Never said goodbye!
"El número que esta tratando de localizar esta apagado o temporalmente fuera del área de cobertura".
- Vamos Armin...
Había marcado por milésima vez el número del chico rubio y por milésima vez la había mandado al buzón de voz.
- Bien Armin, cuando puedas llamarme hazlo, quisiera hablar contigo.- se quedó unos segundos en silencio antes de continuar.-...se que estuvo mal lo que hice así que...quiero disculparme, estoy esperándote donde siempre y bueno...te espero.
Guardó su teléfono en el bolsillo de la chaqueta y sopló aire caliente en sus manos, la chica se encontraba sentada en el banco del parque, exactamente a las cuatro de la tarde como todos los viernes, se suponía que el chico rubio ya debería estar ahí, ¿que era lo que le estaba tomando tanto tiempo?.
Ya habían pasado poco más de dos semanas desde que no hablaban, era la primera vez que el muchacho había tomado esa actitud, por lo regular, cuando llegaban a pelear solo estaban unas pocas horas sin hablarse y después todo eran disculpas, besos y abrazos.
Pero esta vez fue diferente, era como si hubiera apagado su teléfono para ella, no contestaba llamadas ni mensajes, por más veces que tocaba la puerta de su casa este no abría, incluso cuando se quedaba parada fuera por horas esperando que la perdonara o llegara, en caso de que en ese momento no se encontrara.
Su corazón se movió incomodo, ella sabía que debía pedir perdón por el bien de la relación, si es que aún había una relación por la que seguir luchando.
Las lagrimas picaron sus ojos, pero se contuvo, sabía que Armin no era así, no era de los que guardaban ese rencor en su corazón, sabía que él la amaba con cada parte de su ser y sabía que pronto todo volvería a ser como antes.
O al menos, de eso quería convencerse.
- ¿Quizás ya está en el café?.- miro a ambos lados del camino antes de levantarse, quizás al chico se le hizo tarde y ya este esperándola allá.
No sería la primera vez que pasa eso, así que ella se levantó para caminar hacía el café donde acostumbraban ir todos los viernes por las tardes.
Las calles se encontraban un poco solitarias, hacia mucho frío pues, había caído una ligera nevada por la mañana y la gente prefería quedarse arropados en sus camas; si hubiera sido por ella, hubiera preferido quedarse en casa de Armin bajo las cobijas, viendo alguna película y dándose cariños de vez en cuando.
Era extraño caminar sola por ese rumbo, era extraño no ir tomada de la mano del muchacho, era extraño no ir hablando de algo y era extraño no escuchar la voz del pálido chico hablando de cuanta cosa inteligente se le ocurriera.
Se encogió hacia adelante para intentar hacerse más pequeña e intentar conservar mejor el calor, hundió las manos en las bolsas de la sudadera y apresuró el paso, sus pies dolían por el frío y sentía sus extremidades entumecidas.
Para su suerte solo tuvo que caminar un par de calles más para encontrarse parada frente al café.
No perdió tiempo en entrar, el dulce aroma de los pasteles inundó sus fosas nasales, el calor chocó contra su rostro en una cálida y agradable sensación; pasó su mirada por todo el lugar en busca de cierta melena dorada, pero no había ni rastro de él.
Igual que las calles, la cafetería se encontraba casi vacía, así que decidió sentarse en la misma mesa de siempre a esperar cualquier señal del chico; sacó su teléfono y volvió a llamar, pero nuevamente este no contestó.
