Suspiros.
Lágrimas.
Y despedidas.
— Prométeme que nunca me olvidarás, Ty. — los ojos del castaño estaban empapados, todos en el aeropuerto los veían con una sonrisa rota.
— Nunca lo haré, Joshie.— ambos chicos tenían sus frentes unidas y las manos sobre las mejillas del otro.
— No te preocupes por mí, sigue tu sueño de ser músico. —Mencionó entrecortadamente el más bajito.
— Pero mi sueño es estar a tu lado. — susurró el castaño.
— Tyler, no puedo obligarte a que te quedes.— Josh miró a esos ojos que tanto amaba.
— Lo sé, Joshie.— sorbió su nariz Tyler, separándose lentamente del calor de Josh pero manteniendo unidas sus manos.
—Considérame esos amores de verano. — sonrió débilmente Josh.
— Con la diferencia que te tuve tres.
— Lo sé.— suspiró Josh, esto era demasiado pesado para él.
— Extrañaré a Fan. —comentó Tyler, Fan era el gatito rubio que habían adoptado hace algunos años atrás.
"Pasajeros del vuelo 1806 con destino a Ohio, favor de pasar a abordar."
— Es el tuyo, Ty.— mencionó Josh, abrazando nuevamente a su amado.
— Ya lo sé. Joshua, voy a regresar. Por ti. Formaremos una banda y nos iremos a viajar por todo el mundo. — rió el más alto, causando conflicto con sus lágrimas.
— Te esperaré en nuestro hogar, Ty. Tienes la llave. — y besó a Tyler con ternura y delicadeza como si fuera la primera vez que lo hiciera. Nuevamente se escuchó el anuncio de abordaje.
Tyler tomó su mochila roja y se dirigió al túnel que lo conectaría al avión. Dio el ticket y antes de seguir caminando a su futuro, miró sobre su hombro al hombre que más había amado, brindándole una tierna sonrisa.
5 años después...
— ¿Tyler? ¿Qué haces? — el chico ahora pelirrosa exclamó con sorpresa al abrir la puerta de su departamento.
— ¿No te alegra verme? Te prometí que regresaría. — comentó el castaño que ya era más alto que el tintado, abrazándolo por sorpresa.
— No puedes estar aquí.— comentó Joshua, nervioso separándose del abrazo.
— ¿Disculpa?— se separó Tyler realmente confundido.
— Josh, amor ¿quién es? — una voz femenina sonó detrás de él.
— Debby, ¿recuerdas que te hablé de mi mejor amigo de la adolescencia Tyler? —Eso fueron como acuchilladas en el corazón de Tyler, un nudo en la garganta surgió y las piernas comenzaban a temblarle.
— Ah, mucho gusto. —sonrió la pelirroja ofreciéndole la mano.
— Hola. —sonrió cortamente Tyler cuando contestó el saludo.
— Quédate a cenar. —Comentó Debby.
— Sólo venía de paso, tengo que buscar un hotel donde quedarme y desempacar. — la verdad él no tenía idea de qué haría.
— Podrías quedarte aquí. Hay una habitación extra.— comentó Debby sonriendo, mientras que Josh estaba sudando de ansiedad.
— Sí, lo sé. — La chica frunció las cejas confundida.
— Tyler vivió conmigo aquí, ¿recuerdas? — comentó Josh, tomando los hombros de la chica.
— Ah, claro. Insisto Tyler.— Debby de apartó de la puerta para que el alto entrara.
— Está bien. — Caminó a través de la puerta acompañado de sus dos pequeñas maletas rojas.
En seguida observó a la pequeña mascota, acostada en el sillón.
— Fan, Fan. Hola gatito. —el castaño intentó acariciar al pequeño animal cuando este lo rasguñó causándole una cortada en la muñeca izquierda.
— Hey, Fan no. — regañó el incómodo Joshua, apartando al gato de Tyler.
— Ni el gato recuerda quién soy. — murmuró bajito Tyler, pasando su dedo por la cortada.
— ¿Disculpa? — preguntó Debby.
— Que ya extrañaba al gato, recuerdo cuando lo adoptamos. — sonrió débilmente a Josh y luego a Debby quien en seguida le brindó una bandita para la cortada.
Después de la pesada cena llena de preguntas acerca de la amistad de los dos hombres, Debby lleva al cuarto de huéspedes a Tyler, quien agradece la amabilidad y se dispone a desempacar, encontrándose con viejas fotos de ellos dos. Encuentra una donde están los dos pintando un gran cuadro con muchos colores, como si fueran gotas cayendo.
Tyler no sabe cuántas horas han pasado pero ya todos están dormidos por lo que salió de la habitación, y recorrió el que alguna vez fue su departamento.
En serio quería regresar con Josh antes, pero no pudo decirle a lo que realmente regresaba a Ohio. Él nunca lo hubiera permitido.
Echó un vistazo al lugar, seguían teniendo el mismo cuadro de la foto en la misma pared, seguía teniendo las mismas velas con el mismo olor, la misma mancha en el sofá y la ventana seguía rota.
Se acercó al umbral de la ventana y sacó la cajita azul aterciopelada que tenía en su bolsillo derecho, la abrió y ahí estaba el precioso anillo de oro blanco que tenía grabado en la parte de adentro su nombre.
La vista se le nubló, lo único que lo alumbraba era la luz de la Luna y su débil corazón.
Tyler miró su mano izquierda, su dedo anular y retiró el anillo que traía puesto, igual al de la pequeña caja pero con la diferencia que tenía grabado el nombre de Josh.
Sus ojos pesaban y ardían, no quiso aguantar más y empezó a soltar lágrimas, pero no emitía ningún sonido. Sólo admiraba la ahora insignificante caja.
Tyler supo todas las cosas estaban intactas...
excepto él.
