Los golpes en la puerta de mi habitación hicieron que me despierte. Podía escuchar a mi madre gritar desde el otro lado mientras volvía a golpear.
Madre: Paula, cariño, la cena está lista.
Paula: Ya voy mamá...
Madre: No vayas a tardar en bajar, no quiero que se te enfríe la cena.
Paula: Vale mamá.
Escuché cómo bajaba por la escalera. Suspiré y me senté en la cama sintiendo un mareo, tendría que tener más cuidado con levantarme así de repente. Me quedé unos minutos con los ojos cerrados recordando la horrible tarde que había pasado por la llamada que le hice a Justin. Cuando abrí los ojos me sentí vacía y sola. ¿Qué se supone que haría? Me levanté de la cama y bajé hacia la cocina.
Cuando entré en la cocina mi padre me sonrió. Se le veía emocionado pero, ¿Por qué?
Padre: Buenas noches.
Paula: Buenas noches papá.
Cuando pasé por su lado me incliné y le di un beso, y después me senté a su lado, mientras mi madre nos ponía la comida en la mesa.
Paula: ¿Qué pasa? ¿Por qué sonríes tanto?
Padre: Tengo una sorpresa.
Madre: ¿Tengo una sorpresa? -dijo mi madre poniendo cara de enfadada.-
Padre: Tenemos una sorpresa, lo compramos los dos. Te hemos comprado un vestido, estarás muy guapa cariño.
Paula: ¿Un vestido? ¿Para qué?
Padre: Para la fiesta de fin de curso, es este fin de semana. ¿Ya te has olvidado?
Paula: Pero ya no estoy en ese instituto, estamos a nueve horas de donde vivíamos. Además ha pasado un mes, no creo que me dejen entrar en la fiesta...
Madre: Creíamos que te alegraría ir a la fiesta para ver a tus amigos y sobretodo a Justin...
