Me quedé sentada junto a ella, arrancando briznas de césped con las manos y disfrutando del silencio de aquel día soleado. Cinco minutos después, su ropa estaba manchada y sus manos llenas de jugo. Reí, dándole un sonoro beso en la mejilla. 

Volví a mirar al cielo, sintiendo un peso en el corazón; algo era extraño aquel día, como si se hubiera abierto un diminuto espacio en mi pecho. La melancolía me capturó desde que desperté en la mañana, por eso pensé que pasar un rato con Perssia me animaría, pero lo cierto era que había un dolor sordo en mi pecho que no tenía explicación. Todo era maravilloso en mi vida, sin embargo desperté con paz y tristeza en el alma.

No me di cuenta de que alguien había entrado al patio hasta que una sombra se cernió sobre nosotras. Vislumbré unas sandalias delicadas y luego un vestido corto y veraniego. Fijé la mirada en Valerie, quien lucía avergonzada.

—Hola —dijo en voz baja—. ¿Puedo acompañarlas?

—Por supuesto. —Mi respuesta pareció aliviarla, como si esperara un rechazo, lo cual me preocupó. Ignoraba mis mensajes de texto y mis llamadas; no sabía nada de ella desde la semana pasada—. Estaba a punto de ir a buscarte a tu departamento.

—Lo imaginé. —Tomó a Perssia y la sentó en su regazo, pero ella estaba muy ocupada devorando ese mango. No nos prestó atención—. Creo que te debo una disculpa, me marché abruptamente la otra noche.

—No te preocupes por eso. Solo no entiendo por qué has huido de mí toda la semana.

—Supongo que estaba un poco avergonzada por lo que te conté.

—No tiene sentido para mí. Me confesaste que hay una chica a la que aún amas, ¿y qué? Val —me estiré y coloqué mi mano en su brazo, mirándonos a los ojos—, no es nada de qué avergonzarse, ni te hace parecer débil o patética. Sabes que yo soy quien más puede comprenderte sobre sentir un dolor así.

—Lo sé —exhaló, clavando la mirada en la manta. Su voz era frágil—, pero es uno de los temas más difíciles para mí. ¿Te das cuenta de lo que es amar tanto a una mujer imposible? Saber que ella nunca será para ti, que ni siquiera tendrás una oportunidad de intentarlo.

—¿Estás segura de que es imposible enamorar a esa mujer?

Sus ojos subieron hasta que se clavaron en los míos. Por una razón desconocida para mí, quizá la misma que me ahogó en nostalgia esa mañana, su mirada provocó que me incomodara.

—Estoy bastante segura de que es más feliz con su esposo de lo que podría ser a mi lado.

Me dolió, sufrí por ella en silencio. Quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, que iba a superar esto pronto, pero no podía mentirle y yo no predicaba con el ejemplo. Con el tiempo logras salir adelante, te distraes, crees que lo has superado, pero el primer amor, el más doloroso e idealizado, es imposible de olvidar, por eso lo mejor sería poder escoger de quién nos enamoramos. Y lo más especial de aquel primer amor es que se convertirá en tu primer corazón roto o en el amor de tu vida. Un nombre que flotará a tu mente desde los recuerdos y asfixiará tu corazón con melancolía.

—Ella se lo pierde —respondí finalmente, guiñándole un ojo—. No sabrá lo que es ser novia de la mujer más sexy de este lado del país.

—Del país entero, disculpa —bufó, recuperando su humor. Sus labios tiraron en una delicada sonrisa y bajó la mirada a mi hija—. No entiendo por qué le gustan tanto los mangos.

Reí, exhalando con alivio cuando la tensión del momento pareció menguar.

—Miraba a Traian comerlos cada sábado y ahora son su fruta favorita. Normalmente lo corto y se lo doy con la cuchara, pero le encanta mordisquear la semilla con los dientes.

Latido del corazón © [Completo] EN PAPELWhere stories live. Discover now