de su rostro.

"Buenos días navegante-san" porque, cuando Robin quería ser críptica le encantaba usar los títulos como para molestar un poco, "Y el capitán?"

"Y a mi que me preguntas, no se" dijo frunciendo la nariz y pasando junto a Robin de manera petulante con el mentón levantado.

"Vaya, por tu humor me imagino que has dormido sola esta noche"

"Y por tu sonrisa burlona me imagino que tu no" contestó más secamente de lo que en verdad le hubiese gustado, Nami no era de andar peleando con Robin y a decir verdad las dos mujeres usualmente se entendían muy bien.

Robin suspiró y decidió ser la que diera el paso atrás, "Todo a su tiempo Nami" y ofreció una sonrisa. "A mi, tampoco me resultó fácil el lidiar con un cabeza dura en su momento"

Nami, que sabía muy bien sobre la extraña –por decir poco- relación que llevaban Zoro y Robin solo suspiró, "Lo se Robin, lo sé..." y al final la mayor de las dos solo le apoyo una mano en el hombro a su amiga y juntas se fueron a tomar el desayuno.

La tripulación se dispersó nuevamente durante el día ya que el desfile empezaba a las siete de la tarde, Zoro, que no tenía intención alguna de escuchar más de esos escandalosos tambores, mejor se ofreció para cuidar a Sunny. Al fin, Franky y Brook pudieron disfrutar de la ciudad, extrañamente, sus apariencias inusuales –por no decir aterradoras- no alejaban a los curiosos, al contrario, se encontraron hasta firmando autógrafos.

Al parecer la ciudad no reparó en gastos para hacer sentir al Rey Pirata bienvenido... y como todo un Rey, en el palco colocaron una hermosa silla labrada de madera y a sus costados sillas igual de bellas pero más bajas. El elegante palco tenía una vista espectacular y de primer plana hacia los diversos grupos que marchaban y había personal encargado de atender todo lo que la tripulación deseara.

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