Capítulo 26

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Capítulo 26:


Cada parte su cuerpo se quejaba. Se sentía tan cansado. Pero extrañamente se sentía bien. Bastante bien. No tenía ganas de abrir los ojos. Pero sabía, o algo le decía, que no estaba en la cama de su habitación. Su cama no era así de cómoda y no tenía aquel agradable perfume de mujer. Respiró profundamente, y entonces abrió los ojos.


Se sentó rápidamente en la cama al observar en que habitación estaba. ¿Cómo demonios había ido a parar al cuarto de María? Miró a su alrededor buscándola. Al parecer ella no estaba allí. Se destapó y se puso de pie. Un leve dolor de cabeza lo invadió así que se volvió a sentar. Lo último que recordaba era que estaba en el auto del señor López, con la cabeza apoyada en las piernas de la morena. Pero después de eso su mente estaba completamente en blanco. Se miró a si mismo y vio que no llevaba remera. Miró la venda que cubría su hombro derecho y siseó un poco cuando la apretó ligeramente.


La puerta del cuarto se abrió y ella ingresó con una bandeja. Le sonrió al verlo despierto. Blas frunció el ceño levemente.


—¿Cómo te sientes? —le preguntó amable mientras se acercaba a él y apoyaba la bandeja con el desayuno sobre la mesita de noche.
—Bi... bien —logró decir —Algo confundido.
—¿Algo confundido? —inquirió ella divertida.


Tenía ganas de acercarse a él y besarlo. Pero se aguantó las ganas. Quería que fuera él el que lo hiciera. Se había despertado hacia una hora y al verlo dormir tan tranquilo había decidido ir a prepararle el desayuno y avisarle a Marta en dónde estaba su hijo.


—Si —dijo Blas y se rascó la nuca —Verás... no tengo ni la menor idea de cómo es que estoy en tu habitación...


María lo miró bien y dejó la tostada que había agarrado de nuevo en el plato.


—¿Qué? —preguntó. Blas volvió a rascarse la nuca.
—Lo último que recuerdo es que estábamos en un auto, viniendo hacia aquí. Después de eso mi mente parece estar... vacía.


Ella procesó cada palabra que él acababa de decir. ¿No recordaba nada? ¿NADA? Se sintió terriblemente decepcionada. Pero entonces recordó que él había ido a verla cuando Ardía en fiebre. Simplemente estaba delirando. Miró hacia la bandeja sintiéndose una completa imbécil. ¿Y ahora que iba a hacer? ¿Decirle que él la había ido a buscar a su cuarto, le había dicho cuanto lo había hecho sufrir y luego la había besado de aquella manera tan tierna? No, simplemente no podía.


—Bien —habló y volvió a mirarlo —¿Vas a desayunar?


Él la miró fijo. Había algo raro en ella. De repente había cambiado su aura. Su linda sonrisa había desaparecido y parecía preocupada.


—¿Cómo llegué aquí, María? —quiso saber.

Pudo notar el repentino nerviosismo en ella.


—Yo... dije que te trajeran aquí porque era más cómodo para tu hombro y esas cosas...
—Ah, ¿si?
—Sisisisi —dijo rápidamente y tomó una tostada para llenarla de mantequilla y dársela. Él la tomó y le dio un pequeño mordisco —Ya estás mejor, ¿verdad?
—Al parecer si —le sonrió —Me duele un poco el maldito hombro.


Ella lo miró con ternura.


—De verdad muchas gracias por haberme protegido, Blas ...
—Para eso estoy, enana —le aseguró. Ella sonrió con los labios sellados.


Entonces Blas se encontró levantando la mano y acariciando su mejilla. Recordó que antes de que la maldita serpiente lo mordiera él iba a besarla. ¿Se hubiese atrevido a hacerlo realmente? Estaba seguro de que si. Pero entonces tuvo la sensación de que había algo raro entre ellos. No podía explicarlo, no entendía.

STORY OF MY LIFE - BLAS - AURYNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora