5. ¡Chester!

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Nada. Simplemente no encontró nada. Su tamaño disminuyó inmediatamente y se tiró al suelo como un bebé revoltoso, golpeando y llorando. Se sentía impotente.

—Encontré a Chesty — habló Harold desde el patio.

—Jino queda, ¡Chester! — dijo Bunnicula con enojo. Se encaminó hacia la habitación de Mina, donde encontró un sombrero grande y anticuado que le había obsequiado su abuela. Lo tomó, y el moño rosado que tenía a un costado lo irritó. Salió al patio, sin brincar, ya que sabía que de esa manera se le caería el sombrero amarillo. La escena era irónica. Chester estaba de espaldas, en la copa de un árbol, y Harold le ladraba.

—¡Vamos Chesty! No puedes quedarte ahí por siempre — insistió. El gato sólo respondía a través de gruñidos y bufidos. A Bunnicula le pareció extraña esa actitud, sobretodo después de que él se mostrara como una criatura civilizada. Aunque un pensamiento fugaz se hizo presente en su mente; aquella vez que Chester había sido manipulado por el espíritu de un ratón. Tal vez éste no era un caso ajeno. El conejo blanquinegro quería convertir sus orejas en alas y volar hacia el gato, para ver qué sucedía y afrontarlo. Se enfrentaría a mil monstruos por él —cosa que ya había hecho, y tal vez más— y le parecía cómica la manera en la que lo salvaba.
Arrojó el sombrero al suelo con sus orejas transformadas en alas y trepó como pudo hacia el gato amarronado.
—Bunnic, ¡Estás ardiendo! Y no en el buen sentido — desalentó Harold desde abajo. El conejo pudo comprobar eso simplemente con la vista. Oh no, todo su pelaje estaba chamuscado ya. Apresuró el paso, y con un impulso de sus alas llegó hacia la rama en la que estaba el félido.
Tomando una pequeña hoja se cubrió su cabeza cómicamente. El momento era serio, pero jamás perdería su sentido del humor.

—Muja akebah tuyu.
El vampiro no paraba de quejarse. Estaba cansado, tenía hambre y estaba preocupado por Chester. Al ver que no respondía, se acercó más a él, exponiéndose aún más a la luz solar; y aunque el dolor era extremo, debía hacerlo para averiguar qué estaba pasando. Tocó su hombro, y el gato giró su cabeza dramáticamente, haciendo que Bunnicula se asustara y cayera de espalda en un extremo de la rama.
El pelaje de Chester estaba sumamente descuidado, lucía pálido y sucio. Sus ojos estaban rojizos y de allí desprendían chispas azules. Algo así como un efecto 3D sobre sus ojos.
—Bunnicula — comenzó a reír de manera maniaca, después de decir aquello con voz muy ronca. Notoriamente no era la de Chester — ¿Me recuerdas, amigo? ¡Dime que no te has olvidado de mí! —.
Bunnicula ardía. Se desmayó ante la visión de los ojos perdidos de Chester.

<<...>>

Despertó dentro de la casa.
—¿Ikaryu geb? — preguntó Bunnicula con ojos entreabiertos, quería saber dónde estaba.
—Wow Bunnic, tienes suerte de despertar. Llevas dos días dormido — replicó Harold.
—¡¿Fiju que? — el ojirrojo se levantó instantaneamente asustado.
—¡Sólo juego contigo Bunnic! Tal vez has estado así unos veinte minutos. Te desmayaste cuando Chester se acercó a ti. Tu cuerpo estaba humeando — dijo animadamente el perro.
—Chester... ¡Chester!
—Oh sí. Él está por allí — señaló la puerta del patio trasero.

El conejo vampiro corrió hacia la puerta trasera, y efectivamente, Chester estaba allí. Se encontraba sentado y relajado, mirando hacia afuera con melancolía. Al darse vuelta, observó a Bunnicula con alegría y se levantó, caminó hacia él y lo abrazó con delicadeza.
—¡Amigo, despertaste! No te imaginas...
—¡Vaxu ya! — lo apartó Bunnicula, arrugando la nariz.
—Bunnicula, sé que lo que hice no estuvo bien, pero quiero que sepas que estoy muy feliz de que estés bien— dijo Chester apenado, dando un paso hacia atrás y agachando la cabeza.
El resentimiento del blanquinegro desapareció en ese instante. Chester podía ser tan lindo si se lo proponía; aunque su ternura también era causada inconscientemente.
El conejo sonrió maliciosamente y se acercó a él, lo abrazó, acariciando su espalda con fuerza. Chester se sintió muy extraño, molesto y feliz ante la muestra de afecto de su pareja. En un acto de impulso, lo abrazó. Ante las caricias, ronroneó feliz de sentir nuevamente la piel de Bunnicula junto a la suya. El conejo, insatisfecho con el abrazo, inclinó a Chester hacia atrás y posó su nariz sobre la suya.
—¿Huberaqui? — interrogó al gato. Quería saber si le había extrañado.
—¡Bunnicula detente! — ordenó Chester incómodo pero a la vez encantado.
—Tú gustar — replicó desobedientemente, refiriéndose a que le gustaba lo que estaba haciendo.
—¡No! No me gusta — afirmó Chester con nerviosismo. Sus mejillas ardían.
—¡Oigan amigos no me dejen solo!
Harold entró a la escena con ánimo. Chester, asustado, chilló, provocando que Bunnicula cayera de espalda, nuevmanete.
—¿Y? ¿Qué traes Chesty? — dijo el perro sacudiendo la cola con alegría.
—No me digas Chesty, Harold. Y no estoy de humor para tus chistes.
Bunnicula miró horrorizado a Chester. Tomó su mano, y la de Harold. Las unió, declarando un pacto de paz.
—Tú no más enojado — miró a Chester —. Él feliz y no molestar — señaló a Harold.
—No lo sé Bunnicula, yo...
El ojirrojo le dio una mirada de odio.
—Está bien. Harold, lo siento por todo — lo dijo con rapidez y pesadez. Realmente no quería disculparse.
—¡AAAH, Chesty me ha perdonado! — lo tomó en brazos y lo abrazó con fuerza, asfixiándolo.
—¡Ha... rold, b-basta! — gimoteó Chester —¡Dije que pares! — sus ojos nuevamente se pusieron rojos, y se libró del agarre de Harold expandiéndose con fuerza. Respiraba entrecortadamente. Bunnicula miraba atónito la escena. Ese no era su Chester...

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¡Yay! Otro capítulo.
Lamento la tardanza y la poca originalidad. En mi mente desarrollé una nueva trama para la historia y pienso llevarla a cabo. ¡Les espera mucho romance! Jsjs. En fin, agradezco mucho los comentarios y votos. Se les quiere <3

Los sentimientos de Chester |Bunnicula|Where stories live. Discover now