XII- Got Me Looking So Crazy

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Era de noche, las estrellas brillaban opacadas por las luces de la ciudad. En realidad, los agentes del Karma Police no tenían un horario fijo. Cada uno fijaba un horario, algo parecido a una rutina diaria con sus superiores. El superior directo de Ryan era "Él", y "Él" dejaba que Ryan llegase a la hora y se fuera a la hora que quisiera mientras estuviera cumpliendo con su trabajo. Nadie se preocupaba si es que se iba tres horas más temprano o tres horas más tarde, pero esta vez había sido una excepción. Solía irse cuando ya comenzaba a atardecer. No tardó mucho en llegar al edificio; ya se sabía la dirección. Bajó del auto y subió descuidadamente.

Al llegar arriba, dió un largo suspiro antes de tocar la puerta. Tenía la cabeza ligeramente nublada. Probablemente por la falta de nicotina. Tocó el timbre con sus finos dedos y esperó. Por fin, vió que la puerta estaba cerrada con llave. Eso era lo mínimo que podría necesitar, siendo el jefe del mercado negro. Esperó más tiempo. Sus zapatos marcaban un ligero ritmo mientras sus ojos recorrían el resto del pasillo. Esperó más. ¿Habría oído el timbre? Tocó otra vez. Pasó algo al rededor de un minuto y medio antes de que volviera a tocar. Okay, ahora definitivamente debería haberlo escuchado. Más que creer que no estuviera o que algo malo le había pasado, pensaba que lo estaba ignorando. ¿Pero por qué haría eso? Nadie lo ignora. Tampoco es como si tuviera motivos para hacerlo. Justo cuando estaba a punto de tocar otra vez, la puerta se abrió, revelando un Brendon cansado, vestido en una fina bata negra de seda, descalzo. El castaño sintió un brusco impulso de besar su cuello, justo debajo de su mandíbula, aquel lugar que lo hacía gemir levemente. Lo deseaba demasiado. Trató de quitarse el pensamiento de la mente. El pelinegro, cruzado de brazos, alzó las cejas.

—Ryan.—más que un saludo, sonó como un quejido.

El castaño hizo un ademán con la cabeza, algo como un saludo. Tragó, una sensación de sed en su garganta. Era la piel del menor que causaba todo esto. Él, su cuerpo, su rostro, todo. Lo necesitaba tanto... Sacudió la cabeza, alejando el pensamiento otra vez.

—Brendon, esperaba que...—antes de que pudiera continuar, el pelinegro lo interrumpió. Sus dedos se movían frenéticamente, entrelazándose y luego soltándose. Llevaba lentes, de marcos negros igual que la bata.

—No estoy para esto. No otra vez—se encogió de hombros, quitándole importancia. Ryan frunció el ceño—. Mira, si tu intención es venir todos días rogando por sexo, yo también soy una persona decente y tengo cosas que hacer. Y más que todo, tengo sentimientos. Digamos que me siento... ligeramente utilizado.

—Debes estar bromeando—dijo Ryan, incrédulo. Aparte de que era literalmente el trato que habían hecho, Brendon parecía adorarlo. Hace unas noches atrás, no parecía como que tuviera algo en contra de lo que estaban haciendo. Trató de continuar hablando, siendo interrumpido nuevamente.

—No. Yo trabajo también. Necesito unas vacaciones.—aclaró Brendon, su voz amarga y cargada de ironía. Tomó la manilla de la puerta como si estuviera dispuesto a cerrarla—. No estoy de humor.

La vista del mayor fue hasta su mano, que temblaba ligeramente. Había algo en su voz que dejaba ver debilidad. No era eso lo que quería. Estaba mintiendo. Había algo que lo estaba haciendo decir eso. Volvió a mirarlo a los ojos.

—Brendon.—dijo, como si no necesitara decir nada más. Su tono era ligeramente amenazante. Tal vez si lo presionaba, el pelinegro se rendiría. Trató de agarrar su mentón para besarlo, pero Brendon se apartó en un gesto de impotencia.

—¿Sabes qué? Sólo vete.

Esta vez, su voz se quebró al final de la oración. Fue lo último que dijo. Después de eso, cerró la puerta con fuerza y dejó a Ryan solo en el pasillo. ¿Acababa de hacer lo que había hecho? Ryan frunció el ceño. Su brazo seguía en el aire. Tocó el timbre con impaciencia. Había venido a hablar, pero el pelinegro ni si quiera lo había dejado. Nadie respondió.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now