"Solo una vez..."

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-Joooooosh. –me gritó mi madre desde el otro lado de la puerta. Hacia frio, era temprano, joder.

-¡JOSH! –grito furiosa esta vez. –Maldita sea, Josh Miller, llegaras tarde al colegio. –bramó, decidí levantarme de mi cómodo refugio y darme una ducha, me puse el torpe uniforme y luego me arreglé el cabello hacia arriba, unos toques mas, perfecto. Bajé a la cocina saltando de dos en dos los escalones.

-si, buenos días, hijo. –dijo mi madre sarcásticamente. Tomé una manzana.

-Buenos días, madre. –le contesté, ella me observó y negó con la cabeza.

-¿Otra vez esos pantalones entallados, Josh? –me preguntó cansada.

-uuhm, si.

-Cariño, -me miro. –te he dicho que no te los pongas así, eres demasiado delgado para usar eso, además con tu cabello teñido de rojo ya pareces de esas estrellas de rock que escuchas. –viré los ojos.

-Como sea. –mire la hora. –debo irme.

-eh, eh, mi beso. –dijo, solté un suspiro desganado y me acerqué a darle un  beso en la mejilla. –cuídate, cariño.

Salí de casa y me coloqué los auriculares, es un poco idiota ir con los auriculares puestos ¿saben? Si un auto va a matarme no lo escucharía… llegué a la tienda de tatuajes y me senté en la sala de espera.

-Hola, Bill. –saludé al recepcionista, ¿Qué? ¿Instituto? Vamos, era miércoles, además, tenía prueba, de seguro me la repiten luego… o no.

-Vaya, vaya, Josh Miller, tenía mucho de no verte. –sonrió.

-Hola, Cal. –le contesté.

-Te has escapado, ¿eh? ¿Tu madre extra sobre protectora no te va a dejar a la puerta del instituto?.

-Lo hacía, pero dice que ahora confía más en mí. –me encogí de hombros. El sonrió.

-Claro. –Cal se levanto los lentes de sol y los puso sobre su cabeza, se rasco la barba y me miró. -¿vienes por un tatuaje?.

-En realidad, quería ver si me dejabas, uhhm, cambiarme aquí.

-Ya veo, un adolescente con el pelo teñido y de uniforme llama mucho la atención, ¿eh?.

-algo así.

-de acuerdo, pasa a donde siempre. –miró a Bill. –y tu, trabaja y no vayas a espiarlo, no quiero baba sobre el mostrador. –Bill se sonrojó hasta las orejas, creo que era bisexual, o gay, la verdad, no estaba seguro, solo se que Bill era extraño.

Salí de la tienda ya con mi ropa, pantalones entallados, una camiseta de Nirvana, y, claro, mis indispensables converse negras. Tal vez mamá tenía razón y me vestía extraño. Caminé cerca del parque que había allí y busque mi banca favorita, me acerque y ¡¿Qué demonios?! ¡alguien estaba ocupando mi banca! No, no, no, no. Era solo mía, yo era como un sello personal de esa banca, joder, éramos uno solo ¿Cómo alguien se atrevía a sentarse allí?.

-ejeem. –tosí alto para que me escuchara y la chica ni siquiera se inmutó. –ejeeeeem. –dije más alto, ¡NI SIQUIERA ME MIRABA!. -¡Disculpaaa! –dije ya arto. Ella levanto la mirada del libro…

-¿y tú eres…? –me pregunta con aire desinteresado. ¿perdón?.       

-¿disculpa? La pregunta aquí es ¿Quién eres tú?.

-no debo decirlo, -se encogió de hombros. -¿le preguntas el nombre a todos los desconocidos que encuentras?. –alza una ceja.

-No quiero tu nombre, solo quiero que dejes mi banca. –dije entre dientes. Puede que mi madre tenga razón y no tengo novia por no ser nada caballeroso. Tendría que dejar a la chica del cabello azulado dejar sentarse en la banca y tal vez platicar un poco, pero, yo no era nada caballeroso, y, vamos, ¡Era mi banca!.

Hey Jude, no lo hagas mal. (Mini-historias).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora