-Madre mía.- lo miro entero.- No sabes lo que me pones así vestido.

Sonríe y me besa. Se me hace imposible mantener las manos lejos de él y menos vestido en traje. Está más que apetecible. Pasamos por una joyería cercana, vemos un bonito collar de plata y brillantes. Quiero participar en el regalo, saco mi tarjeta de crédito y la dejo sobre el mostrador.  Veo la desaprobación en su cara, no quiere que pague pero me da igual, pienso hacerlo igual. Si se niega, compraré otro regalo con mí propio dinero.

-A mitad, por favor.- le digo a la dependienta.

Tras soltar un gran suspiro, Harry saca su tarjeta de crédito, dejándola en el mostrador.

Mí capital no es muy elevado, no tengo una mansión ni tampoco un Ferrari, tengo mis ahorrillos y puedo permitirme alguna que otra cosa. Me compro un rollo de canela cuando pasamos por una confitería, me apasionan los rollitos de canela. Le ofrezco mordisquitos a Harry y él acepta gustoso. Hemos salido a pasear, comer, cenar, incluso a tomar una que otra copa.

-Ginebra limón, por favor.

Harry pide un Gin Tonic. Nos sentamos en una mesa, me re coloco el vestido ajustado que llevo, casi se me ven las perillas. 

-Oye, me dijiste que la tienda era de tu padre pero te estabas encargando de ella por lo de tu padre. Entonces...¿a que te dedicas?

-Estudié Administración de Empresas, abrí una empresa de alquiler de coches de lujo con mí hermano, de allí que tenga tantos coches. Cuando nos enteramos de la situación de mí padre, decidí encargarme de su negocio. Mi madre no podía encargarse de él mientras tuviera el restaurante, originalmente de mí abuelo. Hemos sido siempre una familia de negocios, mi padres tienen el suyo propio.Nos han educado así, si quieres ganarte tu propio pan, tienes que buscarte la vida, el dinero no cae del cielo. Mi familia nunca ha sido adinerada. Nos hemos criado como una familia de clase media. Sin lujos, ni casas enormes, mis padres han trabajado horas y horas para sacar adelante nuestra familia. Tengamos el dinero que tengamos ahora, nunca nos faltará la humildad.

Le agarro la mano.

-Me gustaría poder hablarte de mí familia, pero no me sale hacerlo, no de momento. No me gusta hablar del pasado porque no ha sido bonito. Algún día lo haré, no te preocupes.

-Lo entiendo.- dice llevándose el vaso a la boca.

-¿Te apetece bailar?- Todavía tengo esperanzas de que acepte.

Con la forma en la que me mira ya sé perfectamente su respuesta.

-Vale, lo pillo.

Odia ver como otros me miran e intentar sacarme a bailar cuando me ven sola en la pista de baile. Él nunca me acompaña, no le gusta bailar. Como siempre, me mira desde su asiento y me anima con la mirada. Camino hacia él subida en mis taconazos y me contorneo. Está tenso, le cabrea observar como los tíos babosean. Le beso con delicadeza y le paso la mano por el pelo suavemente.

-En vez de enfadarte deberías pensar que mientras ellos me miran, yo solo te miro a ti. Soy solo tuya, ¿no te gustaría que vieran que lo soy? Te pertenezco y tu me perteneces. 

La mirada se le oscurece. Me siento sobre él y poniéndole la mano sobre mi torso, le invito a que me toque.

-Tócame. 

Con una copa en la mano, con la otra me acaricia el torso, la cintura, el estómago y finalmente sube hasta mis pechos. Me agarra uno y lo aprieta. Me aprieto sobre él y noto su excitación en mí culo. Agarro la copa de sus manos y bebo un trago. Tras su mano, me paso el frío vaso por el pecho y mis pezones se ponen tiesos. Después de nuestra sesión de calentamiento me lleva a casa y me folla contra la pared.

Naughty (h.s) Where stories live. Discover now