Ensayo de literatura: «Mentes bizarras»

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Por Chloe Baker.
Noveno Grado.

«Las mentes más interesantes son las que más se llenan de turbios pensamientos».

Marcela era una chica de unos dieciséis años, estatura promedio, pelirroja y con unos grandes ojos grises. Una joven como cualquier otra, inofensiva y dulce, pero solo a simple vista.

—Marcela —le llamó la doctora. Su voz era chillona y poco tranquilizadora—. Marcela, querida, necesito que respondas mi pregunta —repitió intentando no perder la cabeza por cada vez que la chica se distraía mirando las gotas de lluvia que golpeaban la ventana.

La habitación en la que estaban ambas tenía paredes de un tono amarillo. Marcela estaba sentada en una de las dos sillas que daban a la mesa en la que la psiquiatra apoyaba su computadora.

—Odio a los doctores —acotó la chica sin despegar su mirada de la ventana y con una carencia de expresión tanto en su rostro como en sus palabras.

—Eh... —la mujer no sabía cómo responder ante la afirmación de la chica—. Marcela, ¿por qué crees que estás aquí?

—Por error —contestó la joven.

—¿Por error?

—Así es.

Estaba claro que la pelirroja no reconocería su crimen.

La psiquiatra se levantó de su silla de golpe. No le explicó a Marcela el por qué y salió del cuarto. Sus tacones resonaron en las baldosas mientras buscaba a su superior, y tras encontrarlo, le llamó.

—No voy a lograr sacarle mucha información, pero está claro que tiene un problema —susurró la doctora a un hombre alto de cabello castaño.

—Pero...

—No voy a seguir intentándolo.

Y de esta forma, el hombre alto acabó refunfuñando, resignado a entrar en la habitación con la niña que se encontraba junto a la ventana, ahora abierta, y que miraba a través de ella, contemplando la lluvia.

—Marcela —inició. La muchacha volteó hacia su dirección, expectante—. ¿Puedes responder a mis preguntas?

—Puedo.

Ambos doctores se posicionaron junto a la puerta, dejando ésta abierta tras ellos.

—¿Dónde conseguiste el arma que traías al llegar aquí?

—La tomé del mueble de papá.

—¿Por qué mataste a treinta y siete personas con ella?

—Me obligaron.

—¿Quién?

Silencio.

Marcela centró la mirada en sus zapatos. Ella sabía lo que venía. La iban a encerrar durante un tiempo, pero, a diferencia de la otra vez, no saldría del psiquiátrico tan fácilmente. Lo que había hecho era grave y ella, muy en el fondo, lo sabía. Sin embargo, no se arrepentía ya que las voces habían cesado.

—Marcela, ¿quién te obligó?

—Matías —respondió la chica con una voz casi inaudible.

Mentes bizarras [One Shot]Where stories live. Discover now