4. ¿Salvación o condena?

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¿Peluca? O Santo cielo. No podía estar pasando. Debió haber suplicado más a aquel chico, no podía dejar que pasara lo que probablemente tenía en mente. Dios, hubo un momento en que el chico la había inspeccionado de arriba a abajo y ella casi se esconde debajo de la cama. Esconderse ahora no parecía una mala idea, aunque tuviera muy pocas elecciones y se vería realmente patética. Todo lo que pudo hacer fue ir detrás del chico cuando caminó hacia Jefferson y quedarse ahí; no supo porqué ni para qué, pero se avecinaba algo y no quería estar entre ellos cuando discutieran y la trataran como un objeto del cual se tenían que ocupar.

Las lágrimas se avecinaban, ¿qué era más patético? ¿Que estaba en una situación sin salida o que estaba suplicando silenciosamente que el chico la ayudara viendo que obviamente no tenía la menor intención?

Vio la esperanza correr en la dirección opuesta, porque la esperanza es lo que siempre se le pierde cuando no sabe donde buscar. Ya había suplicado a salida para que la ayudase y sólo había obtenido preguntas de su parte y ninguna esperanza a la vista.

«Trágame tierra, hazlo», suplicó.

Una vez que Gael estuvo delante de Jefferson, Amelie notó que sus manos se convirtieron en puños y sus hombros estaban tan tensos que cualquier toque parecía querer sacudirlo de encima. Se puso la remera que había estado sosteniendo, cubriendo toda esa parte ondulada que no parecían estar felices.

Pudo oír claro y alto. —Estoy fuera.

La sonrisa de Jefferson titubeó un poco, se dio cuenta de las obvias intensiones del chico, pero en el momento creyó que estaba bromeando. Ciertamente Amelie creyó lo mismo. Pudo sentir como sus ojos estaba abiertos completamente en su cara y su boca abierta por la incredulidad.

—¿De qué hablas súper estrella?

—No voy a hacerlo más, es lo mejor Jefferson. No finjas que no lo entiendes, tarde o temprano las cosas se iban a salir de control.

Esta vez el productor dejó de sonreír y lo miraba fijamente. —Tenemos un contrato.

Gael rió. —No hay nada en ese contrato que me prohíba largarme de aquí, es más, mira como lo hago.

Amelie creyó que ese era su fin, que estaría sola y que no tendría a alguien que la ayudase. Estaba acostumbrada a ese tipo de trato, creció en una casa donde el amor no estaba en la lista de dar, aun menos la solidaridad. Siempre estuvo sola, su vida fue dictada por su madre y no tenía un padre en quien poner sus esperanzas y que pusiera la mano en el fuego por ella. Soñó con un hermano o hermana después de ver aquellos gemelos en el jardín de niños cruzar la calle tomados de la mano, pero no tenía nada.

Pensó que su escapatoria iba a salir por la puerta, con lo que no contó fue con que caminara hacia ella, la tomara del brazo y tirara de ella hacia la salida.

No protestó.

La pregunta llena de ira surgió de Jefferson de repente. —¿Qué mierda estas haciendo Gael?

—Me llevo a la chica. No puedes tenerla, así no la harás tener pesadillas por la noche o cualquier otra cosa que la haga tener miedo.

—Ella está aquí por que quiere.

—¿Tú crees? Porque mira... no está oponiendo resistencia —dijo irónico—. Hasta nunca Jeff.

—¡No voy a pagarte!¡Olvida el dinero que necesitas para Lily!

Amelie vio como apretó la mandíbula y luego gritó como si no importara: —Vete a la mierda Jefferson.

Una vez que salieron de la habitación él la arrastró hacia el ascensor. Sus dedos estaban fuertemente cerrados entorno a su antebrazo, intuía que dejaría un moretón del tamaño de América, pero si ese era el precio que iba a pagar para que la sacasen de allí rápidamente, no iba a quejarse. Por suerte el ascensor se abrió cuando llegaron allí, no estaba vacío pero sentía que estaba segura con aquel hombre casi cargándola. Gael les dio una mirada de muerte al chico que salía del ascensor cuando este lo reconoció y le dio una mirada extraña.

—Muévete de mi camino, Fuller.

El chico desgarbado que había estado detrás de esa enorme cámara anteriormente salió del ascensor sin comprender lo que estaba pasando.

Gael la metió al ascensor y no la soltó en el trayecto hacia abajo. La pared del ascensor era un gran espejo que reflejaba sus aspectos. Él era más alto en comparación con su estatura. Llevaba ese semblante de determinación y hostilidad que no muchos llevarían en una situación como aquella. No relajó las líneas de su apretada mandíbula y  menos sus dedos apretados. Miraba al panel donde los pisos quedaban atrás como si pudiera destruirlo con sus propias manos. Ese ceño fruncido hacían que sus ojos azules quedasen atrapados en una rendija que creaba sus párpados. Era muy lindo y se lo podía considerar como una verdadera estrella de la televisión.

Ella era un pequeño desastre de emociones a lado de él. Sus ojos estaban aliviados y a la vez aterrorizados. Debajo de su labio se acumulaba un poco de sangre por estar mordiéndolo con fuerza.

No dijo nada sin embargo.

Se veían como una pareja que había estado peleando recientemente o había estado follando. La camisa de ella estaba desabotonada y se podía vislumbrar debajo de la bata que llevaba. Había renunciado a los Jeans cuando se dio cuenta de que no tenía mucho tiempo. Probablemente se veía como una loca saliendo de aquel lugar así, pero no importaba con tal de salir.

Se acomodó el pelo con la mano libre y frotó sus ojos. En ese momento el chico no se movió, pero podía sentir su mirada sobre ella tratando de descifrar cosas sobre ella estando allí. Cuando estuvieron abajo él había relajado sus dedos, pero no la había soltado. Salieron del edificio y tiró de ella. Era oscuro y no veía nada, por lo que se tropezó un par de veces y volvió a recuperar el aliento. Lo hizo todo a rastras y de repente tuvo temor de lo que podría hacerle él una vez que estuvieran en un callejón sin salida.

Ella se sorprendió cuando llegaron a un lugar bien iluminado y no se veía vagabundos merodeando por las esquinas. Algunos coches pasaban, pero era bien entrada la noche, quiso estar en la seguridad de su casa. Él la soltó y puso sus manos en los bolsillos de sus Jeans. El peso de su mirada aplastante, y en gran medida penetrante, la sacudió al instante.

—Si quieres regresar eres libre de hacerlo, pero te recomiendo que lo dejes, no trae nada bueno.

Ella se quedó sin aliento, incrédula. —No voy a regresar, no sabía en lo que me estaba metiendo —espetó—. No eres exactamente un buen consejero ya que acabas de salir, superestrella.

Él apretó los dientes nuevamente. —No sabes lo que dices, deberías darme las gracias en vez de juzgarme.

Ella fue quien cerró la boca esta vez. No debió haber dicho aquellas cosas que lo ponían en la línea mala de las cosas ya que estaba estrechamente ligada al enfrentamiento con el productor.

—Lo siento —dijo sonrojada y un poco fuera de lugar—. Y gracias por esto.

Él asintió y se dio la vuelta para irse. —Un gusto conocerte, Amelie.
Abrió la boca para decir algo, pero no salió nada. Por supuesto, no eran nada, sólo dos personas que habían pasado una situación muy mala y lo habían atravesado juntos. Había agradecido y ahora él se marchaba quien sabe dónde. No tenía el derecho de decir algo más. Jamás lo volvería a ver, no es que iba a nacer un romance de aquella situación vergonzosa y patética.

Solamente eran una chica rica y un chico playboy, y un título como aquel no era muy atractivo para el comienzo de una historia de amor.

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Espero que les guste. Y también quería felicitar a todos aquellos que estén de cumpleaños, no es que wattpad avise como facebook lo hace. 😂
Ah y probablemente verán un capítulo muy seguido estos próximos días.
Besos y abrazos.

La chica perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora