—Rykou ven conmigo.

—Sí.

Julian vio como Kei ascendía por los salientes sin ninguna dificultad y se aseguraba que el camino estaba despejado antes de hacer un gesto con la mano a Rykou quien lo siguió hábilmente.

—Si yo fuera ellos no volvería —aseguró Nathan esta vez sin sonreír, clavando la mirada en la pared de enfrente.

Kevin no respondió. Se mantuvo con los brazos cruzados, sin apoyarse en la pared pero cerca del chico.

—Eso... no es verdad —susurró Julian.

Nathan apartó la mirada de la pared y la clavó en él, en silencio.

No había nada que decir. Nathan jamás hubiera abandonado a Kei, jamás le hubiera traicionado y hubiera dado su vida y la de cualquiera por protegerlo. Julian se clavó con fuerza las uñas en la palma de las manos y contuvo las ganas de golpearse la cabeza con la pared.

—Hay algo que no entiendo...

—Hablas demasiado —le cortó Kevin de pronto, sin moverse ni un centímetro de la postura que tenía. Ni siquiera desvió la mirada.

—Pero no consigo entenderlo —continuó Nathan caprichosamente, lanzándole a Kevin una socarrona mirada que el asesino ignoró muy bien, antes de girar la cabeza para mirarle a él. Julian se puso rígido—. ¿Qué haces tú aquí?

—¿Yo?

—Sí, sí. Kei te atesoraba demasiado... ya sabes, a Kei le encantan las mascotas y comprendo que siempre rodeado de chuchos le apeteciera algo más... delicado — asintió infantilmente con la cabeza—, así que dime, ¿qué pintas tú aquí? No imagino el motivo ni tus habilidades para que hubiera decidido incluirte en el equipo —Julian no respondió y sostuvo tímidamente la mirada de Nathan—. No puedes enviar a una delicada mascota que te sirve para... ciertas funciones —Julian desvió la cabeza, avergonzado, sintiendo la sonrisa burlona de Nathan bailando en sus labios—, a hacer el trabajo de adiestrados perros de caza ¿No te parece chucho número...? ¿Qué número eras tú?

Nathan miró a Kevin pero éste ni siquiera lo miró. Siguió impasible con la mirada clavada en la pared. Julian miró primero a su amigo antes de desviar la cabeza despacio hacia Nathan, mirándolo durante unos segundos, notando como el ardor de la culpa y los remordimientos le abrasaban el pecho de una manera insoportable y se odió por no poder evitar sentir celos, celos por no poder ser él como Nathan, por no haber podido actuar aquella vez como lo hubiera hecho él, anteponiendo su amor por Kei por encima de cualquier otra cosa, y sobre todo, celos por no haber podido tener con Kei la confidencialidad que tenían entre los dos, el sentimiento y la confianza mutua que ellos no habían experimentado ni una sola vez.

Incapaz de controlarse, Julian se mordió el labio con fuerza, ejerciendo presión hasta que notó el sabor de la sangre y sólo entonces liberó la presión, apartando la mirada del primo de Kei.

—Fui yo —murmuró ausente, expulsando todo lo que sentía.

Julian notó como Nathan lo miraba fijamente.

—¿Tu, qué?

—Fui yo quien delató el lugar donde se encontraba Kei aquel día —Julian giró el cuello para mirar a Nathan de nuevo. Había borrado completamente la sonrisa y tenía un brillo peligroso en sus ojos. No necesitaba que le explicase de qué día estaba hablando—. Es mi culpa que todos murieran y mi culpa que tú fueras capturado... —torturado y Julian no dudaba que violado repetidas veces.

Julian no desvió la mirada primero y vio perfectamente como la rabia de Nathan no sólo se dibujaba en sus ojos, sino que deformaba todo su rostro, apartándose de la pared y Julian no hubiera dudado de que se hubiera abalanzado sobre él si Kevin no lo hubiera detenido, clavándole los dedos en alguna herida del costado que lo obligó a doblarse, salpicando el suelo con más sangre de la que ya había y lo inmovilizó fácilmente, manteniendo sus brazos dolorosamente sujetos a su espalda.

Cuando habla el Corazón 2 (chico x chico)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt