Capitulo Uno

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Capítulo Uno

Todo estaba oscuro y silencioso, nada se movía. Empezó a caminar en una dirección, para intentar ver algo, cualquier cosa, que la ayudara a descubrir el lugar en el que se encontraba. Podía sentir los matojos de hierba bajo sus pisadas, un leve susurro de las hojas, movidas por el suave empuje del viento. Sabía, de alguna manera, que había viento y que hacía frío, pero no los sentía en su piel. De repente chocó con algo rugoso y ancho. Se frotó la frente, donde se había golpeado. Empezó a tantear con las manos el objeto con el que se había hecho daño, hasta dar con él. Era un simple árbol. Sólo cuando se dio cuenta de que estaba en un bosque, el miedo no hizo presencia en ella. Pero ahora que sabía dónde se encontraba sintió cómo el miedo la apuñalaba por dentro y su mente empezó a crear imágenes en las que algún depredador la mataba, o peor aún, que se perdía en ese bosque tan oscuro sin alimento y ningún lugar para refugiarse, nada menos que los frondosos árboles que había por allí.

De repente, sintió unos pasos detrás de ella que se acercaban. Se dio la vuelta con rapidez para saber qué se acercaba... Estaba demasiado asustada para pensar, que no se dio cuenta de que eran pisadas de personas y no animales. Su corazón latía desbocado y sin darse cuenta, dejó de respirar, temiendo que su respiración alertara a lo que sea que se acercaba lentamente hacia ella.

Cuando lo tuvo a una radio de tres metros como máximo pudo escuchar su regular respiración. Entonces se dio cuenta de que era una persona y también que era un hombre. Se le escapó un grito que no pudo contener. Y, aunque todo seguía oscuro, supo que ese hombre se giraba hacia ella. Dio un vacilante paso atrás, mientras que el hombre avanzaba con cautela un paso hacia ella. Ella siguió retrocediendo, y en su retroceder cayó hacia atrás. El hombre, al ver su vulnerabilidad en esa posición, se abalanzó hacia ella.

Sólo entonces, demasiado tarde, supo que ese hombre la había estado persiguiendo y ahora que la había encontrado la iba a matar y no había posibilidad de que saliera con vida. Entonces hizo lo único que podía hacer... Gritó.

– ¡¡¡Aaaah!!!

Se levantó de golpe, lo que hizo que su cabeza diese vueltas como un biombo. Se encontraba jadeando y con todo el cuerpo lleno de sudor por el miedo que había pasado. Intentó calmarse, aunque sin éxito. Se levantó para acercarse a la ventana.

El sol ya salía, aunque las luces de fuera aún seguían encendidas. Miró la hora, que marcaba las seis de la mañana. Aún era muy temprano para ir al instituto. Pero tampoco quería volverse a dormir, por miedo de que volviera a soñar con ese hombre encapuchado que la visitaba todas las noches. El miedo a volver a soñar con el hombre misterioso pudo con ella, por lo que se fue al cuarto de baño para lavarse la cara. Se miró al espejo por un momento para ver su rostro marcado por las ojeras bajo sus ojos y pelo negros como la noche revueltos por el sueño. Tenía un aspecto horrible. Se apartó de ese rostro que le devolvía la mirada para desvestirse y darse un baño relajante. No salió de la bañera hasta después de una hora. Se vistió con lo primero que pilló, se peinó, puso las cosas en la mochila y bajó a desayunar. Tampoco tenía apetito, como todas las mañanas, lo que había provocado que estuviera tan delgada. Comió un poco de cereales e intentó salir por la puerta sin que su madre la viera, pero como siempre, su madre la pilló.

– ¿Ever? – la llamó desde las escaleras. Ever se dio la vuelta para mirar a su madre con toda la inocencia que pudo fingir – ¿Ya sales? Aún queda media hora para que suene el timbre, ¿acaso vas a por Jessica? A mí me da la impresión que es demasiado temprano para que vayas a molestar a los Uley a estas horas de la mañana, ¿por qué no esperas a que llegue la hora a la que sueles salir? – Candy tomó a aire, para renovar sus pulmones ya que había hablado muy deprisa y sin pararse a tomar aire.

Ever esperó a que su madre terminara sin interrumpirla. Cuando calló, le contestó con toda la dulzura de la que era capaz.

– No, mamá. No voy hoy a recoger a Jessica. No va a ir al instituto, ya que se encuentra mala, y hoy quiero llegar algo temprano al insti porque siempre llego tarde. Ya es hora de romper esa rutina– contestó Ever.

Candy asintió, ya que no encontraba otra cosa que objetar. Ever se despidió con un seco adiós y salió.

Alzando el vueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora