— ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? — le pregunta Íngrid golpeando la cabeza del chico
— Eh Eh, ¿qué pasa? — Marcos vuelve en sí
— ¿Le estabas mirando el culo a mi hermana? — grita la chica a suficiente volumen
— ¡No!
— Bueno...— comenta Ibai
Marcos sale molesto de la cocina y va hacia la piscina, pero como siempre como si de un obstáculo se tratase: ella está allí. Quiere saber como es, lo que le gusta, lo que no, cuidarla... Quiere conocerla. Pero le pilla infraganti observándola.
— Como espía no te ganarías muy bien la vida.— ríe Elena
— Futbolista mejor, ¿entonces?
— Pues no te he visto nunca jugar, así que no sé que decirte...
— ¿Has visto a tu cuñado y no te has fijado en mí? — pregunta Marcos quitándose la camiseta, después tirándose a la piscina y nadando hacia ella
— Si eres tan prepotente como me estás pareciendo...
— ¿Yo? — dice el chico sacando músculo
— Sí, tú.
— Estás hablandome, sabía que me perdonarías.— ríe Marcos
— Cariño, yo no te he perdonado.— dice la chica acercándose a ella
— Pues aún así podrías venir a verme entrenar.
— Ni de coña.
— ¿Por qué?
— Ni que fueras el centro del mundo, imbécil.
— Del tuyo sí.— Marcos la agarra de la cintura y la atrae hacia sí — No sé que tienes Elena, no lo sé.— susurra en su oído haciendo que se estremezca
— Dímelo tú.
— ¿Me estás tocando el culo? — pregunta Marcos riendo al sentir la mano de la chica
— Tú me lo has mirado a mí, yo voy más lejos.— sonríe pícaramente
Y aún así, ella no podía apartar sus ojos verdes de los azules de Marcos, pero no tarda mucho en reaccionar y no caer de nuevo. Se prometió una cosa tras lo ocurrido con sus dos primeros novios, y es que no volvería a enamorarse.
Decide salir de la piscina.
— ¿Te vas?
— ¿Te importa?
— Pues sí.
— Claro, claro.— dice la chica mientras comienza a subir las escalerillas
— ¡Espera! — dice el chico tirándola de nuevo al agua
— ¿Qué quieres Marcos? ¿¡Qué!?
— Apuesto lo que sea a que antes de volver a Bilbao me perdonas.
— Yo apuesto a que no.— dice Elena aún pegada al chico
— Y si gano me das un beso.
— Más quisieras.
— ¿Tienes miedo?
— No.
— Pues acepta la apuesta.
Un silencio inunda el momento, cuando ella decide que es el mejor momento, lo rompe:
— Si yo gano no volveremos a vernos jamás.— se suelta del chico y sale de la piscina
— No aguantarías mucho sin verme.
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Aprender A Quererte | Marcos Llorente
FanfictionNi que fueras el centro del mundo, imbécil.