Capítulo III

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Andros y Honora salieron del castillo por la gran puerta frontal. Adelante de ellos, se extendía un enorme patio. En días normales, era un extenso espacio verde y gris con una sola fuente en el medio. Pero hoy estaba lleno por el Torneo. Había tiendas donde caballeros y sirvientes armaban todo lo requerido para las tres pruebas. El resto del espacio estaba ocupado por gente. En cuanto se había esparcido la noticia de la maldición de la Princesa Luna y el Torneo para salvarla, gente de todos los pueblos de Abdona habían ido a la Ciudad Capital. Incluso había varias docenas de personas provenientes de Kanira y Laryan, reinos vecinos de Abdona. Todos reunidos para escuchar lo que el Rey Andros y la Reina Honora tenían para decir sobre la horrible maldición que había tomado a su preciosa hija la noche anterior.

Al ver al rey y la reina, todo el público se quedó en silencio. Andros miró a su mujer, quien le sonrió y le apretó la mano suavemente. El rey respiró profundamente y miró a la audiencia expectante.

-Muchas gracias a todos por venir. -agradeció el rey. -Cómo todos ustedes ya saben, ayer, después del atardecer, Luna sufrió una maldición que la convirtió en una estatua de metal. Cuando, cómo y porqué sufrió tal acto de magia negra, no lo sabemos. El hada que habita en el Bosque Gigante nos dijo que la única forma de destruir magia tan oscura era que alguien la salve y le de un beso de amor verdadero. Luna está atrapada en una torre custodiada por un dragón... En las Tierras de Ningún Hombre. -el público soltó un suspiro de angustia. Todos conocían las horribles leyendas sobre las Tierras. Solo quienes eran suficientemente audaces (o quiénes directamente querían morir) se animaban a cruzar terrenos tan peligrosos. Andros alzo su voz para ser escuchado -Es por eso que el hada nos recomendó organizar un Torneo. Quienes quieran salvar a Luna con nuestra bendición, deberá competir el uno con el otro. Habrá tres pruebas que pondrán en evidencia la fuerza física de los competidores. El ganador será el más apto para atravesar las Tierras de Ningún Hombre y salvar a la princesa. -Andros quedó en silencio mientras la gente procesaba lo que el Rey había dicho.

-Habrá tres pruebas -anunció Honora, dando un paso al frente. -La primera será Natación. Cómo logren soportar el cansancio y manejar su resistencia los ayudará en el viaje a las Tierras. La segunda prueba será la arquería, los arcos les serán muy útiles en la pelea contra el dragón, y para alcanzar la habitación de Luna, que está en lo más alto de la torre. La tercera prueba será las espadas, que serán más efectivas que los arcos en la batalla con el dragón. En cada prueba, cada uno de los competidores recibirá un puntaje provisto por mí, mi marido y nuestros cinco consejeros. Les pedimos a quien participe del Torneo, que se prepare. Comenzaremos en media hora.

El silencio se convirtió en barullo. Algunas personas empezaron a murmurar ansiosas, otras con preocupación, y el resto empezaron a ponerse en movimiento hacia el lago, donde empezaría la primera prueba del Torneo.

Había nueve hombres dispuestos a salvar a Luna, ni más, ni menos. Podría haber sido más hombres, pero las noticias del dragón que custodiaba la torre y las Tierras de Ningún Hombre habían asustado a muchos, incluido aquellos que decían ser los más audaces. Ocho de esos competidores eran seis caballeros de Abdona, un caballero de Kanira y el menor de los ochos príncipes de Laryan. El último competidor era un hombre misterioso que nadie conocía.

El hombre misterioso tenía una armadura que lo cubría de pies a cabeza. Los rayos del sol hacían que la armadura brillara con un hipnotizante resplandor plateado. No había mucho más que decir, puesto que todo lo que había del caballero era la armadura: no se le podía ver los ojos ni las manos, ni nada. Todo su cuerpo estaba completamente cubierto de metal. Y como el público estaba a punto de averiguar, el caballero nunca se quitaba la armadura.

Todos empezaron a acercarse al lago Ercilia, un enorme lago de ocho kilómetros. El lago era tan hermoso que podía quitar el aliento de cualquiera, en el agua se podía ver el reflejo del sol y los árboles alrededores. No había barandas ni asientos ni estadios ni nada. No era para menos: el Torneo no era un espectáculo. Era una forma de elegir a un hombre para que arriesgara su vida para salvar a una joven de un acto de magia negra.

Todos los competidores empezaron a sacarse lo que tenían puesto, hasta quedar en ropa interior. Todos estaban en muy buena forma física. El Caballero de la armadura plateada no se la quitó, sino que se la dejó puesta. Cuando uno de los caballeros de Abdona le sugirió quitarse la armadura para poder nadar mejor, el Caballero Plateado dijo con un susurro audible solo para los mas cercanos a él:

-Estoy bien así.

Andros y Honora se miraron nerviosos. Ya tenían suficiente que lidiar cómo para estar pensando en tal caballero inusual. Así que lo dejaron pasar. Total, no podían obligarlo. Cada uno estaba en el Torneo por elección propia.

Los monarcas se sentaron en sus Asientos Reales que habían sido puestos en cierta orilla del lago donde se podría ver toda la carrera. Los Cinco Consejeros de Abdona se quedaron parados a cada lado de los Asientos, vistiendo ropas elegantes de puro color verde.

Cuando los reyes estuvieron sentados y todo el público se hubo acomodado en las orillas, un Caballero de Abdona hizo un gesto de preparados hacia los competidores. Los nueve competidores se agacharon, preparados para saltar al agua. Cuando el caballero bajó la mano, los competidores saltaron.

Los competidores tenían que nadar de una orilla a otra en la zona más pequeña del lago, la cual mediría un kilómetro y medio, dando así veinte vueltas. Tal prueba era necesaria para atravesar el Arroyo de Huang He. Sorpresivamente para todos, el Caballero Plateado nadaba con igual o incluso más agilidad que los demás competidores. La armadura no parecía impedir en lo más mínimo las brazadas. En un momento alcanzó a los dos competidores que estaban en primer lugar en la carrera de agua, y antes de que la gente pudiera procesar lo que estaba sucediendo, el Caballero Plateado superó a todos, y alcanzó la orilla. Se levantó casi sin ningún esfuerzo, mientras que la armadura chorreaba agua por todos lados. Después de unos segundos expectantes, el público vitoreó.

"¿Quien demonios es este tipo?" Pensaron Andros y Honora al mismo tiempo. 

Finding True LoveWhere stories live. Discover now