❄III. Su yo mala❄

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     Un día de invierno, para ser exactos a dos día de nochebuena, en un lago congelado cerca de casa, Madeleine patina a gusto, con su vestido azul que le llega hasta los tobillos, con sus patines amarillo pollito y con un abrigo del mismo tono, ...

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     Un día de invierno, para ser exactos a dos día de nochebuena, en un lago congelado cerca de casa, Madeleine patina a gusto, con su vestido azul que le llega hasta los tobillos, con sus patines amarillo pollito y con un abrigo del mismo tono, ademas, tiene su gorro y  su guantes de color verde menta el cual le dan un aspecto desaliñado a su atuendo, pero, a pesar de no estar combinada se ve hermosa como una princesita, sin embargo, aunque sus movimientos son delicados y precisos aún le falta aprender.

     Tropieza descuidadamente con sus propios pies y cae contra el duro hielo, un poco desorientada trata de incorporarse pero un golpe en el suelo la detiene, por un momento se queda quieta con sus músculos tensos pero como no escucho ni sintió nada más se relaja creyendo haberlo imaginado pero, otro golpe se siente y luego otro y otro, aturdida por la horrible idea del saber el causal de los golpes inmediatamente limpia la superficie de hielo con frenesí, al otro lado de este una persona lo golpea desesperadamente, asustada da un brinquito acompañado de un grito, se lamenta mentalmente al haber acertado con su idea, trata de concentrarse y vuelve a mirar la capa de hielo que se interpone entre el agua y ella... para su desgracia son dos personas las que están en un estado de agonía y esas personas son el padre y la madre de la niña. 

      La infante entra en estado de Shock no lo comprende, no quiere creer que esos son sus padres, finalmente desecha esa idea y se convence de que esto es real y que debe de salvarlos o de lo contrario morirán ahogados o de hipotermia.

     Su garganta de aprieta y sus ojos se humedecen, con desespero golpea la superficie del hielo, cada vez lanzando golpes más fuertes, entrelaza sus manos haciendo un solo puño lo deja caer con tanta fuerza que su dedo meñique se rompe, soltando un alarido de dolor acuna su mano lastimada, siente como sus manos palpitan por el dolor, aun así se dice así misma que esto no la va a detener que tiene que seguir intentándolo, así que se dispone a dar otro golpe cuando una carcajada desenfrenada la sobresalta.

      Al elevar la mirada, a la distancia ve a una niña con un abrigo de capucha de color negro cortando un gran trozo de hielo con una sierra y sucesivamente arroja a sus padres por el hueco que anteriormente había hecho, la otra niña sigue riendo  maniáticamente  y la señala, de un momento a otro se encuentra al lado de Madeleine, está suelta un grito y se percata de que la niña es igual ella, entra en estado de shock nuevamente, quería salir corriendo pero sus piernas no responden a las órdenes que da su cerebro, su otra yo da un paso más cerca y a Madeleine como si le hubieran quitado el hechizo de inmovilidad salió despavorida en dirección al bosque... con la respiración acelerada y las lagrima derramándose por sus ojos escucha la siniestra risa de su otra yo cada vez más lejana.

     Cuando ya no puede seguir corriendo y no escucha nada se detiene al lado de un árbol apoyándose en este, jadeando y temblando, baja la vista y se sorprende al ver que no lleva sus patines, corrió toda esa distancia dentro del bosque sin zapatos y sin medias, sus pies están de un tono azul pálido por el frío. Frunce el ceño no entiende como paso eso pero comienzan a dolerle y con ello su respiración se hace cada vez más pesada. Al tratar de incorporarse y mirar al frente se encuentra con su yo mala.

¡¡Los matamos!! ¡¡tu deseo ya se cumplió!!— Susurra en su mente.

     Ella da brinquitos de emoción y gritos de satisfacción pero terminó por desplomarse a sus pies. Madeleine no se mueve en absoluto solo observa a su otra yo tirada en el suelo, su sierra ha desaparecido, y su expresión se torna seria.

—¡Nunca debiste de dejar de jugar conmigo!-— grita alzando su torso.

     Dando un grito Madeleine se despierta, el sol le da de lleno a su cara, se sienta y abraza sus piernas, comienza mecerse y a llorar silenciosamente... pero decide que será mejor que vaya a la recamara de sus padres para que ellos la abracen. Cuando está a punto de deslizarse fuera de la cama nota que algo la está viendo desde la ventana, suelta un grito de horror al notar que la silla que está al lado de la ventana, la muñeca se encuentra sentada viéndola.

¡¡No puede ser!! yo la deje en el ático!— pensó

     Con la mirada clavada en la muñeca de porcelana y en la sombra ocasionaron un temblor incontrolable que se desplazo a lo largo de su cuerpo, un sudor frió bajó por su cien, su respiración entrecortada quemó sus pulmones, el sonido de su corazón acelerado repiquetea en su oídos, con un dolor intermitente en la boca de su estomago y la debilidad jalando de sus músculos lentamente provocaron que su tensión baje e, inmóvil por el miedo se desmaya sobre su mullida cama rosa pastel....

     Con la mirada clavada en la muñeca de porcelana y en la sombra ocasionaron un temblor incontrolable que se desplazo a lo largo de su cuerpo, un sudor frió bajó por su cien, su respiración entrecortada quemó sus pulmones, el sonido de su coraz...

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Madeleine y los Sueños SecretosWhere stories live. Discover now