Noches Tranquilas?

13.3K 1.2K 437
                                    

Abrí los ojos rápidamente algo sobre saltado, que había pasado?
Lo último que recordaba era que estábamos en la calle y me habías besado pero de repente todo se había tornado negro.
Entonces mire a mi alrededor y vi una habitación con paredes color crema, me encontraba sobre una cama con cobijas azules que se encontraba pegada a la pared y del lado contrario de la habitación había un escritorio pequeño con unos cuantos libros y una lámpara, a lado de este en el suelo había un balón oficial de voleibol.
No había posters ni nada más en las paredes.
Entonces sentí una leve presión en mi mano, mire a mi lado y ahí te encontrabas tu, sentado en el suelo pero con tu cabeza recostada sobre la cama y sosteniendo mi mano. Se te veía tan tranquilo sin tu tan característico ceño fruncido y eso me hizo sonrojar levemente, eran escasas las veces que lograba verte así. Me atreví a llevar mi mano contraria a tu cabello y acariciarlo con una increíble delicadeza para así evitar despertarte, esas hebras azabache eran tan suaves que me encantaban.
"Que me haz hecho, Kageyama? Como fue que llegue a amarte tanto?"
Susurre al viento, como podías hacerme sentir tanta tranquilidad a tu lado y tanta desesperación al estar alejado? Como podías invadir mi mente de aquella manera? Que clase de hechizo era ese?
Tú te moviste lentamente y levantaste la mirada.
"Ya despertaste?"
Soltaste un bostezo y con tu mano libre te tallaste un ojo somnolencia.
"Qué pasó? Cómo llegamos aquí?"
Vi a mi alrededor.
"Te desmayaste en la calle, idiota, tenías una fiebre muy alta. Tuve que traerte cargando a mi casa. Por qué rayos no dijiste nada?"
Parecías algo enojado pero en su mayoría preocupado, aunque yo tampoco me había sentido mal así que no podía contestar a esa pregunta.
"Así que está es tu habitación?"
Pregunté curioso y mirándote a los ojos, tú solamente asentiste. Deshice el agarre de nuestras manos y sin apartar la mirada tome la cobija, me cubrí hasta la nariz cubriendo un leve sonrojo.
"No me habrás hecho nada extraño mientras estaba dormido o si? Bakeyama pervertido!"
Tú sonrojo fue completamente visible al instante y te alejaste con el ceño extremadamente fruncido.
"C-claro que no, imbecil! Nunca lo haría mientras duermes!!!"
Te acercaste a rápidamente y tomaste la cobija con fuerza tratando de arrancarla de mis manos pero yo no te lo permití así que también tire de ella comenzando así una pequeña batalla en la cual ninguno cedía. En unos de esos momentos tú caíste sobre mi aplastándome levemente, con tus manos apoyadas a cada lado de mi cabeza te levantaste para poder mirarme.
"Estás bien? Te lastime?"
De repente tu semblante de enojo había cambiado a uno más delicado. Asentí levemente y permanecimos observándonos el uno al otro por un tiempo, aunque no sabría decir sin fueron segundos, minutos u horas, la seriedad del ambiente cambio al momento en que ambos dibujamos una sonrisa en nuestros labios para después unirlos en un pequeño ósculo que no pasó de eso, un simple roce. Efímero. Pero maravilloso.
Nos levantamos y me di cuenta que había anochecido, mire el reloj que se encontraba sobre el escritorio y vi que eran cerca de las 8 de la noche, había dormido casi 8 horas?!
"Oh dios... lo siento Kageyama, íbamos a jugar volei y lo arruine"
Me sentí completamente apenado y baje la mirada, sentí tus dedos bajo mi mentón levantándome la mirada cruzándola con la tuya que estaba completamente seria.
"No tienes porque preocuparte de eso, estamos juntos, ya habrá tiempo mañana para que practiquemos todo lo que no practicamos hoy, vale?"
Asentí con una pequeña sonrisa y un ligero rubor cubriendo mis mejillas. Nos pusimos de pie y bajamos a la sala de estar, había un sofá de tres plazas y otro de dos frente a una pantalla enorme! Al verlo solté un grito entusiasmado entonces sentí como tú tomabas mi mano y yo dirigí mi mirada encontrándome con que tú tenías una pequeña sonrisa junto a una mirada completamente embelesado.
"Te gustaría ver algunos partidos?"
Preguntaste con voz suave y yo al instante asentí con energía.
Comenzamos a ver los partidos, estábamos sentados en el suelo mirando la pantalla, tú tenías tu espalda contra el sofá mientras yo me encontraba sentado entre tus piernas con la espalda apoyada en tu pecho, también podía sentir tus brazos alrededor de mi cintura al tiempo que me transmitían una extrema calidez.
Completamente absortos en la pantalla el tiempo pasó volando hasta que notamos que eran las 11 y que había comenzado a llover. Nos levantamos, apagaste el televisor para después dirigirnos a tu habitación, no era la primera vez que dormía en tu casa pero si la primera vez siendo tu pareja, sentía mis nervios a flor de piel.
Una vez en tu habitación me ofreciste darme un baño y yo acepté, para cuando salí de la ducha con una toalla alrededor de la cintura tú entraste a bañarte, estaba nervioso. Comencé a vestirme mientras tú te aseabas, entonces fue cuando vi tu sudadera doblada sobre el colchón de la cama, una idea pasó por mi mente. La tome y la olí, tú aroma me encantaba, era simplemente hipnotizante, después me la coloque encima solamente con la ropa interior abajo. Se notaba la diferencia de tamaños, esta me quedaba abajo de los muslos y las mangas me quedaban completamente flojas, me sentía aún más pequeño de lo que me gustaría admitir.
La puerta del baño se abrió y tú apareciste con una toalla envuelta alrededor de la cintura, cuando me miraste te quedaste completamente asombrado, con la boca abierta y un ligero rubor asalto tus mejillas.
"Que es lo que traes puesto, Hinata?"
Me sentí avergonzado y junte mis manos al frente mientras desviaba la mirada.
"Pues yo... solo... solo estaba..."
No pude responder nada cuando sentí tus brazos a mi alrededor estrujándome con fuerza, estaba sorprendido y el aroma del jabón en tu piel me intoxicaba rápidamente, mi mente se lleno de ti totalmente.
"No puedes hacerme esto, idiota, no tengo tanta resistencia"
Fue un susurro junto a mi oído, tu tono de voz era tan sugerente que hizo que todos mis sentidos se encendieran y que un escalofrío recorriera mi cuerpo.
"Acaso te gusta lo que ves?"
Sonreí con picardía al separarme un poco para lograr mirarte a la cara. Tu rostro cambio completamente. Tus ojos eran una llamas ardientes que me envolvían y acababan con todo a su paso mientras que una sonrisa coqueta apareció en tus labios. Mi radar de peligro se disparo de inmediato, pero extrañamente tampoco quería huir. Fue entonces que sentí como una de tus manos bajaba de forma peligrosa por mi espalda hasta acariciar mi trasero por sobre la sudadera, un suspiro escapó de mis labios y te mire a los ojos.
"Créeme que voy a comer lo que estoy viendo en este instante"
Después de eso uniste nuestro labios en un beso pasional que me robaba el aliento.
Esa noche fue una de las más largas de mi vida.

Amor de idiotas (KageHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora