Daniel se levantaba con la alarma del despertador, se lavaba la cara y salía para preparar la cena para David, este llegaba a las siete, cenaban juntos, David lavaba los platos mientras que él empacaba la cena de su amor, preparaba sus cosas y volvían a irse, David estaba trabajando hasta la madrugada, era una temporada agotadora para él, por eso Daniel le preparaba varias meriendas para que las comieran en esas largas horas. De nuevo David dejaba a Daniel en manos de Camiel, ya que durante toda la semana estuvo durmiendo con él. Las noches con Camiel eran bastante buenas, charlaban, veían películas juntos, películas que Daniel elegía claro, y se mimaban, mucho, pero nada más allá, luego de nuevo ambos se levantaban a las cuatro y media y la rutina empezaba de nuevo. Ambos estaban muy cómodos el uno con el otro, y la semana fue perfecta, lastimosamente acabó.

Los problemas empezaron cuando David dejó de estar tan ocupado y Daniel por fin pudo volver a la rutina de entrenamientos que tenían, es más, ahora que por fin hacía parte del equipo de investigación de David la rutina era más pesada todavía, ya que tenía que sacar tiempo también para leer archivos lo bastante engorrosos y largos como para marearse. El tiempo con Camiel que de por sí ya era poco rebajó drásticamente a sólo unos minutos a teléfono en el día ya que Camiel también estaba muy ocupado entrenando con su equipo para una misión, los días de quedarse a dormir con él y tener tiempo para cocinar habían acabado, y a ninguno de los dos le daban espacio ni para respirar.

Y ahí estaba él, muerto del cansancio, no había visto a Camiel en lo que le parecía una eternidad, no lo había visto en nueve días y ya no podía más, tenía que verlo pero al mismo tiempo sabía que no podía, probablemente él estuviera igual de cansado que él y era demasiado tarde para llamarlo. La última vez que lo había visto había sido el domingo de la semana anterior, se había quedado a dormir con él y ambos habían dicho sus planes para la semana, Camiel le había comentado sobre su apretada agenda para los siguientes días debido a la misión y Daniel le contó que ahora tenía mucho que leer... Aunque no le había dicho para qué y él no había preguntado, suponía que era una verdad dicha a medias, pero no podía decirle a Camiel que él estaría en una misión de rastreo, no podía arriesgarse a que protestara y se enojara, porque sentía que se iba a enojar mucho cuando se enterara, por eso era mejor que no lo hiciera, total, para cuando terminaran con la misión Camiel aún estaría en la suya y no había forma de que lo supiera.

Las cosas eran agotadoras, ahora que hacía parte del equipo de David tenía que entrenarse y pelear con más personas, y gracias a que David lo había entrenado bien se podría decir que él pateaba traseros, literalmente. las personas que estaban en el equipo de David eran muy amables y eran buenas personas, o eso hasta que se convierten en tus enemigas, y eso lo había podido comprobar muy bien. Había un ejercicio en el campo de entrenamiento, se trataba de separar en parte iguales al grupo y luego hacer que los dos equipos se pelearan, pelear con varias personas a la vez era más agotador todavía , por eso tenía que apoyarse en sus compañeros para no recibir palizas, era un buen ejercicio, doloroso sí, pero también efectivo. En la tarde lo había hecho arrastrarse por un charco de agua sucia, su cabello era un desastre y su manicure, ni hablar de su manicure, no temía ensuciarse las manos pero no quería andar con mugre en las uñas, por eso después de haber lavado su cabello con shampoo y acondicionador y sentirse de nuevo como persona, se había hecho la manicure, sin importar que al día siguiente probablemente tuviera que hacerla de nuevo... ¡Aunque maldición! De nada servía si al final se comía el esmalte... Tenía demasiadas ansias y una de ellas tenía nombre propio CAMIEL. Quería verlo.

-¿Por que no lo llamas? - Soy transparente, pensó, David se había dado cuenta.

- Está dormido-

-¿No dijiste que serías considerado con él? -

DIOS NOS JUNTÓ.Where stories live. Discover now