Día de los enamorados.

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Ese había sido el día más raro... O bueno, el tercero si lo pensaban bien, el segundo sería el de la fiesta de navidad y el primero era ni más ni menos que la feria escolar.

Eran estudiantes de último año, esa sería su última oportunidad para conseguir pareja y la mayoría de los chicos iban a por Chrome mientras las chicas sollozaban al ver a Hayato y Takeshi más acaramelados que antes –que venga, sólo son dramas porque esos dos sólo discutían y se daban amor de la manera acostumbrada y cuando Tsuna no estaba cerca–, pero eso era lo de menos.

¡Este es un recuerdo importante de todo chico! ¡Conquistarían el puro corazón de Dokuro Chrome!

O bueno, esa había sido la intención en un principio.

Jamás contaron la presencia de un graduado de Kokuyo.

Rokudo Mukuro, el hermano mayor del objeto de su amor había estado durante todo el día metido en el salón, corrigiendo los errores de los profesores y –supuestamente–, haciendo una pasantía para su carrera de docencia.

Menudas mentiras se inventaba, ahora sabían que estudiaba para ser criminalista (aunque debían admitir que era un buen matemático y servía bien como tutor en el área).

—Mukuro, vete —rogó Tsuna en medio de la clase de química—. Eres un pesadooo.

—No voy a irme porque así lo pides —bufo—. Estoy aquí para cuidar lo que es mío.

—Byakuran ni siquiera viene a esta escuela, estúpido —se quejó rodando los ojos, la piña le miró mal—. Además, Chrome sabe cuidarse a sí misma y te lo ha demostrado antes.

—No compares esa situación con esta.

—Pero en aquel tiempo la dejaste sola y salió bien, ¿no?

Rokudo hizo una mueca de culpabilidad y miró a su querida  hermana. Los estudiantes recuerdan haber estado atentos a todas sus acciones, a espera de una oportunidad de oro.

Las chicas sólo le habían tomado como remplazo de Yamamoto y Gokudera.

Ese había sido una gran error.

—La dejé sin órganos —susurró amargamente—. No es lo mismo...

Sawada pareció pensarlo y se encogió de hombros.

—Es verdad, aquello fue más grave —miró con cariño al chico—. Chrome ha crecido, sabe cuidarse bien. Sobrevivió por sí misma, lo hizo porque te amaba y aún lo hace.

—No sigas.

—Sabes que es verdad.

—Me deprimes.

—¿Es porque no le correspondes?

—Sabes golpear donde duele.

—Reborn me dio un cien en tener una lengua afilada, dijo que soy muy hiriente algunas veces.

Mukuro abrió la boca dispuesto a decir algo insultante cuando sonó el timbre, las chicas recordaban haberse levantado rápidamente y dirigirse al universitario ignorando completamente al castaño.

Ese momento lo aprovecharon los chicos para rodear a Chrome.

—¿Eres el hermano de Dokuro-san? —preguntó una chica—. Eres muy guapo.

Tsuna retrocedió dos pasos y miró hacia la puerta con una sonrisa tensa.

—Gracias, ya lo sabía.

La sonrisa del chico les dio confianza y una de ellas tocó su brazo.

—Luces bastante fuerte —comentó inocentemente—. ¿Entrenas a menudo?

—Sí, todos los días.

La mirada juguetona en sus ojos les atrajo, Tsunayoshi ya estaba junto a sus amigos mirando todo con preocupación.

Otra de ellas, recordaba, haber tomado de su bolso un pequeño paquete de chocolate.

Ella era quien más le había visto y llevaba bastante tiempo con un flechazo por él, Sawada miró nuevamente la puerta y tragó seco.

—E... Eh... M... Mukuro-san —llamó con la cabeza agachada, el chico le miró curioso—. Y... Yo... Verá, a mí... Usted...

Se detuvo, no podía, le daba demasiada vergüenza. Sólo levantó el pequeño obsequio y se lo ofreció.

Pero él no la miraba, su mirada divertida estaba en otro lado y todos recuerdan haber seguido la dirección de sus ojos.

El mismo albino de la reunión se encontraba junto a Chrome, alrededor de ellos había un ambiente hostil a pesar de que la chica parecía desinteresada y el chico sonreía.

—Jojo~, Mukuro-kun se te han declarado —sus ojos eran serios—. ¿Qué responderás a eso? No puedes ser descortés en un momento así.

El de peinado frutal arqueó una ceja divertido y sin decir nada caminó hasta el que tiempo después supieron se llama Byakuran.

Se plantó frente a él y tomándolo de la nuca lo obligó a mirarle de cerca.

Todos contuvieron la respiración pensando que iniciarían una pelea.

Ingenuos, ingenuos. Se sorprendían de cuánta ingenuidad albergaban meses atrás.

—¿Qué quieres que le responda? —la burla en su voz no quedaba bien con la situación, Dokuro se alejó—. ¿A qué has venido, maldito?

La sonrisa del albino se hizo lasciva y sin pensárselo mucho rodeó con sus brazos la cintura del italiano, miró de reojo a la chica que momentos antes había intentado declararse.

Recordaba que aquella mirada violeta había asustado hasta el punto de temblar.

—Vine a verte, supuse que algo así pasaría —acercó su rostro más al del menor—. Y ya que estamos, me gustaría que la rechazaras amablemente, ya sabes, con eso de que tienes algo conmigo, se ve un poco problemático que...

—Nunca he dicho que tenga algo contigo —se burló—. Ya te lo dije, sólo estoy probando.

Aquel comentario pareció haber enojado al albino y con brusquedad besó a Mukuro.

Los alumnos quedaron nuevamente en shock y los amigos de Sawada no pudieron más que suspirar.

Luego de eso la feliz pareja se dedicó a cuidar de Dokuro y descubrieron que podrían ver el infierno si se acercaban más de lo recomendable.

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:v ñ.ñ loquillos xdxd

¡Felices graduados!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora