iv

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Dominique Weasley volvió a los dos días a Hogwarts, trayendo consigo a todos sus primos y unas ojeras muy profundas.

Alexia se asustó al ver a su amiga así.

—¡Dom!— exclamó— ¿Qué ha pasado?

Dominique se abrazó a ella y empezó a llorar por enésima vez en aquellos dos días.

—Nana Molly... Nana Molly...— murmuraba aferrándose con fuerza a la túnica de su amiga.— Ya no está Alex, nana Molly se ha ido...

Alexia no conocía personalmente a la abuela de los Weasley, pero sí que había oído hablar de ella y de cómo la querían todos en su familia. Por eso, cuando aquella misma noche volvía del baño y se encontró con el mismísimo James Sirius Potter llorando en un aula en desuso, sintió algo de pena por él.

Al principio, pasó de largo, haciendo el menor ruido posible, pero luego, pensándolo mejor, retrocedió y llamó a la puerta de la clase con unos golpes flojitos.

James alzó la vista para encontrarse con ella y se limpió un par de lágrimas. Se cruzó de brazos.

—¿Qué quieres Harrison? Ya me has visto, ya te puedes reír de mí.

—Yo... Lo siento, James. Estoy segura de que Molly era una gran persona. — fue lo único que la morena pudo murmurar.

James bajó la cabeza y dejó caer los brazos. Volvió a empezar a sollozar mientras murmuraba cosas que Alexia no entendía.

Sin saber muy bien qué hacer, la chica se acercó a él y le abrazó. Él al principio se sorprendió, pero luego se aferró a la chica como si temiese que se fuera a desvanecer de alguna manera delante de él.

Ella le pasó las manos por el pelo, dejando caricias sobre su cuello mientras le susurraba palabras de apoyo.

Cuando el chico se calmó, le dió las gracias a Alexia.

—Te aseguro que dentro de poco dejará de doler.— le sonrió ella.

—No creo— dijo él, pasándose la mano por el pelo.— Nana Molly era todo para mí. Era la mejor. No sé qué voy a hacer ahora que no está.

James esbozó un puchero, y Alexia pudo jurar que volvería a llorar.

—Es muy patético que me hayas visto así.— murmuró el chico cabizbajo.

—No. Patético es que me saludes todos los días con un «Ey, nena». Llorar la muerte de un ser querido no es patético, es humano.

El chico se encogió de hombros, sin saber qué decir.

—Si quieres, siéntate y te cuento por qué llevo siempre las uñas pintadas de rojo.

El chico, frunció el ceño levemente, pero se sentó a escuchar la historia de la chica.

—Cuando yo era pequeña, mis padres tuvieron otro bebé. Mi hermana, Olivia. Al principio nos llevábamos fatal, y yo hacía lo que podía para chincharla, pero, cuando cumplió los ocho años, empezamos a llevarnos mejor. Nos pintábamos las uñas del color favorita de la otra, así que, ella iba siempre con las uñas de azul eléctrico y yo, rojo pasión. Cuando mi hermana cumplió los diez años, mis padres tuvieron una gran discusión y decidieron separarse. Yo me quedé con mi madre, pero mi padre se llevó a mi hermana y nos ha prohibido cualquier contacto con ella. Él, sólo por hacer daño, me ha prohibido ver y hablar con la persona que es mi mundo. ¿Sabes cuánto lloré cuando me lo dijeron? Ventiún días con sus veintiún correspondientes noches. Lo peor es que no podemos hacer nada por recuperarla, ni mi madre ni yo— Alexia cerró los ojos con fuerza para no llorar en aquel momento.— Papá nos hizo firmar un contrato en el que decía que no la buscaríamos más. Era eso o la darían en adopción. Pero bueno, lo que te decía es que no es patético llorar, y menos cuando algo te afecta.

—Ya, pero hay problemas más grandes en el mundo. Hay gente que lo pasa peor que yo y aquí estoy, llorando por una tontería.

—¡No es una tontería, James! Y, por esa regla de tres, ¿por qué eres feliz entonces, si hay gente que está mucho más feliz que tú?

Estuvieron unos minutos en silencio. Y de repente, él la miró a los ojos y le dijo:

—Creo que te quiero.

Dejó un pequeño beso en los labios de la chica y salió de la habitación deseándole a Alexia unas buenas noches.

La chica sonrió y, después de unos minutos, volvió a su dormitorio, sin perder en ningún momento la sonrisa.

Definitivamente, y gracias a Dominique y al profesor Lupin, Alexia había caído de lleno en las redes de James Sirius Potter.

red • james sirius potterМесто, где живут истории. Откройте их для себя