— Gracias Sierra, eres un cielo— dice mi jefe, en un tono bajo pero suficiente para que alguien más pueda escucharlo.

No sonrío, asiento con la cabeza y vuelvo a tomar asiento.

El resto de la reunión transcurre con normalidad, los ejecutivos toman un receso y deciden ir por café. Voy a mi puesto de trabajo para preparar los papeles necesarios para la segunda parte de la reunión. Me bebo mi café mientras estoy fotocopiando papeles y acomodándolos en las carpetas de la empresa.

Voy a la pequeña cocina que está en la puerta tras mi escritorio y cojo del refrigerador las rosquillas que encargó mi superior para la reunión. Dejo los dulces sobre una vajilla elegante y sitúo todo lo más ordenado posible sobre la mesa. Me devuelvo a la sala fotocopiadora para recoger los papeles restantes, una vez todo organizado en las carpetas correspondientes me devuelvo a la sala de reunión. Esta vez me pillo con una sorpresa, la sala no está vacía, Harry ya está acomodado en su asiento y de espaldas a mí. Reviso el reloj de muñeca y todavía queda diez minutos para el reinicio de la reunión.

—Cierra la puerta Sierra—ordena él, su voz ronca y su tono lento como a mí me gustan.

Obedezco, cierro la puerta y me acerco a la mesa, en el extremo contrario, para empezar a repartir carpetas en cada asiento. Cruzo miradas con él mientras hago mi tarea, me mira impasible con el índice jalando de su labio inferior.

— ¿Por qué estás tan serio? ¿Los números no han estado buenos hoy Harry?

—No tan buenos como esperaba.

Cuando me toca dejar la carpeta en su puesto su mano atrapa mi muñeca aclamando mi atención.

— ¿Por qué no me das un beso preciosa? —Pide esbozando un ligero puchero.

Obedeciendo con ansias presiono mis labios sobre los suyos, nuestras lenguas se masajean y sus labios trabajan en mí de una manera que me quita el aliento. Mis dedos acarician su cuero cabelludo y sus manos vagan por mis muslos, subiendo con descaro terminando con sus dedos agarrándose a mi trasero.

Se separa de mí dejándome con deseos de más, mi boca cosquilleando y mi respiración acelerada. Me arregla la falda y planta un beso en mi entrepierna por encima de la tela.

—Deberías seguir trabajando Sierra, la reunión ya va a empezar—indica tranquilo antes de darme un azote.

Suelto un chillido ante su atrevido movimiento pero decido seguir trabajando.

— ¿Sigue en pie nuestra reunión privada de hoy?

—Claro que sí Harry—asiento con la cabeza ansiosa y él sonríe complacido.

"Reunión privada" en su lenguaje significa ir a su apartamento para follar. Nuestra relación es estrictamente sexual pero el gran problema es que ahora estoy desarrollando sentimientos por él y me regaño a mí misma porque no quiero arruinar lo que tenemos debido a mi empedernido y estúpido lado romántico.

Los ejecutivos ingresan minutos después y se retoma la reunión, la hora y media que dura pasa velozmente y me ocupo de tomar notas tecleando lo más rápido posible. Cuando se ha acabado mis dedos están entumecidos.

Me despido educadamente de todos, Harry estrecha manos conmigo más largo de lo necesario y con una mirada de expectación por lo que nos depara la tarde. Le sonrío abiertamente antes de volver a mi puesto de trabajo. Michael, un compañero, se acerca enseguida para hablarme y comparte conmigo una caja de bombones que ha traído. Su gesto me parece muy amable. Nos devoramos los dulces mientras yo ordeno unos documentos y me pillo con la mirada de Harry cuando sale de la oficina del jefe, sus ojos viajan hasta Michael y su boca se tuerce en una mueca de disgusto. No vuelve a mirarme y se marcha rápidamente junto a los otros socios.

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