1. Germán quiere ir a la luna.

565 95 22
                                    


Germán quiere ir a la luna.


Desde la primera vez que conocí a mi hermano Germán, no pude sacarme una idea de la cabeza. El pensamiento de que mi hermano, me arruinó la vida. Recuerdo perfectamente el momento en que nació, a pesar de tener solo seis años. Solía decirme que sentir rencor hacia él era lógico, puesto que había sido hijo único por mucho tiempo. Pero en ese momento, no pude evitar desear que Germán jamás hubiese nacido. Mi mamá lo sostenía en sus brazos, se veía tan feliz y joven, que ahora que lo pienso, es una pena que solo logré conocerla seis años de mi vida con ese aspecto tan jovial.

— Javier —habló mi madre emocionada, mientras yo veía con recelo al bulto en sus brazos —. Es tu hermanito, ven a agarrarlo.

Yo me acerqué pero cuando le vi, hice una mueca de disgusto y me rehusé a cargarlo. Sin decir una palabra, corrí hacia mi habitación y no salí en horas. Mi madre dijo que estaba celoso y que era normal, mi padre culpó lo caprichoso y malcriado que era. Pero ninguno de los dos quiso poner las cartas sobre la mesa, ni mucho menos hablar acerca de lo que realmente pensaban de la situación. Ninguno quería admitir, que los problemas que ya teníamos como familia, solo se verían agravados con un nuevo bebé en casa.

En ese entonces no quise culparlos, porque a pesar de los malos ratos y los malos tragos, siempre serían mis padres. Así de jóvenes e ingenuos, era normal que cometieran errores. También, que no supieran reparar o hacerles frente a nuestros problemas como se debía. Por mi parte, durante mi infancia y adolescencia, me gustó ponerme en papel de víctima. Vaya que me encantaba jugar ese papel y culpar a todos los demás de mis desgracias. Intenté ser el bueno de la película, él que no hacía nada mal. Desafortunadamente, los demás nunca me vieron de esa forma.

Pronto noté que ese era mi mayor error, tratar que las demás personas enfocaran su atención en mí. Sobre todo porque nunca lo lograba, quién tenía el cuidado era Germán. Siempre desee, tener a alguien que viera todo lo que mis padres se negaban a ver. Una persona que se tomara el tiempo de escuchar todo lo que tenía por decir. Y, cómo buena víctima en cualquier historia, traté de aparentar estar en lo correcto, ser el hijo perfecto.

Por ejemplo, en contra de todo pronóstico, intenté que me gustara mi hermano. Al principio me asustaba que sus ojos estuvieran desenfocados y me molestaba que llorara todo el tiempo. Pero intenté jugar con él y cuidarlo. Traté demasiado que dolía hasta los huesos. Me aferraba a ese sentimiento con uñas y dientes, pero tenía ocho años y mi hermano menor me hacía la vida imposible. Los niños suelen ser crueles, sobre todo cuando no duermen bien por las noches.

Y es que Germán lloraba tanto, que no importaba lo mucho que tapara mis oídos, el ruido solía hacer que mi cabeza palpitara de dolor. La peor parte, era compartir habitación con él, porque aunque él a veces me golpeaba, yo no podía hacerlo. Mamá se enfureció tanto la única vez que lo hice.

—¿Puedes callarlo? —exigí molesto cuando Germán llevaba media hora chillando sin parar.

—¡¿Qué no ves que eso intento?! No sé porque llora tanto, no sé porque no puedo callarlo...—mi mamá también comenzó a sollozar de desesperación, esa fue la primera de muchas veces que la vi llorar.

Cada vez que veía llorar a mi madre, una parte de mi se rompía. Y yo en ese entonces, solo podía ver a un único culpable, a mi hermano. Nunca lo dije en voz alta, pero el sentimiento estaba ahí. Al igual que la rutina que vivíamos todos los días. Mamá llorando y papá gritando. Siempre era lo mismo, no había otras variables. Ellos siempre intentaron ocultar sus problemas, en vez de hablar de frente. Hasta yo podía notarlo y tan solo era un niño. Mi padre se refugiaba en sus fines de semana llenos de alcohol. Mi madre hacía lo suyo maquillándose muy bien las ojeras, para que los demás no vieran lo cansada que en realidad estaba.

Germán quiere ir a la luna.Where stories live. Discover now