—Dilo. —Atrapa el lóbulo de mi oreja entre los dientes. Yo asiento de nuevo, esta vez con más intensidad—. Necesito que lo digas, nena, bien alto, con palabras, para saber que de verdad quieres que lo haga. —Su mano desciende y saca mi camisa del uniforme del interior de mi falda y así poder tocarme.

—Quiero... —Me apresuro a decir, y él sonríe pegado a mi cuello mientras su boca continúa con su dulce asalto.   — Hazme gemir tu nombre. — mis palabras envían su testosterona y ego hasta el cielo y lo se por la mirada de virilidad que me dan sus ojos.

  Sin decir nada, me agarra de los muslos y flexiona sus rodillas dando un salto que es humanamente imposible, pero para nosotros no lo es. Aprieto mi cuerpo contra el de Nate cuando siento que aterrizamos sobre una rama con el impacto de una pluma, y desde aquí puedo ver que el suelo se encuentra  a una considerable distancia de nosotros, muerdo mi labio por los nervios que me produce el estar haciendo esto con alguien que es un completo desconocido para mi pero aun así me inspira demasiada como para estar en sus brazos con el trasero al aire.

—¿Quieres hacerlo aquí o podemos volver.......

Me encojo de hombros, nerviosa. 

No quiero volver porque si decidí salir del instituto  fue por algo y ademas, porque está demasiado lejos y el trayecto me dará demasiado tiempo para pensar en lo que estoy haciendo. 

—Aquí —digo, y miro a mi alrededor. No hay nadie a la vista, y rezo para que siga siendo así. 

—¿Estás ansiosa? —Sonríe y yo intento poner los ojos en blanco.

Me pone sobre mis pies y quedamos ligeramente separados pero el arregla eso mientras sus pies avanzan lentamente por la rama hasta que se encuentra tan sólo a unos centímetros de mi. 

Agarra inmediatamente el dobladillo de la camiseta y tira de él hacia arriba para quitármela. Su modo de mirarme me vuelve loca, y tengo las hormonas revolucionadas. El pulso se me acelera al ver cómo recorre mi cuerpo con los ojos una vez más antes de cogerme de la mano.Coloca la camiseta sobre la rama a modo de manta.   

—Échate —dice, y me guía hasta el suelo con él. 

Me tumba sobre la tela mojada y él se tiende de lado, apoyándose en un codo, de cara a mi cuerpo tendido boca arriba. Me sorprende que la rama sea lo suficientemente ancha como para tener nuestros dos cuerpos sobre ella.

Nadie me había visto nunca tan desnuda, y Nate ha visto a muchas chicas; chicas mucho más atractivas que yo. Levanto las manos para cubrirme el cuerpo, pero él se incorpora, me agarra de las muñecas y me las coloca a los costados dejando cierta presión sobre ellas para dejar claro quien es el que tiene todo el control en esta situación y me parece fantástico.

—No te tapes delante de mí jamás —dice mirándome a los ojos.

 —Es que... —empiezo a explicarme, pero él me interrumpe. 

 —No, no quiero que te cubras, no tienes nada de lo que avergonzarte, Aradelle  — creo que es la primera vez que dice mi nombre y eso hace que mi concentración se vaya a lo bien que se escucha mi nombre en sus labios.

  — Es que......   — tomo todo el aire que puedo.  — Eres el primero que me ve desnuda.

    — No estas desnuda. — frunce el ceño.

— Esto para mi es estar muy desnuda.

— Bueno, con mas razón quiero ver lo que yo y solo yo voy a ver y tocar. —   Y con eso volvemos a lo que estábamos haciendo.

  Se monta encima de mí y apoya todo su peso en las manos, como si estuviera haciendo flexiones.   

  —No me puedo creer que nunca te haya follado nadie —susurra, y se aparta para tumbarse de lado de nuevo. 

Sube la mano hasta mi cuello y luego la hace descender, acariciándome únicamente con la yema de sus dedos, por el valle de mis senos y por mi estómago, hasta que se detiene justo por encima de mi falda. 

«Esto va en serio. ¿Qué va a hacerme? ¿Me dolerá?» Cientos de pensamientos pasan por mi cabeza, pero desaparecen en cuanto sus manos empiezan a  recorrer mis muslos hasta que llega a mi rompa interior y contengo un poco el aliento pero lo dejo ir cuando desliza la mano por debajo de mis bragas. 

Oigo que toma aliento entre los dientes y acerca la boca a la mía.Mueve ligeramente los dedos, y la sensación me deja perpleja. 

—¿Te gusta? —pregunta con su boca pegada a la mía. 

«Sólo me está acariciando, ¿por qué es tan agradable?» Asiento, y él hunde un poco más los dedos  

  —Tu cuerpo reacciona a mí de una manera tan exquisita, y estás tan húmeda... —dice, y dejo escapar un gemido. 

¿Por qué me resulta tan sensual que me diga esas cosas? Noto una ligera presión y una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo. 

 Él se ríe y no contesta, pero siento que lo hace de nuevo, y mi espalda se levanta de la superficie,arqueándose. Su boca desciende por mi cuello, hasta mi pecho. Desliza la lengua por debajo de la copa del sujetador y su mano masajea mi otro seno.

 Siento una presión que se acumula en mi vientre,y es una sensación fantástica. Cierro los ojos con fuerza y me muerdo el labio. Levanto la espalda dela corteza de nuevo y empiezan a temblarme las piernas.

 —Eso es, Ara, córrete para mí —dice, y sus palabras me acercan a una espiral de sensaciones fuera de control—. Mírame, nena —ronronea.

Abro los ojos, y la imagen de su boca mordisqueándome la piel de mis pechos me hace estallar y todo se vuelve de color blanco durante unos instantes. 

—Nate —musito, y vuelvo a repetir su nombre, y, por el rubor de sus mejillas y la mirada traviesa que me da, sé que le encanta que lo haga  

Los Black (Segunda parte de Alpha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora