Capítulo 2 - Espíritus

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Brenda miraba al cerezo con sus ojos verdeazulados muy abiertos... miró hacia todas direcciones, pensando que tal vez podía tratarse de una broma, pero lo volvió a oír: "Ayúdanos..." y entonces vio que las ramas del cerezo se extendían lentamente hacia ella. Desesperada, se alejó dando unos cuantos pasos hacia atrás, y de pronto, oyó los ladridos de Blaky muy cerca... vio además, que aún quedaba un hueco sin cerrar entre la maleza que había rodeado el claro, y sin pensarlo más, huyó por allí. No lo vio, pero unas raíces se movieron hacia allí con rapidez, tratando de retenerla, pero ella fue más rápida. Al alejarse unos cuantos metros del claro, vio a su perrito ladrándole a un matorral espinoso que se retorcía, como si quisiera atraparlo. Brenda cogió un palo muy grueso y azotó al matorral, luego tomó a Blaky en brazos y salió corriendo de allí. Atravesando paredes de arbustos punzantes y ortigas, arañándose su fina piel, finalmente logró salir del bosque. Se detuvo, agachándose y apoyándose sobre sus rodillas. Respiraba entrecortadamente, y el corazón le latía a mil por hora. El cachorro temblaba, y Brenda lo acarició para calmarlo, aunque ella estaba muchísimo más nerviosa que él. 

Caminando a toda prisa, volvió a la ciudad... tratando de autoconvencerse de que todo habían sido imaginaciones suyas... aún tenía que ducharse, cambiarse de ropa y arreglarse para la fiesta de Mathew, no podía perder un segundo. Sin embargo, y aunque trataba de no pensar en ello, sin poder evitarlo, no dejaba de preguntarse por qué había sucedido aquello... Estaba caminando por la calle principal de la ciudad y pasó por delante de una tienda esotérica. En el escaparate, había un tablero de ouija, y un recuerdo inundó su mente: la semana pasada, Brenda, Haley, Mitchie y Sandra fueron una noche al bosque. Se trataba de la prueba de valor que hacían todos los años para celebrar el cumpleaños de Haley. Ésta, se llevó un tablero de ouija e insistió en hacer una sesión de espiritismo en medio del bosque. Se sentaron y según ella, no debían soltarse de las manos cuando contactaran con algún espíritu, porque podrían liberarlo y si era una fuerza maligna, lo lamentarían. Cuando pusieran sus dedos en el vaso sobre el tablero tampoco debían romper el contacto físico, aunque fuera tenían que agarrarse de los hombros.Cuando le llegó el turno de hablar, Brenda le preguntó al espíritu si alguien de las presentes le incomodaba... el vaso comenzó a moverse: M - I- T- C - H - I - E señaló sobre el tablero. Entonces, la chica se asustó, soltó un alarido y temiendo que un espíritu enfurecido pudiera hacer algo contra ella, rompió el contacto físico y salió corriendo. Obviamente las otras no se quedaron allí, y salieron corriendo también en pos de la asustada chica. 

Brenda volvió al presente, todo parecía tener algo de sentido: habían dejado libre a un espíritu o a varios por el bosque al no cerrar la sesión de espiritismo... Temblando continuó su camino hasta casa... ahora sabía que ni acudiendo a esa fiesta lograría quitárselo de la cabeza. Pero no podía permitirse el no ir, había demasiada gente que esperaba que fuera. Suspiró y se irguió caminando derecha, acordándose de la maldita reputación que tenía que mantener.

Como había supuesto, ni las copas que servían ni la música tan desmesuradamente alta lograron borrarle de la mente la sesión de espiritismo y lo que le había ocurrido en el bosque. Cuando terminó de saludar a todo el mundo se disculpó diciendo que se sentía un poco mareada y se sentó en un sofá sola, dejando la copa que le habían dado lo más lejos posible... no sabía por qué pero el olor a alcohol le resultó repugnante en aquel momento. El resto de la gente se lo estaba pasando muy bien, bailando, bebiendo y charlando. Pero Brenda estaba muy lejos de allí... su mente le llevaba todo el rato al bosque, y de vez en cuando le parecía oír como un murmullo otra vez esa súplica de voz moribunda, y le comenzaba a doler la cabeza. Mathew la vio ahí sola y decidió sentarse a su lado.

- ¿Por que no echas un par de tragos?- le preguntó señalando su copa, que estaba llena.

- No... ahora no me encuentro muy bien, pero tranquilo... se me pasará...-

El mensaje del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora