Prólogo.

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Un día más de trabajo, una breve transacción un intercambio de maletas y todo estaría terminado.  Se lo repetía una y otra vez, intentando convencerse a sí mismo de que era un mero trámite, muy sencillo, dinero fácil. Pero no lo lograba, no podía convencerse y siempre le venían a la cabeza los miedos y temores, las probabilidades que podían jugarle en contra y hacer que lo perdiera todo, incluso la vida.

-¡Cuidado!. La repentina advertencia de su compañera de trabajo lo sacó bruscamente de sus pensamientos.- ¿Puedes concentrarte? ¡Casi chocas!.

-Disculpa amor. Son los nervios. Esta es la entrega más cuantiosa que hemos hecho hasta ahora.

-Aún no entregamos nada, en este negocio nada esta terminado hasta que haces el intercambio.

-Lo sé, si todo sale bien tendremos en los bolsillos 1 millón de los verdes, ¿te lo imaginas?

-No. No me lo imagino ,y relájate, no queremos morir en un accidente automovilístico ¿o sí?.

Continuó conduciendo sin responder. Minutos más tarde llegaron al lugar escogido para el intercambio, un muelle abandonado donde se amontonaban containers olvidados y oxidados, pero sin personas deambulando por ahí, ni siquiera vagabundos o indigentes, que pudieran hacer de testigos.

-Bien, ya llegamos.-Redujó la velocidad y avanzó lentamente observando alrededor, escudriñando cada rincón con los nerviosos ojos que iban de un lado a otro.

-Ya debería estar aquí el ruso, dijo que estaría aquí y ya sabes como son de maniáticos con la puntualidad.  

-Tal vez no nos ha visto aún y sigue escondido.- Los miedos le atacaban en el interior haciéndole sonar dubitativo, las manos se aferraban tensas y sudorosas al volante. -Mira, ahí viene. Entrega eso y te vienes.

-Algo está mal, no trae lo nuestro.-Un rayo de miedo cruzó por su mente, intercambió una mirada confusa con su amante y socio.-Ve a ver qué pasa.

Bajó de la camioneta sin llevar consigo la droga. Ambos se acercaron hasta quedar frente a frente. 

-¿Nuestra paga?. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para esconder su miedo en aquel momento y sonar seguro de sí mismo. Su interlocutor extendió la mano derecha para saludarle y él hizo lo mismo.

-Hoy no es día de pago.-Cruzó su mirada con la de su víctima y vio a través de sus ojos el miedo expandiéndose por todo su ser. Sacó un arma con la mano izquierda y con un disparo en la sien le arrebató la vida, la balo salió por el lado opuesto abriendo un enorme boquete en el cráneo y llenando el aire de un rocío rosa como un sanguinolento spray; sesos mezclados con sangre se desparramaron por el piso y el cuerpo cayó inerte al suelo, todo en apenas un segundo.

Desde la camioneta la mujer miraba atónita la escena, como una espectadora en una butaca de cine viendo una de esas películas de traficantes y detectives. Cuando vio el cuerpo caer no pudo sino gritar desesperada y llena de pánico. Sólo al cruzarse su mirada con la del asesino atinó a pasarse al asiento del conductor para huir.

Pero los miembros no le respondían como era de esperarse, las manos le temblaban y apenas podía leventar los pies y mover las piernas, tardó unos segundos y cuando quiso poner reversa para huir una mano la sujeto por el pelo tirándole la cabeza hacia atrás.

-Este territorio no es de ustedes- dijo el asesino y disparó. Había puesto la pistola bajo la barbilla de la mujer, con el silenciador muy apegado a la piel. La bala pasó destrozando la cara de la mujer, arrasó la mandíbula parte de la nariz y salió por el entrecejo dejándola agonizante y horriblemente desfigurada. Un disparo más, esta vez en medio de los ojos y su vida se apagó.

Al terminar sintió una extraña sensación, respiró hondo mirando al cielo y suspiró, bajando la mirada y notando que tenía una ligera erección; volvió a disparar al cuerpo y musitó algo que tal vez fuera una plegaria.

Un hombre asomó tras un container, intercambió una mirada y un gesto de aprobación con el asesino y empezó a andar hacia la camioneta. El asesino, en cambio, desapareció aún más rápido de lo que había acabado con la vida de sus víctimas, encaramándose a un muro y saltando de tejado en tejado.

Corazones ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora