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Ambos muchachos se quedaron en los baños hasta que ningún alumno o profesor esté en los pasillos del gran instituto.

Cuando no escucharon absolutamente nada, salieron, no sin antes asomarse por la puerta y mirar a todos lados asegurándose de que ningún alma esté en los amplios corredores.

-- ¿Ahora qué? -- preguntó Taeil, en respuesta Johnny se encogió de hombros.

-- Vamos por aquí -- hizo un ademan con las manos para que lo siguiera.

Los dos comenzaron a caminar por los pasillos levemente encorvados, hasta llegar a una de las puertas que llevaban al gran jardín que tenía el instituto en la parte trasera.

-- ¿Qué hacen acá?.

Ambos voltearon alarmados, listos para encontrar al director o algún maestro parado detrás de ellos, con la típica mirada recriminatoria y un "Llamaremos a sus padres", miles de excusas --en cuestión de segundos-- vinieron a la mente de ambos chicos dispuestos a suplicar... pero al voltear soltaron todo el aire que inconscientemente contuvieron al reconocer aquella cabellera rojiza y ojos penetrantes.

Taeyong estaba ahí, con un pase que indicaba que iba al baño colgando en su cuello, siempre con su bien planchado uniforme, dando un aire de ser alguien pulcro, dejando de lado su cabello rojo abierto de lado y perfectamente engominado hacia atrás.  

-- No le digas a nadie Lee -- hablo Johnny.

-- ¿Qué gano por guardarles el "secreto"? -- preguntó Taeyong cruzándose de brazos con una media sonrisa y alzando un ceja.

Taeil rodó los ojos divertido y sacó quince mil wons.

-- Esto -- se lo dió, haciendo que Taeyong lo aceptara gustoso y sonría.

-- Uh, yo no vi nada -- guardó los billetes en su bolsillo y siguió con su camino, no sin antes voltear y guiñar un ojo.

Johnny soltó una leve risa y agarró de la mano a Taeil, haciendo que el corazón de este último volviera a latir rápidamente.

Siguieron su camino un poco apresurados y con cautela para salir al gran jardín, pasando desapercibidos de cualquier profesor por las ventanas de cada aula.

Johnny comenzó a correr sin soltar a Taeil, haciendo que corra junto a él una vez fuera del la Institución.

El día era hermoso; estaba despejado, el sol daba el calor necesario y la brisa era perfecta, nada podía arruinar ese día, absolutamente nada.

Taeil tropezó, cayendo al cesped, jalando a Johnny y haciendo que este cayera a su lado. Y rieron. Rieron hasta el punto que sus estomagos les doliera y algunas lágrimas se asomen por sus ojos sin ningún motivo.

Se sentían felices. Se sentían felices de estar juntos, por tener la compañía de ambos.

Dependent ;; JohnIl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora