Sus palabras me afectaron. Últimamente me confundía mucho, en especial desde el incidente con SeulGi. No dejaba que él conversara demasiado con otras chicas como él no me dejaba acercarme a otros muchachos.

A quién engañaba, tenía que dejar de mentirme a mí mismo. Sí lo quería. 

Ya lo había dicho muchas veces, también admitido, pero esta vez reconocía que lo quería en un porcentaje mayor a un cuarenta por ciento. Diría que llegaba a un noventa. 

Y eso era crítico.

Sin embargo, me gustaba. Era agradable querer a alguien. 

Cuando terminé de cambiarme de ropa, salí junto con SunMi y mi madre nos dijo que debíamos ver los vestidos de damas de honor de las chicas y podríamos irnos. Excepto HyunJae, quien iría a ver que el lugar donde se haría la boda fuera perfecto para el evento. 

Ese era otro tema que me gustaba. A pesar de que fuera secreto.

Park me había dicho que como él no podía ver mi esperado traje hasta la boda, yo no podría ver el lugar donde la harían. Era una sorpresa. Me permitían elegir el color de las cosas: Las servilletas, la lista de invitados y demás, pero como no me entusiasmaba la organización, dejaba eso en manos de HyunJae y el gusto de JiMin.

No presté mucha atención al color y a la textura que deberían tener los vestidos para que combinaran con mi vestuario. Me puse a pensar en el pelinegro y cómo se sentiría estar en su lugar. Pero me abrumé muy rápido y desistí. 

Sólo me puse de acuerdo en que tenía que hacer algo para que los demás se dieran cuenta que esto no me daba lo mismo, que de verdad me importaba Park.

Y tuve la solución frente a mis ojos después de dos horas en que las chicas se probaron vestidos. Cuando íbamos saliendo de la tienda, sobre el mesón que tenían en la recepción había folletos dedicados a actividades que hacían las parejas antes y después de casarse. Uno en particular llamó mi atención.

No era el más indicado, sabía que no tenía ese talento al contrario de JiMin, pero tendríamos que hacerlo frente a todos y lo mejor sería no pasar una vergüenza y pisar sus pies hasta que sangraran. Nos inscribiría en clases de baile.

Saqué un folleto del mesón y lo escondí en mi bolsillo de mi chaqueta. Mi madre fue a dejar a cada una de las chicas a su casa, a HyunJae la vino a buscar Tae –a quien nombraba como su chofer personal- y después, finalmente, nos fuimos a casa a descansar.

Escondimos el conjunto en mi armario, cubierto por un protector para que no se ensuciara ni se lo comieran las polillas y cuando al fin me dejaron solo, no sin antes una mirada veloz de SunMi que expresaba que nuestra conversación estaba pendiente, busqué mi celular y marqué el número que señalaba el folleto.

Acordé las horas por las tardes después de clases en los días en que Park no trabajaba en la pastelería. Imaginaba el rostro que pondría. Tenía dos opciones: Alegrarse por poner de mi parte y dedicarme en la boda o enojarse otra vez por arreglar cosas sin su permiso. Cualquiera de las dos me servía, lo obligaría a ir aunque no quisiera.

En la noche, a la hora de cenar, él llegó tarde. Lo trajo Tae, quien también venía con su hermana, y ellos se quedaron a comer. No suponían ningún problema, Tae era muy divertido y alivianaba el ambiente en la mesa. HyunJae habló sobre la gran producción que tenía para "nuestro día especial" y lo mucho que se estaba esforzando. Su cabello fosforescente me distraía y muchas veces SunHee me dio un codazo para que no la mirara tan raro.

El pelinegro no habló mucho, se veía cansado y con ojeras y tampoco probó bocado. Más de una vez tosió y bebió agua con desesperación. 

Lo había contagiado. Se notaba a kilómetros, sin mencionar que él me cuido mientras yo estuve en reposo. Fruncí el ceño. Si él estaba enfermo, eso significaba que no podría bailar o de lo contrario se agotaría y podría empeorar. Hice una mueca; pensé que mi plan funcionaría, pero ya veía que las cosas nunca salían como lo esperaba.

cásate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora