VI- I'd Love To Kill You

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Boyd cambió su expresión fría rápidamente, riendo para sí mismo y murmurando cosas ininteligibles. Era como si no le importara en lo absoluto que le estuvieran apuntando con un arma. Además, no era difícil distinguir que estaba bien loco, pero las mentes brillantes siempre son las más locas. 

Ryan carraspeó, para recuperar su atención. Miraba cada detalle de su rostro con detención. Su rostro y su cuerpo... era muy atractivo. Y el deseo comenzaba a corromperlo ligeramente por dentro. Boyd habló otra vez, sacando al castaño de sus pensamientos. 

—Te tengo una oferta—dijo, acercándose más aún, posicionando el cañón de la pistola justo en su corazón con su mano, sin miedo. Ryan hizo un gesto para que continuara—. Puedo darte información. Sé que hablas con Pete. Al menos puedes deshacerte de las fuentes secundarias, ¿O no?

Ryan sonrió. Le daba gracia como el muchacho no sentía miedo de nada. Era una buena oferta. Y uf, si es que sabía de eso, Pete estaría en problemas por haberle dado información...

—No crees...—dejó que su bata cayera de sus hombros, para sujetarla a la altura de sus codos—. ¿No crees que es una buena oferta?

Ryan se quedó en silencio. Sabía que el muchacho estaba jugando con él, pero lo hacía terriblemente bien. Ya se había percatado de la manera en la que Ryan lo estaba mirando, anhelando su cuerpo y queriendolo para si mismo. Era bastante posesivo, después de todo, Y Boyd estaba usando eso a su favor. 

Aparte, tenía dos puntos muy importantes de su lado. Primero que todo, Ryan siempre necesitaba algo con lo que jugar, algo para buscar y entretenerse. Si lo mataba ahora, todo lo demás sería muy aburrido. Arruinaría todo el trabajo que había hecho para buscarlo. No valía la pena. Además, si es que hacía lo decía, podría de deshacerse de Pete, que siempre estaba hablando mierda y jugando a que no sabía nada. Pero, ¿Cómo iba a asegurarse de que no estaba mintiendo? ¿Cómo iba a asegurarse de que cumpliría su promesa?

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? Has estado jugando conmigo por mucho tiempo...—dijo, sonando serio y autoritario.

—No puedes confiar en nadie.—dijo con un ademán.

Boyd tomó el arma de su mano, aprovechando la mirada pensativa del agente del Karma Police, arrebatándosela y ahora apuntando a su dueño. Ryan rodó los ojos. Genial, lo habían engañado.

—No pienso matarte; solamente me estabas poniendo nervioso, tanto tiempo apuntando.—aclaró.

—Y, ¿Cómo sé que no vas a traicionarme?

El muchacho de ojos oscuros se acercó, hasta tener su rostro frente al de Ryan, a un par de centímetros de distancia.

—Sólo lo sabes.

Soltó el arma, tirándola al piso y pateándola lejos. Su mirada parecía ida, como si no estuviera pensando con claridad o en su mente hubieran muchas tribulaciones. Volvió la mirada a Ryan, mirándolo a los ojos, en silencio. Su mirada era fría y distractiva. Se acercó hasta que sus frentes toparan, descansando sus manos en el pecho de Ryan. Lo estaba tentando, estaba claro. ¿Cuánto le estaba costando al mayor mantenerse quieto y no hacer nada a respecto...? 

El pelinegro se quedó en silencio por un minuto, quieto, respirando con calma. Luego, sonrió.

—Soy un juguete, ¿Acaso no lo ves?—susurró, abriendo su bata aun más, hasta su ombligo. Ryan ya no comprendía qué juego estaba jugando, pero no podía negar que le gustaba—. Si sólo me usas una vez, no será divertido.

Ryan dio un paso al frente, su mandíbula apretada mientras ladeaba la cabeza.

—Me refiero a que, por ningún motivo puedo hablar contigo de alguna manera que no sea cara a cara—explicó el pelinegro, sonriendo—. Si quieres un trato, tiene que estar completamente claro.

—¿Qué te beneficia a ti?—preguntó Ryan, relajándose y metiendo sus manos a los bolsillos de sus pantalones—. ¿Qué ganas con esto?—Estaba seriamente interesado en lo que Boyd estaba proponiendo, más aún con la mirada seductiva que le daba este.

—Seguir vivo.—se encogió de hombros el menor, pasando sus dedos por la corbata del agente, atractivamente.

—Así que, Boyd...

—Oh, no. Boyd es mi padre. Mi nombre es Brendon—explicó—. Debe haber habido algún malentendido. Pero tú puedes llamarme... Como quieras.

—Para mí, solo tienes que estar muerto.—respondió Ryan, indiferente.

Las palabras que decía el menor lo confundían. A tantas personas había engañado, a tantas personas les había mentido, ¿Por qué Ryan sería una excepción? Sin embargo, su mente ya se encontraba tan corrompida por el deseo que no podía pensar con claridad y lo único que lograba pensar era decir que sí al trato.

Las manos de Brendon subieron hasta el cuello del mayor lentamente, para después desatar su corbata y quitársela. Sus dedos desabotonaron los primeros botones de su camisa con igual lentitud, un vistazo de malicia en sus ojos. Estaba jugando, dándole una especie de Demo al mayor para que viera todo lo que podría hacer con él. Empezó a besar su cuello, mientras Ryan cerraba sus ojos.

Se sentía tan bien. Ya ni si quiera sabía qué es lo que estaba haciendo. Sus manos sujetaban al hombre frente a sí por la cintura, levemente. Entendía qué es lo que Brendon quería. Quería demostrarle de que aparte de lo que había dicho antes, podría tenerlo a él también, para sí mismo. Que si no lo mataba, podría utilizarlo tanto como él lo deseara. De alguna manera, eso también lo beneficiaba a él. Todas aquellas ganas de matarlo, toda esa ira que había sentido, parecía haberse esfumado en un segundo. Todo había sido solapado por el inconfundible efecto del deseo, de la lujuria. Pero sabía que no podía permitirse eso. Brendon era su trabajo, no su juguete. Todo eso se borró por la placentera y oh, tan provocativa sensación de sus labios en su cuello.

Se separó bruscamente, su vista fija en los ojos oscuros del menor. Era un buen negocio. Y como alguien una vez dijo, los buenos negocios son arte.

—¿Es un trato?

Brendon lo miró por un segundo, para después sonreír y extender su mano.

—Trato.—afirmó.

Después de sacudir su mano, Ryan se dio la vuelta y se marchó, con las ganas de quedarse con aquel hombre quemándole la garganta. Sin embargo, sabía que no debía. Al menos, no todavía. Sonrió.  Al fin, tenía lo que quería.

Al pasar, recogió su arma del suelo, y bajó las escaleras.

Karma Police //Ryden//Where stories live. Discover now