CAPÍTULO 22 | La página número 24

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Me dirijo a la sala, al mismo tiempo en el que el resto de los chicos lo hacen. Los cuatro nos encontramos en las puertas: puedo comprobar que las de ellos—eso significa que las de todos—estaban abiertas. ¿Por qué? ¿Qué significa? Me cuesta concentrarme, y más que nada me cuesta imaginar que sucedió algo más luego de que Joey desapareciera. No oí sus palabras, aunque puedo jurar que no estaban dirigidas a mí.

—¿Qué acaba de sucedeg?—pregunto, siendo el primero que se atreve a decir algo.

Brenton niega con la cabeza, sin decir nada. Freddie, por primera vez desde que llegamos, también cierra la boca en lugar de dar una respuesta. Me giro hacia la habitación de mi derecha para ver a la última persona que aún no ha decidido no dar respuesta alguna, es el único del resto que menos se relaciona. Pensaba que yo sería el que se la pasa encerrado, alejándose de las personas, pero es evidente que alguien me ha robado el puesto. Se trata de Cameron. Estoy seguro de que ese era su nombre. O, al menos, de que comenzaba con C.

Cómo sea. Lo miro, en silencio, a la espera de una respuesta. Al menos una, la que sea. Este se ve sorprendido pero no por mi paciencia, sino por lo que sea que recuerde.

—Joey estaba provocando a Heather—dice en un susurro tan bajo cuando finalmente toma la fuerza para hablar.

—¿Joey?—inquiero—. ¿Quién es Joey?

Como tanto esperaba, es el turno de Freddie al habla.

—Tengo entendido que es algo así como la creadora de 00:00, pero yo pensaba que ese era Richard. ¿Acaso se pelean por tener los derechos de un juego macabro? Porque creo que todo esto es algo ilegal, tan solo un poco, y les convendría no asumir culpas...

Brenton comienza a avanzar, interrumpiendo a Freddie, como si hubiese visto algo. Sale de la casa. Soy el primero en seguirlo, sin tener ningún tipo de intención de quedarme con Freddie a charlar. Una vez fuera, entiendo a la perfección la razón que sacó a Brenton de su ensimismamiento. Yo no había alcanzado a oírlo, pero ahora que lo veo—y lo escucho—me pregunto cómo he estado tan sordo hace tan sólo unos segundos. La imagen que tengo delante es extraña: Maddie está intentando hablar con Bradley, a gritos, mientras esta patea con evidente enojo la puerta de salida. Esta vuelve a estar cerrada, como si no hubiese estado abierta hace un momento. Aunque, ahora que lo pienso, ¿lo estaba? Porque nunca nos dejaron salir. Fue una forma de engañarnos a todos, y vaya si lograron que picáramos el anzuelo. Fuimos tontos. Muy tontos. Patéticamente tontos. Pero, aún así, ya lo hicimos. Y ahora... Bradley está enfadada.

—Hey—dice Brenton, alzando la voz para atraer la atención de ambas. Pero es ignorado—. ¡Hey!

Presto atención a lo que Bradley está gritándole a la puerta, aunque es evidente que esta no puede oírla. No sé por qué lo hace. Por qué grita. No lo entiendo.

—¡Vete al infierno, Joey! ¡Eres una grandísima hija de puta! ¡Hablo en serio!

Antes de que quiera darme cuenta, todos estamos expectantes a la situación. Brenton se acerca a ellas, aparta a Maddie y toma a Bradley con ambos brazos para alzarla. Esta se resiste, pataleando, pero no consigue zafarse del agarre de Brenton de esa forma, así que intenta con golpearlo. No sé cómo, pero consigue voltearse lo suficiente como para propinarle un buen golpe con el puño en el lado izquierdo de su cara. Alterado, Brenton suelta a Bradley y esta cae, alejándose del joven.

—¿Qué mierda te sucede?—le espeta él a ella, tocándose el pómulo. Al parecer, le dio de lleno—. ¡Estás demente!

Bradley no tarda en ponerse de pie para darnos la espalda a todos los que nos limitamos a observa desde la lejanía de la situación. Al pensar en mí propia existencia, caigo en la cuenta de algo que no había notado: aún traigo el cuaderno de tapa dura conmigo. Lo tengo justo debajo del brazo derecho, pero no me había dado cuenta.

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