— ¿Me ayudas con la tarea de filosofía? —le pedí después de discutir lo de la cita.

Estábamos en "nuestro cuarto", ya era de noche pero seguíamos despiertos cuando recordé que tenía tarea. Filosofía no se me daba bien como ninguna de las otras asignaturas; la verdad es que no hallaba el día en que al fin dejara de ir a la escuela. Con esto del matrimonio ya no podría hacer todas las cosas que había planeado, pero al menos tendría al pelinegro para hacerme compañía. 

Recientemente la idea de nuestra "relación" ya no se me hacía tan mala: JiMin me amaba, yo lo quería, él me cuidaba y yo buscaba su felicidad. Aún no éramos la pareja de enamorados —no por mi parte—, pero era mucho mejor que estar solo. Tenía la seguridad de que él estaría ahí para mí ante cualquier problema o dificultad que se presentara. 

Empezaba a apreciar su cariño.

—¿Es para mañana? —preguntó y yo le resté importancia. Él negó con la cabeza con reproche y se sentó en la cama. 

Busqué mi libro y mi cuaderno de filosofía y me tiré en la cama. Abrió el cuaderno y lo hojeó hasta dar con los apuntes. 

—Dice que tienes que hacer la actividad 12 de la página 18 —agarré el libro y pasé las hojas hasta dar con la actividad. Maldije para mis adentros, era sobre sexualidad.

No era el tema más indicado con mi prometido al lado y en una cama sin la mirada de nuestros padres encima. 

— ¿Cuál es? —me quito el libro de las manos y leyó las preguntas. Una sonrisa pervertida se formó en su rostro y lo golpeé en el hombro para que apartara la idea de su cabeza en el mismo instante en que se le ocurrió.

—No, JiMin —le advertí. Él se rió con ganas y se lanzó encima de mí para hacerme más cosquillas. 

—Yo no pensé nada, tú eres el pervertido. 

—Sí, como no —dije apartándolo. 

Nos pusimos serios cuando comenzamos con las preguntas, pero después de cinco minutos no podíamos dejar de reírnos.

—Lee esta... —señalé. Él acercó el libro hasta su rostro y se lo estampé de un golpe. Me levanté y corrí hasta encerrarme en el baño, le había dado en la nariz y no se veía muy contento. 

—Sal de ahí a recibir tu castigo, Yoon —me advirtió desde el otro lado de la puerta. 

—No me digas así, sólo Tae me puede decir de esa forma.

—Te digo como quiera. ¡Ahora sal o no te ayudaré a terminar tu tarea! 

Abrí la puerta resignado, no me causó gracia su última amenaza. Apenas giré el pomo, JiMin se lanzó sobre mí y ambos caímos al suelo del baño. 

—Sal de encima, idiota. 

—No, porque me golpeaste en la nariz —después de un rato de forcejeo, me liberó.

Volvimos a la cama para continuar con la tarea, pero se me hacía difícil concentrarme. El tema provocaba que mi cabeza imaginara cosas que no debía, como yo, Park y una cama al igual que ahora, pero en otras posiciones. 

—YoonGi, ¿me escuchaste? —giré la cabeza para mirarlo con una interrogante en el rostro. No lo había oído por estar pensando en... cosas.

Se me revolvió el estómago cuando miré sus labios, un ardor que nunca antes había sentido recorrió mis venas y era desesperante, me quemaba y no sabía cómo apagarlo. 

— ¿Qué cosa? 

— ¿Cómo reacciona el sistema nervioso? 

¿Qué sucedía conmigo? ¿Por qué de pronto JiMin me resultaba tan... atractivo?

cásate conmigoWhere stories live. Discover now