Tal vez sonaría algo cruel decir que tal vez las cosas así debían de pasar, pero la vida no es tal como la quieras, ni de lamentarte ni de ser feliz toda tu vida. Es pasar por todo, desde el dolor hasta el amor, pues seamos sinceros ¿qué sería del mundo sin el dolor?

Esa era una pregunta trivial, algo que nadie respondería correctamente. Pero toda su mente se componía de eso mientras caminaba al despacho de Severus, de su Severus.

Sonrió sin siquiera notarlo y siguió avanzando.

No había nadie alrededor, o al menos eso creía. Pero qué mas da, su capa lo alejaba de toda vista.

Al fin llegó y su corazón latió rápidamente, como siempre desde que está con él.
Levantó sus manos para tocar, pero la puerta se abrió sin que sus nudillos pudieran tocar la madera.

- Has llegado.

Lo vio directamente a los ojos, esos profundos ojos de los que no había escapatoria. Y él hombre lo miró igual, el brillo de esos esmeraldas cada vez eran más intensos.

- Pues sí, a menos que tenga puesta aún la capa invisible - dijo Harry encogiéndose de hombros, con una sonrisa divertida.

Él hizo lo mismo, pero luego cambió su semblante a uno más serio.

Entonces de pronto, con un rápido movimiento de sus manos aprisionó a Harry contra la pared exterior del pasillo y lo acorraló con una de sus manos posada enseguida de él. El mayor se acercó, muy lento, disfrutando del desconcierto del ojiverde.

Se acercó ligeramente vacilante al oído del chico y susurró con la voz más ronca que pudo hacer.

- Me abandonaste, ahora pagarás la penitencia.

Harry no pudo decir nada, había quedado extrañamente mudo.
Luego, Severus acarició la mejilla del muchacho, delicadamente.

Pasó su mano desocupada por el cabello del chico y lo hizo hacía atrás, quitando toda obstrucción que pudiera detenerlo.

Igual lo hizo con las gafas, y aunque Harry quedara con su vista nublada, no perdía de vista al hombre frente a él.

Severus lo besó, suavemente, danzando al compás de una delicada música que Harry había inventado en su cabeza. Después el ritmo se aceleró y el beso fue siendo más apasionado, pero sin sobrepasar nada.

El urgente aire pidió tregua y tuvieron que separarse.
El ritmo del chico no era normal, temía que al final parara con Madame Pomfrey.

Un ruido hizo que Severus volteara rápidamente. Tomó a Harry de la muñeca y lo arrastró hacía dentro de la habitación, y cerró la puerta tras de sí.

Después de que el peligro no fuera un problema. Severus se acercó una vez más, y se deslizó hacía el cuello del chico aspirando su aroma, luego se alejó, le puso las gafas a Harry y lo miró detenidamente y con un deje de picardía.

- Hoy no, ya pagaste parte de tu penitencia, pero tenemos asuntos que atender.

Harry sentía los labios un poco hinchados y aunque no lograba verse sentía que estaba más ruborizado que llamas ardientes.

Se acercó a una silla que Severus le indicó que se sentara y así lo hizo. Lo miró, y se dispuso a hablar.

- Bueno Harry, estás aquí para aprender a defender tu mente de toda invasión, de cualquiera - Harry sólo escuchaba atentamente -. Es muy importante que aprendas el arte de la Oclumancia, ya que, como bien has de intuir, es crucial que el Señor Tenebroso no tome ventaja de eso y pueda hasta destruir tu mente para conseguir lo que quiera.

Bajo La Lluvia Where stories live. Discover now