4 2 0
                                    

  Mientras Jin conducía con los ojos clavados en la carretera,
_______ lo observaba. Ningún hombre debería tener unas pestañas tan
larguísimas. Le encantaban sus ojos. Eran de un tono café claro claros, siempre llenos de amabilidad e
inteligencia. Y hacían un bonito contraste con su pelo negro.
Era el mejor amigo que había tenido nunca y lo quería mucho. Era
estupendo poder ser ella misma cuando estaban juntos, ser aceptada sin
condiciones. Como viejos amigos que eran, compartían sus pensamientos y sus
sueños. Incluso le hablaba sobre sus conquistas. _________ suspiró mientras se
quitaba el cinturón de seguridad.
-Póntelo, __________. Ya conoces las reglas.
Jin era como un hermano mayor.
-Me estoy poniendo cómoda -dijo ella, moviendo los brazos para quitarse
el abrigo. Cuando lo consiguió, se inclinó para quitarse las botas-. Ah, esto
está mejor -sonrió, moviendo los dedos de los pies dentro de los gruesos
calcetines.
Después, colocó las piernas sobre el salpicadero y se echó hacia atrás,
como si estuviera en su propia casa.
Jin levantó las cejas. Su mirada iba de la carretera a su alegre
compañera de viaje.
-¿Quieres que sujete el volante mientras te quitas la chaqueta?
-No -contestó él.
Lo había dicho con voz ronca, como si estuviera resfriado.
-¿Te duele la garganta?
-No.
-Jin -suspiró ella-. Hoy no pareces tener muchas ganas de hablar.
Jin paró en un semáforo que había a la entrada de la autopista y se
quitó la chaqueta.
Aunque aquel día llevaba vaqueros, iba vestido al estilo "profesor",
como siempre: jersey azul marino sobre una camisa azul clara. El bulto que
había debajo del jersey era la calculadora, de la que no se separaba nunca.
Cuando ________ miró hacia abajo, vio que, al menos, se había puesto unas botas
negras. Le gustaba cuando se ponía botas y vaqueros y se preguntó cómo estaría
con una camisa de franela a cuadros.
O sin camisa.
Ese pensamiento, que apareció justo cuando cambiaba el semáforo y Jin
entraba en la autopista, la sorprendió.
-¿Tienes alguna camisa de franela? -le preguntó, incapaz de quitarse la
imagen de la cabeza.
-Sí. ¿Por qué?
_________ se encogió de hombros.
-No sé. Siempre vas tan... arreglado. No sabía si tenías ropa informal.
Él la fulminó con la mirada.
-Como los hombres de verdad, ¿no? Unos pantalones rotos, por ejemplo. O
una camiseta manchada de grasa.
Ella soltó una carcajada.
-¡No te pongas tonto! Yo no he dicho que no fueras un hombre de verdad.
-Al contrario de lo que tú crees, ir sucio no es ser más masculino.
Aparentemente, Jin estaba muy sensible aquel día. Para calmarlo,
________ apretó su brazo, dispuesta a pedir disculpas para ponerlo otra vez de
buen humor.
Pero la disculpa murió ante otro pensamiento: "¡Vaya bíceps!".
Jin tenía el brazo de un leñador, no de un economista. Duro, con
los bíceps bien marcados. No se había dado cuenta de lo grande, lo duro que se
había puesto últimamente.
La idea hizo que sintiera un cosquilleo en el estómago. Y más abajo.
"Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve pensamientos
indecentes con Jin".
El músculo era tan duro como una piedra y, sorprendida, no podía apartar
la mano.
-Me pongo lo que me gusta, _________. Como haces tú, supongo.
Pero ella se había olvidado de la ropa porque estaba concentrada en algo
más interesante.
-¿Vas al gimnasio? -preguntó, esperando alguna explicación para el
repentino cambio.
Jin no la miró.
- Si, y salgo a correr varias veces a la semana, Ya lo sabes.
-¿Y de dónde has sacado estos músculos? -sonrió ________, deslizando una
mano por su brazo.
Pero Jin m se puso tenso y ella decidió recuperar su aspecto
modosito.
-Como la mayoría de los de mi género, me hice un hombre alrededor de los
veinte años.
-¿Hace dos años? Pues he debido estar ciega.
-Estabas demasiado ocupada haciendo locuras como para fijarte en mí
-replicó él.
Eso sonaba como una queja. ________ sonrió.
-A partir de ahora, prometo prestarte más atención.
Jin la miró con una expresión extraña y, sin decir nada, encendió
la radio. Lo cual parecía una señal para que dejara de decir tonterías. Nunca
había dicho tonterías delante de Jin, pensó, sorprendida.
Pararon dos veces, una para poner gasolina y la otra para comer.
Afortunadamente, no hubo más tonterías por su parte. Charlaron como solían
hacerlo, bromeando y contándose cosas.
__________ le habló sobre el último chico con el que había roto porque
era un pesado y Jin puso mala cara. Él le contó que había comprado muebles
nuevos. Era como en los viejos tiempos, agradable y divertido. Le encantaba
estar con él.
Una hora después, __________ empezó a bostezar.
-¿Te importa si duermo un ratito? Anoche me acosté muy tarde y he tenido
que levantarme pronto para hacer la maleta.
-¿Por qué te acostaste tarde? ¿O no debería preguntar?
-Estuve en una fiesta -explicó ella-. Seguro que tú anoche te acostaste
a las ocho y tenías la maleta hecha a las seis.
-A las cinco, en realidad -sonrió Jin-. Anda, duérmete. Aún nos
faltan dos horas para llegar.
-Gracias.
Entre la música bajita, el calor de la calefacción y el suave movimiento
del jeep, _________ se quedó dormida. Y curiosamente, soñó con Jin ... sin
camisa. Y, en su sueño, ella exploraba esos nuevos músculos que le habían
salido sin que ella se diera cuenta.
Se despertó bruscamente al oír el ruido de los frenos y a Jin
mascullando maldiciones. Debía haber dormido más de lo que pensaba porque
estaban en medio de la montaña, en la carretera que llevaba a su casa.
_________ abrió los ojos y vio un ciervo en medio de la carretera.
Jin había frenado a tiempo, pero el jeep seguía deslizándose, como
a cámara lenta. Sin que pudiera hacer nada para evitarlo, golpeó al animal, que
saltó sobre el capó. Las ruedas patinaron en la carretera helada y, por fin,
cayeron al arcén.
A ella no se le ocurrió pensar si estaban heridos. Solo podía mirar el
cuerpo del ciervo sobre el capó.
-¡Dios mío!
-¿Te has hecho daño?
Los ojos de su amiga estaban llenos de lágrimas.
-El ciervo...
-No te muevas -dijo él, abriendo la puerta del jeep.
El ciervo intentaba levantarse y Jin dio un paso atrás para
permitir que huyera, pero el pobre animal, asustado, golpeó el parabrisas con
una pata. El cristal empezó a agrietarse poco a poco. Jin no se movió,
sabiendo que si lo hacía, se pondría más nervioso. Pero un segundo después, con
agilidad, el ciervo saltó al suelo y salió corriendo hacia el bosque.
-Por su forma de correr, no creo que esté herido. ¿Has visto cómo
corría?
-He visto la patada que le ha dado al parabrisas -sonrió ________.
De repente, la sonrisa de Jin desapareció.
-Oh, no.
Su expresión la asustó.
-¿Qué pasa?
-Estás sangrando, cariño -dijo él, tocando su frente.
-¿Qué?
________ se miró en el retrovisor y tuvo que ahogar un gemido. Tenía un
corte en la frente y la sangre caía por su cara, tiñendo los rizos rubios.
-Qué horror.
De repente, era como si estuviera metiéndose dentro de un túnel. Oyó a Jin
llamándola, pero su voz solo era un susurro.
Y entonces se desmayó.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 07, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

WinterWhere stories live. Discover now