Capítulo 3

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La puntualidad podía llegar a ser una de mis mejores y peores cualidades, y al menos hoy era la segunda. Miré por quinta vez la hora en la pantalla digital del auto comprobando que únicamente habían transcurrido siete míseros minutos desde la última vez que la comprobé.

Aún debía aguardar ahí otros veinte minutos más parqueada en la acera a unos metros de la entrada en cuya casa fui citada por Kavanagh.

No había sido una buena noche para mí y honestamente me habría gustado hacer algo mejor por mi imagen, pero no dimensionaba hasta qué punto el encuentro de hoy me iba a afectar.

Revisé nuevamente mi aspecto en el pequeño espejo del auto plantando una suave sonrisa en mis labios. Acomodé ambos mechones frontales de mi cabello por detrás de mis orejas y finalmente detrás de mis hombros con el resto. Por más que había intentado distraerme en las primeras horas del día con preguntas triviales por hacerle a Kavanagh, y que claramente olvidaría hacer llegado el momento; mi mente me traicionaba nuevamente y me hacía volver de nuevo a la razón de mis pesadillas.


Papá me había comprado para mi cumpleaños número siete un escenario montable en donde podía interpretar todas aquellas historias que solía imaginar y deseaba volver realidad. La sala de mi casa ya no era suficiente y hacer un desorden por todos lados con la ayuda de sábanas, cojines y sillas del comedor ya no eran del agrado de mamá.

Miré mi aspecto frente al espejo del tocador de mi habitación, para una niña de siete años la imagen que había conseguido en mi búsqueda por caracterizarme como un pirata con el maquillaje "prestado" de mi madre, era bastante decente para hacerme sentir satisfecha. Sonreí apreciando con orgullo el hueco frontal en mi dentadura por la reciente caída de uno de mis dientes de leche.

— ¿Todos listos? ¡Esta es la tercera llamada! —anuncié corriendo detrás de las cortinas rojas que cubrían el frente del escenario.

Mi única audiencia serían unas cuantas muñecas, peluches, y la mujer que solía hacerme compañía mientras mis padres se encontraban fuera de casa trabajando. Ella siempre entraba a mi habitación y permanecía en silencio sentada a los pies de mi cama mostrando tranquilidad en su rostro.

Era mi más fiel espectadora.

Los siguientes minutos dejé mi imaginación volar visualizando que en verdad estaba sobre un barco, sintiendo el oleaje meciendo la embarcación, el olor a sal, la brisa húmeda y al monstruo que intentaba atacar.

Mis diálogos acompañados de órdenes, gritos y risas eran lo único que llenaba la habitación.

— Rebeca salvó a toda su tripulación de aquel malvado y temido monstruo de aguas inexploradas. Pero no, ahí no fue donde terminó su misión. Emprendió camino a tierras lejanas para seguir luchando y hacer el bien. ¡Su historia ahora es contada por cada rincón del mundo pues fue la primera mujer pirata en gobernar los océanos!

Corrí a un costado del escenario para dejar caer las cortinas dando por terminada la función. Los aplausos llegaron hasta mis oídos, sonreí pues sabía que le había gustado mi obra como todas las anteriores.

— ¿Puedes creer que pasé toda la noche escribiéndola? Pero... no le vayas a decir a mis papás, dicen que debo dormir ocho horas, aunque, ¿Quién necesita dormir tanto? —reí tomando asiento en la alfombra circular rosa en el centro de la habitación donde yacían los demás juguetes o espectadores, como me gustaba llamarles.

Sus ojos marrones me miraron con diversión mientras su sonrisa parecía haber crecido solo un poquito más alejando la tristeza que siempre decoraba su rostro. Pronto su mirada se movió con lentitud en dirección a la puerta de mi habitación, imité su acción descubriendo ahí a mamá la cual arqueaba una ceja con extrañeza y a juzgar por la seriedad en su rostro sabía adivinar lo que diría.

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⏰ Last updated: May 12 ⏰

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